El artículo definitivo para comprender que cuando el río suena… heces lleva
Medio siglo esperando un saneamiento a la altura de los impuestos
por David Pérez
Nunca te bañarás dos veces en el mismo río, salvo en el Piles, dijo Heráclito, que siempre encontrarás contaminado y, además, tiene un anillo navegable con el agua estancada, impidiendo que fluya hacia el Cantábrico.
La razón de la degradación del principal río urbano de Gijón, además de bastante presocrática, es pura filosofía predemocrática. El Piles ha sido corrompido de manera agresiva, constante e impune por toda clase de vertidos desde la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el origen del auge industrial y demográfico de la que hoy es la ciudad más habitada de Asturias (solo desde 1950 a 1980, su población aumentó más de un 130%), con un punto de referencia a mediados de los años 80.
Fue entonces cuando el ayuntamiento de Gijón se vio obligado a prohibir el baño en la desembocadura del Piles por primera vez en la historia a causa de los efluvios fecales, aunque existen alertas de insalubridad anteriores, que han seguido reproduciéndose hasta nuestros días, como avistamientos de OVNIS, sin que ninguna administración haya abordado el problema con la seriedad necesaria para una solución.
Cinco alcaldías después, cuatro de ellas del PSOE (José Manuel Palacio, Álvarez Areces, Paz Fernández y Ana González), con el entreacto forista de Carmen Moriyón (2011-2019), las aguas oscuras siguen fluyendo hacia la playa de San Lorenzo cada vez que llueve por encima de las posibilidades de la precaria red de saneamiento de la ciudad. Es decir, muchas veces. Que no se note, y si se nota que no ocurra en verano, con la bahía repleta de turistas, ha sido, durante muchos años, la estrategia más arraigada en la política municipal para combatir la insalubridad de uno de los ríos urbanos más degradados de España.
La comunidad del anillo (navegable)
En la actualidad, en un nuevo mandato liderado por el PSOE, aunque con la Concejalía de Medio Ambiente a cargo del edil de Izquierda Unida Aurelio Martín, el ayuntamiento puso en marcha en 2019 un plan de recuperación del río Piles, que contempla una serie de actuaciones a medio y largo plazo.
La primera, vigente desde diciembre, no pudo ser más polémica: el cierre del anillo navegable, una infraestructura pública, operativa desde 2004, utilizada para la práctica del piragüismo, especialmente por el Real Grupo de Cultura Covadonga (RCCC), club deportivo privado con más de 80 años de historia y cerca de 40.000 socios.
Desde entonces, el foco de la opinión pública se ha centrado exclusivamente en el debate sobre la pertinencia de esta decisión, en una guerra abierta entre el ayuntamiento y el club retransmitida por capítulos en la prensa.
De un lado, el consistorio acredita su posición en base a los estudios que identifican la proliferación de cianobacterias en la zona a causa del estancamiento de las aguas, fenómeno del que infieren un problema de salud pública. De otro, el club, en base a sus estudios, no solo avala la compatibilidad de la práctica deportiva con la salud humana, sino que niega la proliferación de cianobacterias en la zona.
Un debate distorsionado
Fructuoso Pontigo, portavoz de la Coordinadora Ecologista de Asturias, que lleva 40 años denunciando la contaminación del río, cree que se está desviando la atención de las cuestiones centrales. «Se está insistiendo en un problema que es importante, porque es verdad que todas las barreras son malas para un río. Pero, por sí mismo, el cierre del anillo no va a cambiar la contaminación del Piles. El problema está en los vertidos», expone a miGijón. «En la zona rural, por ejemplo, no hay saneamiento ninguno. Es un verdadero desastre y un auténtico coladero. Y luego está el problema de los purines, que no es menor, y que hemos denunciado hasta la saciedad», lamenta.
No obstante, avala la decisión del ayuntamiento sobre el anillo navegable. «Las instalaciones deportivas son un bien que tenemos que reclamar, pero si pones una barrera al río estás dificultando su movilidad y su limpieza. Estamos hablando, además, de un río con tan poco caudal que, cualquier barrera que pongas, frenará su velocidad, aumentando la contaminación».
«Nadie quiere ceder»
«Cuando se plantearon hacer ese anillo en un río con tan poco caudal no tuvieron en cuenta ese detalle, solo la necesidad de tener un sitio donde remar. Es un poco sorprendente. Está claro que es un problema para el río, pero ahora tiene mala solución, porque nadie quiere ceder», apunta el ecologista.
Una obra de otros tiempos
La geóloga Beatriz González, integrante del equipo de Ecologistas en Acción que ha elaborado en 2020 una propuesta para la renaturalización del Piles, defiende una postura similar. «El anillo obstaculiza el flujo del río. Las compuertas provocan el estancamiento de las aguas y esto no es bueno si queremos mejorar las características fisicoquímicas y biológicas del agua. El Piles debe fluir porque uno de los objetivos de un río es fluir y transportar sedimentos de las zonas altas a las zonas bajas. Si tú le pones un obstáculo, ese flujo termina y el agua queda estancada», explica a miGijón.
Sobre el origen del anillo, inaugurado en el mandato de la socialista Paz Fernández Felgueroso, cree que pertenece a otros tiempos. «Se hizo en un momento en que todavía no había una conciencia por parte de los gestores. Hoy, no se podría hacer. Si hoy se plantease, la propia Confederación Hidrográfica del Cantábrico, que ha cambiado totalmente en su forma de ver las cosas, no lo permitiría. Esta actuación no sería defendible hoy en día; la propia Confederación no podría defender el anillo».
El eterno retorno de las truchas
En marzo de 1987, el ayuntamiento de Gijón organizó una repoblación del Piles con 36.000 alevines de trucha. En aquel acto, promocionado a bombo y platillo en la prensa, el entonces concejal de Medio Ambiente, Marcelo García, proclamó: «Hasta ahora la imagen que tenían los gijoneses era de un río contaminando y maloliente, en el que la única fauna piscícola que sobrevivía eran los muiles, pero esta repoblación contribuirá a lavar la cara de este río. El ayuntamiento ha conseguido que los propietarios de las industrias situadas a lo largo del cauce no viertan en él sustancias contaminantes y esto ha permitido que sus aguas vuelvan a bajar limpias y dentro de poco, espero, con truchas».
Hace solo unos meses, el actual concejal de Medio Ambiente también participó junto a la alcaldesa Ana González en la suelta de 10.000 alevines de trucha en el río Piles, a su paso por el parque fluvial. «Tenemos un plan muy ambicioso de recuperación del Piles y este es un acto simbólico de ese plan y de lo que pretendemos; queremos que en este mandato se logre renaturalizar el río Piles», dijo aquel día Aurelio Martín.
«Es ridículo soltar truchas en un río contaminado»
Treinta y tres años separan ambas escenas de alegre repoblación piscícola. Para el portavoz de la Coordinadora Ecologista nada ha cambiado. Ni en el fondo, ni en las formas. «Es ridículo soltar truchas en un río contaminado. Es una campaña de imagen, es vender humo. No tiene ningún fundamento, pero nos da una idea de cómo funciona esta gente. Los políticos actúan para la galería», lamenta Pontigo.
Por el momento, los únicos peces que surcan el último tramo urbano del Piles son los muiles, que no han logrado quitarse la mala fama que ya tenían en los 80. «Son animales asociados a la mierda, eso es así», afirma el ecologista. «Donde hay un punto de vertido, están ahí. No es que coman mierda, pero se alimentan de deflaciones orgánicas. Lo que suele salir de los colectores, para los muiles es alimento».
«La pasta se ha acabado»
Para Fructuoso Pontigo, Gijón lleva cuatro décadas procrastinando. «En cuarenta años no se ha mejorado en nada. Es verdad que se han hecho algunas obras, pero está claro que son insuficientes, porque no han resuelto los problemas fundamentales. No tenemos una red separativa de aguas pluviales y residuales, no tenemos colectores en toda la cuenca, o los que existen están mal conservados o con problemas de fugas, no tenemos depuradora, no tenemos pozos de tormenta y, encima, tenemos una muy mala gestión de los residuos ganaderos. Gijón no ha hecho los deberes».
«Y lo peor de todo ha sido intentar tapar la realidad», insiste. «Se ha ido muy despacio. No se ha hecho lo suficiente, mientras en otros sitios se avanzaban normativas, aquí no se ha tenido en cuenta la realidad. Llegaron cantidades enormes de dinero de Europa, que inundó Asturias de fondos para que se hicieran depuradoras y colectores… pero se malgastó el dinero y hoy resulta que han pasado muchos años, la pasta se ha acabado y nos encontramos con obras sin ejecutar o mal hechas».
Nuevo plazo: octubre 2021
Según declaró Ana Braña, la anterior presidenta de la Empresa Municipal de Aguas (EMA), es tarde incluso para algunas actuaciones. Para hacer realidad el saneamiento separativo, por ejemplo, “habría que levantar toda la ciudad”, afirmó la política de Foro.
Actualmente, se están construyendo dos pozos de tormentas en Gijón, uno por cada cuenca. El tanque del este, ubicado en el parque de los Hermanos Castro, cuyo proyecto procede de 2012, acumula ya un sobrecoste de 4 millones de euros, con un presupuesto que ronda los 11 millones. Tras numerosos retrasos en su ejecución, el nuevo plazo previsto para la finalización de las obras es octubre de 2021.
Los vertidos descontrolados
En una línea similar, Beatriz González señala los vertidos como el problema más urgente. «El tema del anillo está saliendo en la prensa porque afecta a un club privado con gran implantación en la ciudad, y muchos medios para hacer publicidad, pero el anillo no es la causa de la contaminación del Piles, aunque pueda favorecerla. El problema es la falta de saneamiento y los vertidos, sumado al problema de las lagunas del parque de Isabel La Católica, donde hay una lámina de agua de bajo espesor que favorece la generación de algas. Al final, todo eso termina en el Piles», expone.
Sobre la ubicación de las emisiones, señala directamente algunas. «Se ha ido mejorando con el tiempo, pero todavía hay vertidos en la zona de El Pisón, donde algunas viviendas están vertiendo al río. El club de hípica está vertiendo también al Piles, igual que la Feria de Muestras«, sostiene la geóloga de Ecologistas en Acción.
Según ambas entidades, el Club Hípico Astur (Chas) y el Recinto Ferial Luis Adaro concluirán este año las obras para solventar sus problemas de vertido al río Piles, tras una inversión de 100.000 euros. Por otra parte, el ayuntamiento ha anunciado el inicio de la reforma del colector del Peñafrancia y diversas actuaciones de limpieza, impermeabilización y dragados en los estanques del parque de Isabel la Católica.
Guerra de informes
Fue en diciembre de 2019 cuando el ayuntamiento clausuró el anillo navegable tras conocer los resultados de un estudio diagnóstico adjudicado a una empresa de ingeniería denominada Uvant, con domicilio en Gijón, que señalaba la presencia de cianobacterias de gran toxicidad para las personas en las aguas de ese tramo del río.
El Real Grupo de Cultura Covadonga, enseguida calificó la decisión como un «mayúsculo despropósito». «Supondría literalmente un atentado al deporte base de nuestra ciudad. Supondría dejar sin la práctica del piragüismo a Gijón y, con ello, llevar a los más pequeños a abandonar su práctica», declaró el club en un comunicado.
«Las cianobacterias son un síntoma de contaminación, pero no siempre»
En septiembre de 2020, la entidad presentó un contrainforme elaborado por un equipo dirigido por un reconocido experto, Francisco Pellicer, doctor en Geografía de la Universidad de Zaragoza e investigador del grupo AGUDEMA. En su estudio, realizado por encargo, el RGCC niega la existencia de cianobacterias en el anillo, reprobando el documento manejado por el consistorio. «Los informes presuntamente científicos en los que se apoya el ayuntamiento de Gijón no aportan datos ni criterios que justifiquen la supresión definitiva de las compuertas del anillo navegable», afirma el estudio del club.
«Las cianobacterias proliferan en determinadas condiciones, con poca lámina de agua, en aguas estancadas, con poca renovación o con mucha presencia de nitratos de fósforo que proceden de los vertidos», explica Beatriz González. «Son un síntoma de contaminación, pero no siempre, porque hay bacterias que pueden ser positivas. Sobre todo, se generan en las lagunas del parque de Isabel la Católica», añade la integrante de Ecologistas en Acción.
«Los estudios ponen lo que tú quieres que ponga»
Así las cosas, el 14 de octubre, el ayuntamiento presentó los datos preliminares de otro estudio, ahora de la Universidad de Oviedo, que identifica la presencia de organismos tóxicos en el anillo. De nuevo, la concejalía de Medio Ambiente recomendó no realizar actividades deportivas. Sin embargo, el Grupo Covadonga contrarrestó el diagnóstico con otro informe, argumentando que la presencia de 3,7 células de cianobacterias por mililitro detectadas está lejos de las 20.000 que la Organización Mundial de la Salud considera un riesgo para la salud en aguas recreativas.
«Los estudios ponen lo que tú quieres que ponga, no vamos a engañarnos. No van a decir lo que tú no quieras que diga», opina el portavoz de la Coordinadora Ecologista de Asturias, muy crítico, por otra parte, con los estudios encargados por las instituciones públicas. Cree que solo sirven para ganar tiempo. «Lo que debe hacer un consistorio es aportar soluciones. ¿Qué hacen muchos ayuntamientos? Cuando hay un problema, dicen: vamos a hacer un estudio ¿Y qué significa eso? Pues que no vamos a hacer nada. Gijón ha tapado los problemas, y ahora nos encontramos con un problema grave donde todos miran hacia otro lado».
Cuando el río suena… heces lleva
En marzo de 1976, la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza ya realizaba la siguiente denuncia en la prensa. «Mencionaremos como ejemplo la playa de San Lorenzo, donde cualquier espectador podrá observar heces humanas en abundancia. Nos consta en que si esta playa no ha sido cerrada al público fue sólo por evitar un escándalo público. El caso del Piles es sobradamente conocido por todos: anualmente, la contaminación industrial que este río arrastra produce quemaduras de consideración a cientos de bañistas».
Sin embargo, la hemeroteca no recoge hasta los 80 las primeras menciones a los carteles de «PROHIBIDO EL BAÑO» que, en la actualidad, cuarenta años después, al principio de cada temporada estival recuerdan a los usuarios la insalubridad del estuario de la playa San Lorenzo, la más concurrida de Asturias y un emblema de Gijón donde se han convertido en habituales los cierres a causa de los alivios de aguas fecales.
La última vez, el pasado 12 de agosto, tras un colapso de la red de saneamiento a causa de las tormentas de la víspera. Un año antes, el 23 de septiembre de 2019, la playa se mantuvo cerrada varios días tras la aparición de siete peces y un ave muertos en el estuario. El verano anterior, el 26 de mayo de 2018, el ayuntamiento mantuvo la playa abierta mientras los usuarios denunciaban olores nauseabundos, espumas y manchas marrones en la bahía. Los estudios mostraron altos niveles de bacterias fecales y, pocos días después, el 8 de junio, tras un nuevo episodio de fuertes lluvias, que en esta ocasión llevaron ratas muertas a la orilla, se izó la bandera roja en la playa en San Lorenzo.
«Esto funciona de la siguiente manera», explica Fructuoso Pontigo. «Cuando llueve mucho, los colectores aguas arriba, y desde el de La Camocha no hay ninguno más hacia abajo, toda esa agua va directamente al río. En Gijón se ha construido mucho en los últimos años, pero seguimos teniendo una red que no es separativa, quiere decir que no están separadas las aguas residuales de las pluviales. Entonces, cuando llueve, va todo por el colector, y como el colector no tiene capacidad, se suelta al río. Entonces nos encontramos con que cada vez que viene una tromba de agua la mierda sale, literalmente. Y cuando se diluye ese volumen de agua, queda el poso de la porquería».
«Desde 2008, todas las poblaciones, al margen de su número de habitantes, deben tener el saneamiento. Gijón es un caso sorprendente, porque estamos en 2020 y no lo tiene todavía en ninguna de sus cuencas», denuncia el portavoz de la Coordinadora Ecologista.
La vuelta a los orígenes
Hace un siglo, el Piles era un sinuoso y agradable río costero plagado de meandros al que el desarrollo urbano de Gijón fue ganando terreno en su estuario hasta convertirlo, prácticamente, en un canal de hormigón.
La propuesta presentada por Ecologistas en Acción al ayuntamiento busca recuperar, en la medida de lo posible, parte de aquel aspecto original mediante un plan basado en diez puntos de actuación, con un presupuesto sostenible.
Mientras tanto, el Piles ha superado otro verano sin demasiados chaparrones. Y los concejales también. Desde hace años, el río se ha convertido en un arma para la acción política utilizada desde todas las esquinas del pleno. Mientras unos sueltan alevines de trucha río arriba, otros convocan a la prensa para hacerse una foto río abajo, recordando a la sociedad lo importante que es la recuperación del Piles para el futuro de Gijón.
Sin embargo, después de tanto tiempo conviviendo con la insalubridad del río, después de medio siglo esperando un saneamiento a la altura de sus impuestos, los vecinos solo podrán creer, probablemente, a aquel político que en una operación similar a la de Manuel Fraga cuando se zambulló en aquella playa tras el accidente nuclear de Palomares, se meta en el Piles después de una tormenta, sumerja la cabeza, abra la boca y, al volver a la superficie, tras tragar, diga, por fin: «El Piles está limpio».
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