Gemma Fernández, gijonesa y arquitecta, es una de tantas apasionadas de la ciudad que tuvo que emigrar en busca de un futuro mejor. Asentada en Alemania, combina su trabajo con el desarrollo de su blog en el que, entre otras cosas, nos cuenta la historia detrás de muchos de nuestros edificios más emblemáticos. De cómo comenzó todo, su historia y, sobre todo, su pasión por la arquitectura de la ciudad, hablamos con ella.
En tu blog tienes varias entradas dedicadas a la ciudad, ¿qué estilos crees que son los reinantes en Gijón?¿Y qué edificios recomendarías ‘no perderse’ a todos los gijoneses?
En Gijón tenemos ejemplos muy buenos de la sofisticación que en las décadas de los 20 y 30 del siglo pasado nos regaló el estilo Art Decó. La estación de autobuses y el cercano hogar Maternal e Infantil, más conocido como casa Rosada, son algunos de ellos. Sin embargo entre mis preferidos están el edificio que alberga hoy el Hotel El Moderne.
En Gijón, tenemos verdaderas joyas, que no debemos dejar caer en el olvido y que hay que cuidar, y mucho, porque dan a la ciudad su preciosa seña de identidad.
El eclecticismo también dejó una importante huella en la ciudad. Edificios como nuestro precioso Teatro Jovellanos, que además aún sigue conservando la funcionalidad para la que fue creado, son muestra de ello. Y en cuanto al modernismo, sin duda el edificio del Varsovia, de Manuel del Busto es mi debilidad.
Y por el contrario, ¿hay un edificio ‘feo‘ en Gijón? ¿Alguno al que le tengas algo de ‘manía‘?
Los edificios en primera línea de la playa de San Lorenzo están entre los que menos me convencen. No tanto por feos, y menos ahora que lucen ya sus renovadas fachadas, pero sí por su desafortunada escala en altura y en cercanía al muro, al que le roban luz y horas de sol. El palacete, conocido como el martillo de Capua, fue el gran superviviente de la tormenta urbanística que sacudió la bahía gijonesa de los años 50 y 60.
Precisamente, en tu blog dedicas una entrada a la estación de autobuses de Gijón, edificio que ha causado recientemente mucho revuelo debido al lamentable estado de conservación en el que se encuentra, ¿qué opinión guardas sobre ello?
Me da mucha pena, que un edificio tan emblemático no se trate con el cariño que debería. Por otro lado, es lamentable que quien llega como turista en autobús, vea que Gijón carece de una estación de autobuses a la altura. Lo primero es dotar a la ciudad de una estación adecuada a nuestras necesidades y a la época en que vivimos pero si ese no va ser su sitio…se debería pensar en darle a lo que queda del edificio una funcionalidad nueva sin dejar de lado su atractiva fachada, ya que además de estar protegida, renovada a conciencia volvería a ser un enclave y una referencia histórica maravillosos.
Otra de las grandes polémicas se generó debido a las obras llevadas a cabo en el Muro. ¿Cuál es tu opinión en este ya famoso a favor/en contra?
En cuanto al «Cascayu«, la situación de emergencia, por el Covid, en el que surgió facilitó a los ciudadanos pasear minimizando riesgos con la distancia necesaria. Hay quien dice que casi no se usó, bueno sea como fuere, fue una herramienta más de las que se tomaron pensando en contener el brote y mejor disponer de ella, aunque no se use tanto como se quisiera, a no tenerla. Si no nos lo hubiesen ofrecido también habría quien lo criticara. Otras ciudades como La Coruña, sin ir más lejos, también siguieron esa línea de acción.
Debería favorecerse los concursos de ideas y pensar no sólo con fines políticos ni en tiempos electorales concretos sino a muy largo plazo, para que sea algo que realmente funcione.
Que tras esto, se pensará en convertir esta medida hasta entonces provisional en algo permanente, indica el intento de llevar la ciudad a explorar otras opciones de las que estoy muy a favor, como la de favorecer al peatón frente al coche. Muchas ciudades europeas tienen este modelo y funcionan más que bien.
Sin embargo, creo que para cambiar el tejido de una ciudad hacia esos objetivos, hay que hacer un estudio exhaustivo y tener en cuenta que cosas hay que mejorar para lograrlo. No podemos cerrar el paso al coche sino aportamos un transporte público eficiente y ecológico, no se debe plantear algo que no se pueda sostener. Por ejemplo, no sirve pensar en que sin coche en el centro la gente va a usar mas la bici, sino creamos carriles bici bien definidos y que nos lleven seguros y en pocos minutos a nuestro
destino.
Valoro positivamente cualquier intento de cambiar lo establecido, el no dar las cosas por sentadas y que la ciudad evolucione pero siempre con la mirada a largo plazo y madurando las ideas entre profesionales.
Que el ejecutivo se deje asesorar por los expertos y se debata abiertamente es a mi entender lo ideal. También ayudaría que los ciudadanos dejen de lado ese hobby tan nuestro, de criticar a favor y en contra según la idea de la obra salga de su partido o del contrario y abran la mente a nuevas ideas y modelo de ciudad. Al fin y al cabo, quienes vamos a disfrutar de ellas somos nosotros mismos.
Dicen que, muchas veces, tenemos que irnos lejos para poder apreciar de verdad lo que dejamos atrás. Como asturiana emigrada, ¿qué echas de menos la ciudad? ¿a qué edificios asocias la ciudad cuando piensas en ella?
Cuando pienso en Gijón, pienso en su corazón, Cimadevilla, con el trazado típico y sus adoquines, que nos invitan a perdernos y descubrir sus rincones, en la bahía de San Lorenzo, con el olor a mar y algo tan nuestro como es el pasear, relacionarnos y disfrutar de la calle, de la playa; y en edificios y lugares que aúnan la arquitectura típica con la gastronomía y esas tradiciones tan nuestras, como el mercado de abastos, las sidrerías y los merenderos.
Todo esa arquitectura y esos trazados regados por nuestro carácter abierto, alegre y disfrutón son los que hacen Gijón una gran ciudad, y los que despiertan la morriña y las ganas de volver pronto cuando estas lejos.