El concejo del Bajo Nalón rinde homenaje a las dos hermanas, de nueve y siete años, con cuyas vidas acabó su propio padre, José Ignacio Bilbao Aizpurúa, el 27 de noviembre de 2024
Todo acto que implique a la infancia acostumbra a ser un cúmulo de risas y energía, de alegría colectiva ante esa capacidad infinita de disfrute de la vida que sólo se da en los años más tempranos de la existencia. Hace diez años y un día, en la tarde del 27 de noviembre de 2014, ese potencial les fue arrancado de un plumazo por su propio padre, José Ignacio Bilbao Aizpurúa, a las pequeñas Amets, de nueve años, y Sara, de siete. Un crimen estremecedor para la localidad de San Juan de la Arena, donde tuvo lugar, así como para el concejo de Soto del Barco, la comarca del Bajo Nalón y, en último término, para el conjunto de Asturias. Sin embargo, todo aquello que, en circunstancias normales y felices, las dos hermanas podrían haber hecho, sentido y sido ocupó ayer las mentes de las decenas de personas que, a escasos metros de la iglesia de San Pedro de Soto, se concentraron para honrar a la pareja en el décimo aniversario del suceso… Y, de un modo simbólico, aunque poderoso, contribuyó a devolverlas, en cierto modo, a la vida.
Un escuadrón de mariposas plateadas hinchables, combinadas con otras elaboradas artesanalmente con piezas multicolores, se desplegó sobre el monolito erigido en 2016 para honrar a ambas niñas… Rescatando así el cariñoso apodo, ‘mariposas’, con el que Amets y Sara fueron llamadas por sus cercanos; especialmente por su madre, Bárbara García, aún residente en el municipio. Una amiga íntima de esta última, de hecho, redactó el relato que leyó al público la concejala de Mujer e Igualdad del Ayuntamiento, Rosa María Méndez. Sólo ella tomó la palabra en un encuentro sobre el que, en todo momento, planeó el rechazo a cualquier forma de violencia, particularmente aquella ejercida contra la infancia. Al término de la lectura del escrito, una miríada de paraguas blancos fueron abiertos al unísono como guiño postrero tanto a la repulsa contra las agresiones, como a la eterna presencia de las pequeñas entre los vecinos del concejo.