«En Asturias somos cainitas, tendemos a creer que lo de fuera es mejor que lo nuestro»
«La evolución del género pasa por este colador de frescura que pueda hacer que llegue a todos los oídos»
«La oficialidad es una demanda social y una forma de reconocimiento a nuestro patrimonio lingüístico»
Anabel Santiago es, sobre todo, una mujer feliz. O al menos esa es la impresión que deja la charla con una mujer polifacética (artista, profesora, presentadora) que puede con todo y que todo lo hace con una sonrisa. En su haber más de 20 años sobre las tablas, media docena de discos, los premios de tonada más importantes de la región y bolos en sitios tan dispares como Cuba, Escocia o el continente africano. Es una de las artífices de la modernización de la tonada aunque, como ella misma dice, hubo muchos antes. Convertida en un referente del cante asturiano y firme defensora de la oficialidad «de nuestra lengua», apuesta por recuperar los espacios de cante y sigue transmitiendo a las nuevas generaciones, desde la Escuela de Música donde trabaja, el amor y la pasión por un género que no está, ni mucho menos, muerto.
Dicen que estás empeñada en modernizar la tonada tradicional, pero, ¿qué significa exactamente eso?
Yo vengo de la tonada tradicional, empecé cantando en concursos y me fui dando cuenta de que la tonada necesitaba relevo, tanto de cantantes como de público. Así comencé a abrirme a otros estilos, a intentar nuevas fórmulas musicales y a darle un giro necesario. No es algo distinto a lo que se hace en otras disciplinas como la gaita o el baile. Es necesario ese aire fresco que consigue hacerla más llamativa.
Es una evolución que se nota muy claramente en tus discos. De tus inicios al último, ‘Y Andá’, hay un salto muy grande, un sonido más “actual”.
La tradición no está reñida con que las canciones puedan sonar actuales. El tratamiento de ‘Y Andá’, por ejemplo, es electrónico y en él participa el dj Fruela 757. Además creo que también hay una renovación, sobre todo en las letras, que son casi todas mías. La evolución del género pasa por este colador de frescura que pueda hacer que llegue a todos los oídos.
Has abierto camino a muchos otros que vinieron detrás, y no puedo evitar preguntar por Rodrigo Cuevas, un «agitador del folklore», como él mismo se define.
Rodrigo hace, creo, algo más parecido al Cabaret, pero es cierto que somos gente que lleva muchos años trabajando tratando de renovar la tradición. Quizás es algo antes no tenía esa misma visibilidad, pero no es algo que haya surgido ahora.
Lo que sí tenéis en común los dos es que derribáis eso de que la música tradicional o el folklore es cosa de “viejos”.
Se empieza a conocer que la música tradicional es divertida, que es una rama de nuestra música que está muy viva y que cada vez arrastra más público. La idea solamente es saber cocinar los ingredientes adecuados para que la gente entienda que, desde la tradición, se puede ir a la modernidad. Tanxugueiras es el ejemplo más claro de que es música que interesa.
¿Crees que en Asturias estamos un pasito por detrás de Galicia en la promoción de nuestra cultura y nuestras tradiciones? Parece que no acabamos de saber vendernos bien.
Sí, pero es una cuestión histórica. Somos cainitas, tendemos a creer que lo de fuera es mejor que lo nuestro. La mayoría de artistas asturianos tienen que marcharse fuera para consolidarse. Yo tengo la suerte de haber sido reconocida desde muy pequeña, pero veo a compañeros a los que les cuesta mucho abrir camino en Asturias. Deberíamos creernos más lo que tenemos, nuestra gastronomía, la música, la sidra, el deporte…
Hablas de salir fuera de Asturias, y tú lo has hecho, pero por buenos motivos. ¿Hasta dónde ha llegado la música de Anabel Santiago?
Tengo la suerte de haber tocado en lugares tan alejados como Argentina, Venezuela, Cuba. He cantado en África, en muchos de países de Europa, en Centros Asturianos repartidos por todo el mundo, en Festivales Internacionales… Pero ahora, por las circunstancias, no se puede salir tanto a trabajar fuera.
¿Cómo es llevar la tonada a África?
Es un lugar donde la gente respeta mucho la música. Disfrutan de nuevos sonidos y tienen una apertura mental muy grande respecto a las tradiciones. En general, allí dónde he ido se recibe muy bien el folklore. Por eso digo que no somos conscientes de lo que tenemos aquí, pero cuando salimos fuera nuestra cultura triunfa.
¿De dónde te viene a ti esa pasión por la cultura tradicional y por el cante?
Lo mío es cuestión genética. Mi abuela materna cantaba mucho y además, por otro lado, mis padres tuvieron un chigre toda la vida y yo cantaba allí. Es algo tan típico como eso, la tradición asturiana de cantar en chigres, de enredar hasta altas horas. Soy heredera de esa cultura. Es una pena, porque poco a poco en Asturias se han ido perdiendo sitios así, donde reunirse para cantar. Queda alguno en Siero pero no llegan a ser lo que eran antes. Falta apoyo institucional, dar un impulso. La muestra es que escuelas, como en la que trabajo, (Escuela Municipal de Música Tradicional de Oviedo), están llenas de alumnos jóvenes, la gente tiene interés en aprender.
En relación a esa cultura hemos visto en los últimos meses un intenso debate en torno a la oficialidad del asturiano.
Parecía que iba a llegar pero por un voto no se pudo llevar adelante. En este sentido yo soy positiva, más tarde o más temprano tiene que darse, es una demanda social y una forma de reconocimiento a nuestro patrimonio lingüístico. Debería oficializarse por el hecho de mantener viva una lengua que es la nuestra y que se dé la posibilidad de que se mantenga viva y se conozca. Si perdemos nuestra lengua será como perder las patas del hórreo.
Has ganado premios de tonada como para tener que plantearte dónde guardarlos en casa. ¿Has llegado donde siempre soñaste o todavía quedan metas?
Siempre digo que mi sueño es la vida que estoy viviendo, eso es alcanzar la meta. Yo he querido vivir de la música toda mi vida, y ahora soy cantante y profesora de cante. Trabajo de lo que me gusta y lo hago en Asturias. Además llevo muchos años de carrera y ahí sigo, y eso también es siempre un triunfo.
Para mí la vida es simplificar y valorar todo lo que la vida me ha dado. Hago lo que quiero en cada trabajo, colaboro con los músico que me apetece y, solo por eso, ya soy una privilegiada.
Y es que, aunque te dediques al cante, sigues manteniendo tu trabajo en la Escuela Municipal de Música Tradicional de Oviedo ¿Es imposible hoy en día vivir de la tonada?
Es muy complicado básicamente porque el circuito que hay es de concursos. No tenemos otro circuito definido de canción tradicional asturiana, ahí estamos cojos. Debería generarse, sobre todo para que los jóvenes que empiezan puedan ocupar esos lugares.
Casi todos los profesionales que conozco en este mundillo están ramificados, muchos con la enseñanza, y aún así es complicado que te dé para vivir.
Además de cantar y de tu trabajo como profesora también podemos verte de nuevo en TPA, en Axuntábanse, el programa que presentas junto a Pau Santirso. ¿Cómo da tiempo a todo?
Con mucha disciplina, mucho cariño e intentando pasarlo bien. Cuando haces de tu trabajo algo motivante ya no es trabajo. A Axuntábanse voy a pasarlo bien, que es trabajo, pero nos lo pasamos tan bien que es un privilegio. Esa filosofía también la tengo en los conciertos, la de disfrutar y hacer disfrutar. Es una forma de ver la vida.
¿Si de todo ello tuvieras que quedarte con algo?
Cantar, sin duda. Es lo que me lo ha dado todo.
Y dónde vamos a verte cantando este verano.
Estaré viajando por toda Asturias… dentro de poco estaré en Murias (17) y Colunga (21) y también en Gijón, donde estaré en el Festival Al Resve, justo el día de su inauguración. Es un bolo que me hace mucha ilusión. Será un verano lleno de conciertos.
Y, para terminar, tres preguntas rápidas: ¿Con quién firmarías una colaboración, dónde te perderías un fin de semana, y a qué chigre irías a celebrar un buen domingo?
La colaboración con Mónica Naranjo, sin dudarlo, que es una pedazo de artista y una gran diva. Para perderme elegiría cualquier pueblo costero de Asturias y la espicha… en Deva, aunque en definitiva en cualquier merendero con una parrillada, sidra y buena música.