La Asociación Vecinal ‘Evaristo San Miguel’ cierra hoy su programa navideño con ‘Campana y se acabó’, su particular fiesta de fin de año, en la que los más pequeños gozarán de un protagonismo especial
Hay ganas de Nochevieja. Muchas. Ya sea porque 2024 haya sido considerado un año mejorable, porque se hayan depositado grandes esperanzas en 2025, o por el puro y simple placer de la celebración que marca el salto de uno a otro, las ansias por disfrutar de la velada del 31 de diciembre al 1 de enero están ahí, en el aire, casi palpables… Y marcadas, en muchos casos, por cierta dosis de impaciencia. Un asunto al que en el Polígono de Pumarín han querido poner solución esta misma tarde. Así, a partir de las 18 horas el barrio gijonés se sumergirá en esa fiesta tan propia como icónica, que es ‘Campana y se acabó‘, un adelanto de la oficial de cambio de año que tendrá lugar dentro de sólo tres días, y en la que los niños, como las uvas y el champán (a menudo, sin alcohol) acapararán todo el protagonismo. Será, de hecho, el broche final al variado programa lúdico que la Asociación Vecinal ‘Evaristo San Miguel’ ha venido desarrollando desde que, el 29 de noviembre, se procediese el ‘botonazo’ que iluminó la Navidad.
La pista deportiva del colegio público (CP) ‘Evaristo Valle’ será el escenario del acontecimiento, hecho realidad por la empresa Ángel de Amor Eventos, y que incluirá espectáculos musicales y animaciones infantiles, para entretenimiento y deleite de los más pequeños… Y, por qué no, también de los mayores. Por fin, a las 20 horas se hará una pausa en los festejos para escuchar las Campanadas, comer las uvas y brindar, como dicta la tradición, antes de retomar la diversión. Todo ello, bajo la atenta mirada de ‘Poligosín’, la estrella navideña del Polígono, ya en plena forma y repuesto de los efectos de los últimos actos vandálicos que se cebaron con él. Y todo apunta a que esta tarde su luz estará acompañada por algún que otro atuendo… Digamos, pintoresco. No en vano, no es infrecuente que los lugareños acudan a la fiesta ataviados de formas curiosas, que sólo la magia de la Navidad y, tal vez, también la del Antroxu pueden abrazar.