La pareja artística comparte su pasión por dos de sus referentes, Víctor Manuel y Ana Belén, a quienes incluirán en el repertorio con el que darán ritmo a La Montera Picona el domingo por la tarde
Un rato al lado de Arancha Miñán resulta suficiente para comprobar que no le exige grandes cosas a la vida; que lo que para algunos forma parte de lo rutinario, como escuchar una canción, es experimentado con genuina e involuntaria emoción por esta gijonesa del barrio La Arena. Seguidora del mantra «vive y deja vivir», cumple con su jornada laboral, se alegra por los triunfos de sus compañeros en el escenario como si fuesen propios y agradece cada día a quien haga falta poder dedicar parte de su poco tiempo libre a la música, aquello con lo que más disfruta. De esta «calidad humana» habla Jorge Menéndez cuando explica por qué ha querido compartir actuación en La Montera Picona el domingo a las 18.00 horas junto a Miñán. «Subidos ahí arriba podemos ofrecer espectáculo y dar una imagen de artista, pero conforme pasan los años metido en este mundillo te das cuenta de que lo importante para un intérprete y lo que le define ocurre detrás, cuando termina el show».
Su relación con el mundo de la música les ha llevado por dos trayectorias muy diferentes. Arancha comenzó siendo lo que ella misma define como «cantante de tendal». A los 7 años, se encaramaba en la ventana de su patio de manzana y ponía voz a todas las peticiones de sus vecinas, que escuchaban encantadas. Del tendal cuenta que ascendería al karaoke ‘El Chicago’, bastante conocido entonces en la ciudad. Con 16 años, mientras sus amigas se iban a otros bares en los que disfrutar de la fiesta, ella se escapaba hasta allí para cantar. Y después de varias incursiones en programas de la TPA como ‘Yes Mundial’ u ‘OP Siglo XXI’, las oportunidades laborales en orquestas y alguna que otra decepción llamaron a su puerta hasta la fecha. Ahora, solo va allá adonde se sienta «como en casa», como le ocurre en la sidrería de La Montera, donde tiene incluso mesa favorita, cercana a la barra y fuera del comedor; «mejor en la zona de chigre». En ella escuchó cantar a Jorge por primera vez.
Menéndez, por su parte, ha vivido inmerso en el mundo de la verbena durante 30 años, concretamente desde los 12. Entonces, ya estaba recorriendo la mitad norte del país con micrófono en mano junto a los compañeros de su orquesta. Después de hacer una carrera mayúscula en Galicia con grupos como ‘Essencia’ o ‘Jerusalén’, comenzó a conjugar estos trabajos con algún proyecto en solitario, como la grabación de un disco en 2021. Una química artística innegable les invadió en alguna interpretación esporádica juntos, cuando Jorge tenía actuaciones e invitaba a cantar alguna canción a su compañera. «Hace más de un mes fui a verle a un local donde actuaba y subí con él; cantamos ‘No sé por qué te quiero’ y cuando terminamos nos quedamos mirando y dijimos: «¿qué acaba de pasar?»», recuerda entre risas Miñán. En otra ocasión más reciente, la magia se repitió y con ella la aprobación de la gente. «Nos pedían otra nada más terminar cada tema», añade.
Esa canción juntó sus dos voces, pero también sentó las bases del camino que les uniría, y tiene que ver con una pasión desmedida por replicar al dueto al que rindieron tributo esa noche, Ana Belén y Víctor Manuel. Si a la gijonesa se le empañan los ojos hablando de ella, a Menéndez se le viene a la memoria aquel momento en el que, con solo 19 años, decidió lanzarse a la carretera para recorrer España haciéndole un tributo al autor de ‘Asturias’. Son clientes y amigos de la sidrería a cuyo público tratarán de animar en la tarde del domingo; uno al que respetan y conocen bien. «Creo que los negocios son un reflejo de la gerencia, de sus jefes, y La Montera Picona es un sitio muy lúdico, uno de los pocos lugares donde la sidra se sigue escanciando y donde se trabaja muy cómodo», razona él. Arancha prefiere terminar con una advertencia: «No sé que tiene este sitio que te envuelve, así que la gente que venga el domingo…».