«Hace años se vendían muchas obras de arte, ahora va más limitado. Hay más láminas, se recurre a otro tipo de decoraciones»
“Este año he participado en 27 concursos de pintura rápida y he conseguido 14 premios»
A golpe de pinceladas rápidas y precisas, Beni Rodríguez se ha hecho un nombre en el mundo de la pintura. Lleva la vocación desde niño, cuando le tocaba diseñar los dibujos de los trabajos grupales, las portadas y todo lo que tenía que ver con los lápices. La vida le llevó a estudiar otra cosa, pero, finalmente, el corazón tiró demasiado y ahora vive entre pinceles y lienzos. Su especialidad es la pintura rápida, donde deja su personal sello y su talento. Este año, sin ir más lejos, ha participado en 27 concursos y obtenido 14 premios. El más importante, el VI Certamen Internacional de Pintura Rápida Fernando Álvarez de Sotomayor. Allí logró también la Medalla y Diploma de la Asociación Española de Pintores y Escultores. Su estudio en Gijón, Arte Norte (calle Emilio Tuya, nº16), es todo un referente de la pintura asturiana.
¿Cuándo empieza a picarle el gusanillo del arte?
Empecé en el colegio, desde niño, con el dibujo. Luego fui progresando. Con el óleo primero, seguí con el acrílico y con la acuarela. Me gusta también mucho enseñar, así que mientras avanzaba en el mundo de la pintura, empecé a ser profesor. Al principio dando clases en colegios y luego fui arrancando en diferentes academias hasta la actualidad, que tengo mi propio estudio.
Combina entonces la docencia con la pintura…
Dentro de la dinámica que tengo ahora mismo es impartir clases en el estudio y los concursos de pintura rápida, además de los cuadros que hago aquí. Los concursos son durante una época del año, entre la primavera y el invierno – entre marzo y octubre, principalmente-. En los meses fuertes participo en muchos, me voy moviendo por toda la geografía.
Me empecé a mover primero en los sitios más cercanos. Luego poco a poco fui integrándome en esa dinámica.
¿Y cuándo decide dedicarse a pintar?
Desde siempre, pero no lo sabes. Mis estudios son de construcciones metálicas, no tienen nada que ver con el arte. Hay gente que, a lo mejor, tiene esa tendencia. Yo siempre hacía los dibujos de clase, las portadas, etc. Eso ha ido progresando hasta que llega un punto en el que quieres vender algún cuadro. Empiezas a vender, primero a familiares o amistades cercanas, luego progresas y ves que quieres dedicarte a eso.
También fue evolucionando las ganas de enseñar lo que uno sabe. No todo el mundo que es pintor o artista tiene la capacidad de enseñar lo que sabe, y a mí me gustaba mucho. No todo el mundo vale. Debes tener la capacidad de sorprender con lo que sabes. Hay gente que tiene un mundo interior muy propio, muy importante, pero que no son capaces de exteriorizarlo. La persona que sí es capaz, lo da todo. Pone toda la pasión a la hora de enseñar. Eso lo valoro mucho. Sobre todo, lo valoro en los niños y en la gente que empieza. El ver cómo avanzan. Yo no envidio nada de lo que los demás hacen, me alegro por todos los éxitos que la gente pueda ir cosechando. Y de los alumnos, que empezaron siendo niños y ahora han estudiado Bellas Artes o Diseño Gráfico, y van cosechando éxitos. Yo me alegro mucho.
¿Y qué tal la experiencia?
Me está llevando a tener bastante reconocimiento a nivel nacional. Para que veas un poco la media que llevo, este año he participado en 27 concursos y he conseguido 14 premios. Muy buena media, contando con que el concurso más importante que gané fue el de Ponteceso – VI Certamen Internacional de Pintura Rápida Fernando Álvarez de Sotomayor – este mismo año, con un premio de 3.000€. Es un premio muy importante que muchos pintores no han podido ganar. Hablamos de premios importantes. Y estoy semana sí, semana no, con premios.
¿Cambia mucho pintar rápido con respecto a la pintura tradicional?
Sí, son cuadros pintados en un día. El procedimiento es que tienes que ir a la organización con un lienzo en blanco que te sellan sobre las nueve de la mañana y, por la tarde, lo tienes que entregar terminado. Son cuadros pintados en menos de doce horas.
Para poder pintar así hay que entrenar, tienes que someterte a usar brochas grandes, a encajar muy bien el tema y a entrenar durante el invierno. Cuando llegas a los sitios ya vas cogiendo un poco lo que quieres hacer y sorprender al jurado con algo diferente a los que los demás harían. Por ejemplo, si yo durante el invierno trato mucho el tema urbano, cuando llego a los concursos intento tratarlo también. Quizá otro pintor, de otra forma, no alcanzaría a tener este método de trabajo. Trabajo muy rápido y mucho con acuarela. Estas técnicas me ayudan mucho.
En el estudio es diferente. Tengo muchos cuadros con motivos de las casetas de la playa, por ejemplo. Gustan mucho. Es un tema que se vende muy bien y que no está demasiado tocado por otros pintores. Es uno de los más recurrentes en el estudio, aunque toco todos los temas: el parque de Isabel la Católica, la playa, etc…
Para usted, pintar es profesión y hobby, ¿cómo desconecta del mundo del arte?
La desconexión que conseguí este año fue comprarme una moto. Tenía muchas ganas desde hace mucho tiempo. Es una válvula de escape. Estoy pintando toda la semana, los fines de semana también. Esas pequeñas escapadas que hago en moto me liberan para desconectar.
¿Cómo está el arte en Asturias?
Hay de todo. Hay gente joven que está apostando muy fuerte y sacando buena cosecha en los premios. Los que ya tenemos una edad estamos dentro de una pintura clásica que tiene su público. No es lo mismo que hace años, cuando se vendían muchas obras de arte, ahora va más limitado. Hay más láminas, se recurren a otro tipo de decoraciones. Los propios pintores tenemos que adaptarnos a ello, a hacer una pintura que sea un poco diferente, que sea un poco fresca. Yo tengo un público de cierta edad, pero también jóvenes. Voy sorteando un poco esto.
Usted que es profesor también, ¿qué le dice a quien quiere dedicarse a vivir de la pintura?
Que tenga las ideas claras desde el principio, que si le gusta lo que hace no va a tener tiempo. Yo cierro el estudio a las ocho de la tarde y sigo pintando, en parte porque tampoco tengo el cansancio de un trabajo en el cual dependa de otras personas. Puedo estar haciendo cosas para mí mismo. Eso me ayuda – o ayudaría a esas personas – a ir superándome. Que no tengan limitaciones en el tiempo, que se marquen pequeños objetivos en los que vayan superándose, que sigan apostando por ello a lo largo de la vida y los éxitos acabarán llegando.
Hablemos de los premios. ¿Son tan importantes?
Sí, no cabe duda de que suponen un gasto importante ir a los concursos, pero cuando recibes un premio de cierta cuantía te da el ánimo suficiente para seguir insistiendo. Tanto a nivel profesional en el estudio, como dentro de esa competición con otros pintores. Te va dando el ánimo para ver que tu pintura gusta en determinado ámbito. No siempre, porque hay otros pintores, lógicamente.
¿Es muy dura la competencia?
Hay competencia entre los pintores. Pero creo que cada uno tiene que encontrar el equilibrio de que te guste lo que haces. Si existe ese equilibro, y tienes pasión en lo que haces, vas a conseguir que la gente se fije en lo que haces, le vaya entrando por los ojos.
La competición tiene que existir, pero ser sana también. En la pintura rápida, por ejemplo, no tengo competidores, tengo amigos. Nos ayudamos, incluso. Tenemos una amistad que dura a lo largo del año y, cuando volvemos a vernos en los concursos, es agradable volver a ver a esas personas. Somos competidores, pero nos ayudamos. Competimos más contra nosotros mismos que contra los demás.
Las redes sociales han cambiado las normas del juego en casi todos los sectores. ¿Qué opinión tiene de su uso para los artistas?
Nos ayuda bastante. Muchas son gratuitas en algunos aspectos, como Facebook o Instagram. Yo suelo trabajar con esas redes. A veces te salen encargos a raíz de ellas, y la visibilidad que nos dan es mucho mayor que teniendo un espacio público como es el estudio. Todo eso nos ayuda y nos da visión también sobre la competencia, sobre lo que están haciendo otros artistas. Todo nos beneficia.
Facilita también el diálogo directo con el comprador…
También corres el riesgo de que el comprador visualice una obra en Instagram, por ejemplo, y pensar que la obra es pequeña y, en realidad, es enorme. O viceversa. Tiene sus limitaciones, pero puedes ponerte en contacto con gente que está en el extranjero y quiere comprarte una obra. Cualquier obra que hagas en un día la puedes publicar y la ve gente que está en EEUU o en Japón, en tiempo real.
Hay quien critica que las redes solo benefician a quien más seguidores tiene, no al talento.
Yo creo que no hace falta tener muchos seguidores, sino tenerlos de calidad. Gente que le guste y valore lo que haces. Muchas veces te lo demuestran con un comentario, te dicen cosas cuando ganas un premio.