«El privilegio tiene que servir para que los demás no tengan que tenerlo, hay que usarlo para hacerlo desaparecer»
La de Bob Pop (Madrid, 1971) no parece haber sido una vida fácil. El humorista, escritor y guionista ha tenido que lidiar con discriminaciones en distintos ámbitos de su vida como el colegio, la casa o la calle. El avance de la esclerosis múltiple que padece con el paso de los años también ha sumado. Sin embargo, ante situaciones que podrían acabar con el ánimo de muchos, Bob Pop saca papel y boli y crea; recicla sin morderse la lengua y sin filtro. Esa actitud ante la vida, entre otras cosas, le ha traído hasta Mieres para formar parte de Caja de Resistencia, aquel programa cultural que las instituciones desarrollaron como respuesta ante los intentos de censura. El cómico madrileño se encargará de poner voz, esta tarde a las 20.00 horas en la Casa de Cultura, a esas experiencias de carácter represor dentro del ámbito LGTBIQ+ y las producciones artísticas centradas en él. También ha elegido Mieres para otra importante cita: mañana, viernes 9 de febrero, estará en el Auditorio Teodoro Cuesta con su obra ‘Los días ajenos de Bob’. Será el final de su gira.
La Caja de Resistencia le ha traído hasta Mieres; un ciclo cultural creado por el Ayuntamiento como contrapunto a los intentos de censura dentro del mundo creativo. Los participantes habéis sido bautizados como los «castigados» por la derecha. ¿Es la cultura el mayor baluarte para combatir esas represiones?
Es un buen lugar, pero también hay que pensar que la cultura es un lugar muy precario. Hace muy poco vimos los resultados de una encuesta hecha a actores y actrices en la que un gran porcentaje no llegaba a ingresar 12.000 euros al año con su trabajo. Esa precariedad ataca a la cultura. No estamos en lugares de privilegio y somos el eslabón más débil de la cadena. Además, se ha construido una imagen de la cultura como de subvencionados, millonarios, caraduras, nadie entiende que hay un trabajo detrás y delante… Entonces, por un lado, padecemos la precariedad, pero por otro lado tenemos la gran ventaja de tener poco que perder.
Ese leitmotiv parece haber conformado gran parte de su discurso creativo a lo largo de su trayectoria y desde sus inicios; el hecho de tener poco que perder después de haber sido sujeto de distintos tipos de discriminaciones en su vida pública y privada.
Sí, aunque yo actualmente sí me considero en una situación de privilegio. Pero yo al final creo que el privilegio tiene que servir para que los demás no tengan que tenerlo. Hay que usarlo, y hay que usarlo para hacerlo desaparecer.
«Ya no tenemos vocación de solistas, cada vez tenemos más claro que formamos parte de un coro y que entre todas, entre todes, entre todos, construimos algo y ocupamos todo el espacio marginal que va de los márgenes al centro»
El alderique de mañana tratará en concreto sobre las discriminaciones a las que se somete al colectivo LGTBIQ+. En Asturias tenemos el ejemplo de Rodrigo Cuevas, que pese a su contribución a difundir la cultura patria suele recibir el insulto fácil de “maricón”.
Rodrigo es un magnífico ejemplo de esa ruptura de barreras tan necesaria. Yo lo venero desde que empezó, me parece uno de los artistas contemporáneos más interesantes que hay, sus discos me flipan, le he visto en directo varias veces y es de una potencia y de una precisión brutal. Yo le entrevisté hace poco para La Marea y hablamos de que ha conseguido una cosa muy interesante, que es unir lo queer con lo popular y lo olvidado, dos elementos en los márgenes. Es decir, los márgenes tienen que encontrarse porque en esos encuentros pasan cosas muy chulas como las que hizo. Él constituye un ejemplo de que se pueden crear maravillas desde los márgenes y de que, lo marginal y la centralidad no siempre deberían vivir en esa relación en la que, si desde los márgenes te va bien, acabas ocupando una posición central. Hay tanto espacio tan interesante en esa tierra baldía que va desde un espacio y otro que lo que tenemos que hacer es llenarla de todo lo que podamos hacer. Y esto tiene mucho que ver con otra transformación que veo del mundo actual y es que ya no tenemos vocación de solistas. Cada vez tenemos más claro que formamos parte de un coro y que entre todas, entre todes, entre todos, estamos construyendo algo y ocupando todo ese espacio marginal que va de los márgenes al centro. Y a mí me encanta estar en el coro de Rodrigo y de otra tanta gente que está haciendo cosas muy interesantes. Y así no darnos codazos y decir: “Yo sí que he sido marginada”. Busquemos nuestro sitio y a la vez protestemos frente a lo que es antidemocrático.
«Asturias es un refugio ideológico; a mí el rollo este izquierdista, reivindicativo, minero y dinamitero me pone mucho»
Hace unos días vimos el último incidente que vivió como persona con movilidad reducida en un autobús de Barcelona. Hablando de esa camaradería en el espacio de lo marginal, ¿cree que la diversidad funcional es el gran olvidado de las luchas sociales y se debería poner mucho más encima de la mesa?
Algo que sí que se nos olvida es que las ciudades adaptadas y los espacios adaptados son para todo el mundo. Y son espacios que facilitan el encuentro, quizá por ello no se potencie tanto, porque da miedo. Sensibilizarse con el tema de la adaptación es una cuestión de mentalidad, pero también de presupuestos, y el dinero tiene que servir para lo bueno. Yo vivo en Barcelona, he viajado a Pontevedra varias veces… Y en ellas ves ciudades amables hechas para los peatones, pensadas para ir a caminar e ir en silla de ruedas, porque los espacios para caminar bien son exactamente los mismos que para ir en silla de ruedas, en muletas o andador, o un carrito de bebé o un carrito de la compra. Ahí podemos encontrarnos de esa forma tan necesaria y dejaremos de ser ajenos, porque a veces mucha gente no entiende lo que es vivir con movilidad reducida porque nunca lo ha visto de cerca y porque los espacios que podríamos compartir no existen. Aquellos que son hostiles para nosotros son los que ellos frecuentan. Entonces cuanto más nos encontremos, más fácil será que nos conozcamos y nos tengamos respeto y descubramos que tenemos mucho que aportarnos. Por ejemplo, para mi presentación de hoy en Mieres, en mi cabeza estaba el avión, que no me humillasen con la silla de ruedas en el mostrador, que Mieres estuviese bien adaptado, que no me cayese por un terraplén… Y yo vine a Mieres a trabajar, es decir, mi cabeza debería haber estado pensando en la charla de esta tarde y la obra de teatro de mañana. Pero una parte de mí siente ese agobio.
¿Qué imagen ha percibido en este sentido durante sus visitas por Gijón, Avilés, Oviedo…?
Aunque es la primera vez que estoy en Mieres, pero visito bastante Asturias. De hecho, mi objetivo a medio plazo es mudarme a aquí o a Pontevedra. Necesito huir del calentamiento global, encontrar un refugio climático y Asturias además es un refugio ideológico. A mí el rollo este izquierdista, reivindicativo, minero y dinamitero me pone mucho.
O sea que elegir Mieres para terminar su gira con ‘Los días ajenos de Bob’ no ha sido casual.
No, me hace muchísima ilusión y cuando teníamos la fecha y la cerramos pensé: “Pues este va a ser el último”. Me parece el sitio perfecto para acabar con ‘Días ajenos’.
En Cadena Ser regala a los oyentes cada lunes sus listas. Para despedir esta entrevista, una con los 3 mayores problemas de la política española.
El primero que veo es el electoralismo; tomar decisiones pensando en las encuestas y en los votos. Un segundo sería la derechización del contexto y del sistema, o cómo se está yendo todo cada vez más hacia la derecha, incluso la izquierda. Y, en tercer lugar, la falta absoluta de calle de la política. Ayer estuve oyendo parte de la comparecencia de Sánchez en el Congreso y lo que entiendo cuando le escucho es que va para dar caña a la oposición, a hacerse memes, pero yo necesito que me cuente propuestas y que se hagan cosas.