Mantener espacios diáfanos en las entradas y salidas de los recintos educativos es obligado. Eliminar los bolardos es una marcha atrás inconcebible y en contra del futuro dibujado
No se entiende que un gobernante gijonés quiera incrementar el riesgo en los entornos escolares por salvaguardar poco más de una centena de aparcamientos. Es algo sorprendente y marca, muy claramente, las prioridades del responsable de movilidad y, también, los pesos en el equipo de gobierno. Es una decisión sin competencia directa de la concejalía de educación, pero con gran influencia sobre la misma, ya que, en una ciudad educadora, la infancia debe ser un centro de sus políticas. Por tanto, debemos preguntarnos, ¿quién ejerce el poder sobre las acciones transversales; FORO o PP? En este caso, si se lleva a cabo la eliminación de bolardos en los centros escolares, es un reflejo de que el peso del gobierno lo tiene FORO, defendiendo, en una decisión sin precedentes, los coches sobre la infancia, el aparcamiento de los vecinos y vecinas sobre sus hijos, nietas, sobrinos…
El señor Barcia vuelve a demostrar que va caminando en sentido contrario a las líneas estratégicas europeas en lo concerniente a la movilidad urbana. Eliminar zonas diáfanas en las entradas y salidas de los centros escolares, para poner aparcamientos de vehículos, es un sinsentido que tan solo una mente con cuatro ruedas y volante puede entender. Estamos hablando de entornos escolares, lugares en donde transita la infancia, colectivo especialmente vulnerable, grupo social que hay que proteger. Pero, además de garantizar el cuidado, los entornos escolares no solo deben ser seguros, sino también agradables, realizando medidas que los adecúen a esas necesidades: tráfico de baja densidad, zonas verdes, escaso o nulo mobiliario urbano que pueda dificultar la visión ante la salida de un cuerpo de metro cincuenta, zonas de esparcimiento y juego… Pensamiento para y por la infancia, defendiendo los niños y niñas sobre los coches, defendiendo hijos, nietas, sobrinos… sobre el aparcamiento de vehículos. Todo lo contrario a lo escuchado esta semana en boca del concejal del Ayuntamiento de Xixón.
Estudios defienden que conformar entornos seguros y agradables favorecen el desarrollo pleno del alumnado. Esto no se puede hacer sin la implicación activa de las administraciones, no solo educativas, de manera transversal. A través de políticas públicas se debe garantizar la existencia de entornos físicos acordes a las necesidades de la infancia, creando una realidad cercana que favorezca el bienestar emocional y el aprecio a su cercanía física y social. Ir en contra de esos objetivos es dar la espalda a la Organización Mundial de la Salud, ya que afirma que un adecuado y cuidado ambiente escolar puede mejorar directamente la salud de la infancia y adolescencia, favorecer el aprendizaje efectivo y contribuir al desarrollo integral de la persona adulta.
La OMS define los entornos saludables como aquellos que “…apoyan la salud y ofrecen a las personas protección frente a las amenazas para la salud, permitiéndoles ampliar sus capacidades y desarrollar autonomía respecto a la salud”. Gavidia (2001) define la escuela saludable como “aquella que posee un ambiente sano donde se aprende de una manera saludable y solidaria con el medio” Devine y Cohen (2007) amplían esa definición hablando no solo de entornos saludables, sino también seguros. La eliminación de aspectos que mejoran y dan seguridad en los espacios cercanos, va en contra de lo establecido por estudios y organizaciones no gubernamentales. Si además de esto, muchos ayuntamientos ven la educación e infancia como elementos fundamentales de sus políticas ¿por qué FORO se niega a ello?
El poder del coche, la comodidad, la percepción de inseguridad hizo, a partir de principios de los ochenta, que multitud de vehículos circulasen por las proximidades de los centros escolares, parándose en doble e incluso triple fila, para dejar a los peques en la puerta. Esto provocó, y provoca, un caos circulatorio que conlleva un riesgo en los entornos, sobre todo en los horarios de entradas y salidas del alumnado. La manera de entender la movilidad en las proximidades de los colegios, con protagonismo de los coches, debe encantarle al concejal de nuestro ayuntamiento, pues fue el poder de los humeantes vehículos el que configuró el diseño y estructura de las ciudades, claudicando las personas ante las exigencias de las ruedas y escapes. El futuro es revertir esta situación. El futuro es de las personas, de las ciudades, no de los coches. Si en los colegios tenemos una actuación realizada, favorecedora de ese obligado cambio en el pensamiento de ciudad, y además afectando a un colectivo vulnerable que debemos cuidar ¿Por qué FORO quiere volver a poner el protagonismo en los coches y no en la infancia?
En una cosa tiene razón el señor Barcia, los entornos seguros deben estar configurados a través de actuaciones conjuntas: administración, usuarios, infraestructuras y movilidad. Y todos, centros educativos incluidos, debemos remar en la misma dirección, pero si quien tiene el poder y la obligación de gestionar una ciudad va en contra de lo dictado por la OMS, la Agenda 2030 y el sentido común ¿Qué camino debemos recorrer el resto de agentes para hacer ver a FORO que las puertas de los colegios no son el mejor lugar de aparcamientos?
Defender la eliminación de bolardos por no estar encuadrado dentro de una acción conjunta del entorno es tan poco creíble que el comentario resulta irrisorio. Parece decir con ello que, hasta la finalización de estudios y acciones en su totalidad, eliminemos aquello que favorece la convivencia, la seguridad y entornos abiertos a la infancia. Con descaro dice: hasta que no realicemos el todo eliminemos el uno, aunque éste sea seguro.
Mantener espacios diáfanos en las entradas y salidas de los recintos educativos es obligado. Eliminar los bolardos es una marcha atrás inconcebible y en contra del futuro dibujado. Si el concejal del ramo, no educativo, sino de movilidad, en su pensamiento onanista, considera que es mejor una barandilla, que la ponga, que la incorpore a lo realizado. Es más, vayamos a máximos, dentro de esas barandillas barcianianas, soñemos pequeñas plazas en las entradas y salidas de los centros educativos, con bancos y sombras para sentarse, humanizando el asfalto, pintando el suelo de chillones colores que lo separe del gris de los coches, estrechando carriles cerca de las escuelas, jugando con las señales para aminorar, más si cabe, la velocidad. Si en un futuro quita los bolardos sustituyéndolos por las plazas en los entornos escolares, no pasa absolutamente nada. Al contrario, enhorabuena. Pero mientras lo piensa y no, mientras lo hace y no, siga trabajando por la seguridad de la infancia no por la comodidad de los coches. Para eso, seguramente, debería escuchar a la concejalía de educación, deberían ser equipo de gobierno.