Carmela nos abre su centro de ensayo junto a Carlos Mesa, actor, y Maxi Rodríguez, autor y director de ‘Morir de selfie’, obra que están preparando y que se estrena en septiembre
Carmela Romero tiene pasión por el teatro. Mientras estaba preparando la obra Carne de gallina, su padre falleció y a ella, inconscientemente, mientras estaba en el velatorio, solo le salía recitar el texto de la obra. Se trata de una comedia negra, lo cual le hizo pasar algún que otro trago incómodo por la situación en la que se encontraba. “Me decía todo el rato a mí misma: Cállate, Carmela, por Dios. Pero también gracias a la obra sabía qué teníamos que hacer en todo momento”, explica.
Actualmente, en su centro de ensayo están preparando la obra Morir de selfie, escrita y dirigida por Maxi Rodríguez. Es la primera vez que trabaja con ‘DeCarmela Producciones‘, pero no con sus componentes. Con Carmela trabajó en ‘Carne de gallina’ y con Carlos Mesa en Niué. Under the coconuts. «Los profesionales de esta región solemos colaborar entre nosotros», cuenta Maxi. Morir de selfie es un monólogo, que se estrena el próximo mes de septiembre. «Tiene un nivel de riesgo en cuanto al tema, porque hablamos de la política ensimismada, de la gente que renuncia al servicio público y se centra en su propio ego», explica Rodríguez. También reflejan la sociedad empantallada en la que vivimos, donde cada uno mira para sí mismo y prima el individualismo. «En relación al espectáculo, estamos muy contentos», dice.
Es el primer verano del Teatro Jovellanos sin ningún tipo de restricción debida a la pandemia, pero el público se ha reducido. «Lo comentamos entre compañeros y estamos notando una caída de público, creemos que es porque la gente todavía tiene miedo a meterse en espacios cerrados y a estar cerca de personas que no conoce o no son convivientes», explica Carmela Romero. En Gijón, en el verano de 2020, se abrió un circuito de artes escénicas en la calle y en los patios de los colegios, para poder trabajar en exteriores y adaptar los espectáculos. «Decían que se iba a mantener, pero este año ya no se hace, esto supone un bajón de contratación y de agenda para la programación cultural. Los espectadores tienen menos obras a su disposición y los profesionales tenemos menos trabajo», dice Romero.
¿Se puede vivir del teatro en Asturias?
Carmela Romero afirma que «se puede sobrevivir trabajando en el teatro en Asturias. Todo depende de lo que busques en tu vida y las necesidades que tengas. Si quieres Ferraris o cambiarte el armario cada dos por tres, entonces no. Para comer sí nos da». «Pero no todos los días», bromea Maxi Rodríguez, que dice que le recuerda a la frase de Fernán Gómez, que decía que «el actor un día come el pavo y al día siguiente come las plumas«.
Carmela dice que el teatro lleva en crisis toda su vida, «necesitas trabajar mucho aunque no ingreses, porque los ingresos entran cuando haces funciones. Pero, si no trabajas mucho antes de hacerlas, nunca las vas a hacer, entonces requiere mucha constancia aunque no haya ingresos. Es algo que puede llegar a resultar bastante desquiciante«. Carlos Mesa explica que lo que ve el público es el producto final, «esto que estamos haciendo aquí la gente no lo ve nunca, es como ver crecer a un niño. Si lo vieran, quizá podrían valorar más el oficio».
En relación a esto, cuando hicieron su primera producción, ¡Ay, Carmela!, grabaron el proceso de preparación en un documental llamado Entre bambalinas, que todavía no se ha estrenado, para enseñarle al público ese crecer del niño, desde la primera lectura hasta el día del estreno. «Lo hicimos sobre todo porque ese espectáculo nos pilló en plena pandemia y estábamos trabajando sin saber si íbamos a poder estrenar la obra. Al final, estrenamos por los pelos«, cuenta Carmela.
De cara al curso que viene quieren abrir el centro de ensayo para que el público pueda ver el proceso de creación de las obras de teatro, las suyas y las de otras compañías que quieran participar. «El público te da muchas cosas que añaden valor al espectáculo. Si ven cómo sueltas el texto, vas descubriendo a través de sus reacciones qué es lo que funciona y lo que no, y qué puedes añadir o quitar. Eso es muy interesante», explica Carlos Mesa.
Las obras de teatro y las energías
En ocasiones hay que adaptar una misma obra dependiendo de la cantidad de público que asista y de la sala en la que se exhiba la función. «A veces hacemos funciones en teatros para 1.000 personas y otras veces la misma función hay que hacerla para 20. La energía que utilizas no es la misma, el truco está en que tiene que parecer igual, no es tanto la energía de los actores, sino lo que transmitimos al público, tenemos que intentar que lo que reciba sea lo mismo», dice Carmela.
«Cambia también el tono de voz, cuantas más personas haya y más grande sea el espacio, más tienes que elevar la voz. Sin embargo, con un público reducido, el tono es más cercano y suave, pero se transmite lo mismo», comenta Carlos.
«Amar el arte en ti mismo y no a ti mismo en el arte»
Un actor nace y se hace. «Tiene que tener cualidades y luego, si te formas, vas genial también, pero hay muchos que se forman y, si no tienen cualidades, no valen. Eso se ve, son dones, igual que ves cuando un niño va a ser bailarín, futbolista o cantante. ¿Por qué quieres ser actor? Yo decía de joven que era porque quería ser famoso. Con los años, te das cuenta de que ese no puede ser el objetivo primordial. El objetivo es amar el arte en ti mismo y no a ti mismo en el arte. Yo al principio me amaba a mí mismo en el arte, por la necesidad de que me vieran y de sentirme aplaudido, entonces tienes que intentar amarlo y amar tu vocación», cuenta Mesa.
«A mí me gusta mucho utilizar el canal del teatro para contar historias y transformar a las personas. El reto es conseguir transmitir un mensaje, que luego cada uno lo interpretará como quiera, pero el objetivo es que cada uno salga de manera diferente a cómo entró en el teatro y hacer pensar a la gente», destaca Carmela.
«El otro día leía el libro de un jesuita, ya fallecido, que contaba la fábula en la que el maestro le decía al alumno: «Vosotros ya habéis hecho todas las oraciones, ahora vamos a presenciar otro tipo de oración”. Se sube el telón, se encienden las luces y empieza la danza que cuenta el libro. Creo que es una manera maravillosa de definir cualquier espectáculo de artes escénicas, porque efectivamente es una oración. Es una manera de relacionarte tú como espectador con los que están en el escenario, los que están en el escenario contigo y luego transforma las mentes de las personas. Figurativamente, la mente está arriba, el cielo estaría en nuestra mente, entonces uno sale transformado gracias a una oración», relata Carlos.
Peter Brook, premio Princesa de Asturias recientemente fallecido, decía que «para que exista el teatro, tiene que haber alguien que haga algo y otro que lo mire».
La imagen del teatro en la política
«El teatro habla de la vida en general, es un espejo en el que la gente se ve reflejada y muestra cosas que no interesan a algunos. Luego hay mucha gente que el teatro lo atribuye a reírse, pero no entienden que tú puedes ir al teatro a experimentar todo tipo de emociones. La gente lee thrillers, asesinatos y cosas sanguinolentas y eso no les molesta. Pero van al teatro, ven una escena donde hay una violación, por ejemplo, y entonces se echan las manos a la cabeza. Duele más, porque somos seres de carne y hueso que estamos en el escenario, son muy potentes las imágenes«, explica Carlos Mesa.
«Tú puedes contar lo que quieras o necesites en una obra, las puede haber que no tengan mucho trasfondo o las puede haber muy sindicalistas o reivindicativas. Quizá el director o los actores son más de izquierdas y echan pestes contra la derecha, o al revés», dice Carmela.
«Algo que siempre se escucha es que vivimos de las subvenciones, sobre todo por parte de la derecha porque la mayoría, aunque hay excepciones, son empresarios. A ellos no les gustan las subvenciones, porque tienen la imagen de que no hacemos nada. Si alguien sabe el curro que lleva hacer una subvención y justificarla, no te haría ese comentario, te lo aseguro. Te dan algo de dinero para un proyecto, pero el porcentaje, comparado con todo lo que te gastas es ridículo. Además, que cuando te llega el dinero te vale para invertirlo en otra cosa, porque llega poco, tarde, mal y nunca. Decir que vivimos de las subvenciones es ignorancia«, recalca Carmela.
«Hay un teatro político, reivindicativo, social… que ese es quizá el que más molesta, pero también hay teatro que crea belleza de otra manera. Es lo de siempre, al final pagan justos por pecadores. Algo te ha dolido mucho cuando lo viste en el teatro y ya piensas que todo va a ser así», dice Carlos.
«Tú, cuando vas al cine y ves una película que no te gusta, sigues yendo al cine, pero en el teatro, ver una función que no te gusta y de repente dejas de ir al teatro, como si todas las obras fueran así. Eso pasa mucho», añade Carmela.
¿Ir al teatro es un lujo?
«Muchas veces el precio de las entradas lo marca el caché de quien esté en escena, pero curiosamente eso a la gente no le importa. Si el que viene es Imanol Arias, por ejemplo, te da igual pagar 80 euros por ir a verlo y luego quizás hay otro que es igual de bueno, cuesta 10 euros y no vas porque no lo conoce nadie», dice Carmela.
«A todos nos gusta de vez en cuando toparnos un famoso que mitificamos, a lo mejor luego te decepciona pero ¿a quién no le gusta eso? Yo soy el primero al que le hace ilusión, pero reconozco que eso es un hándicap para hacer entender a las mentes que no es lo prioritario ni lo importante«, recalca Carlos.
«Hay que darle más valor al teatro en la educación, desde las guarderías y colegios, combinar más cultura y educación. Los niños van al teatro porque los llevan sus padres, pero van hasta los 12 años aproximadamente. Desde esa edad, hasta los 65 años hay un vacío de público en los teatros, la gente vuelve cuando ya es mayor. ¿Por qué? ¿Qué pasa o qué estamos haciendo mal?», pregunta Carmela.
¿Gijón y Asturias apoyan el teatro?
«Gijón y Asturias no apoyan el teatro. Ahora aumentaron presupuesto en algunas subvenciones, pero sigue habiendo muchas trabas. A veces aumentan algo un poco para que te calles la boca, pero en general hay poco de sentarse a ver el problema real desde dentro, para poder avanzar en una dirección productiva», defiende Carmela.
«Yo digo siempre que los políticos tienen que ir al teatro. Tampoco hay un concepto de industria teatral, se concibe el teatro como un hobbie, no como algo a lo que te puedas dedicar. Mucha gente piensa que lo que hacemos es una chorrada, les invito a que se suban ellos al escenario y hagan la función», dice Carlos.