Un gol de César ajusticia a un voluntarioso conjunto teyero y firma la clasificación en un partido gris de los rojiblancos
Hay dos tipos de fiesta: a la que se va por gusto y a la que a uno no le queda más remedio que aguantar el tipo. El Ceares sabía desde un primer momento que acudía a las primera en esta Copa, a una especie de farra festivalera con unas entradas tocadas por la varita de un sorteo. Sin nada que perder y mucho que disfrutar a partido único. El Sporting, no lo tenía tan claro. Su ‘fiesta del fútbol gijonés’, un eufemismo inventado para la ocasión del término ‘partido trampa’, era más bien un largo convite sentado entre el suegro y la cuñada. Que alguien levante la mano si sabe cómo escabullirse de ese lío mayúsculo y salir airoso. Pues bien, el Sporting supo (0-1). Quizás no de la forma más brillante, pero sí de una manera solvente que le permitió levantarse de la mesa y escapar de ese convite que amenazaba con atragantarse más que un bocata de polvorones.
Ese temor rojiblanco lo evidenció David Gallego con un once lleno de titulares. Casi de gala. Mariño defendió los tres palos. El técnico sacó la mejor defensa posible ante las bajas de Babin y Valiente con Bogdan, Pablo García, Borja y Berrocal. Nacho Méndez comandó la nave con un aún espeso Christian. Pero lo que más delató el miedo del técnico rojiblanco fue la delantera. Toda la carne en el asador sin Djuka. El ‘Puma’, Gaspar y Villalba. El canterano César fue la única novedad desde Mareo.Y el salvador con su debut goleador en la primera plantilla. Pablo Busto tampoco se dejó balas en la recámara. Pelayo, Juan Carlos, Medori, Madeira, Óscar…Lógico, no quedaba otra.
Ambientazo en la grada
La fiesta del fútbol gijonés se cumplió en las gradas. Ambientazo. Más incluso que en algunos partidos de la anodina Segunda. La Tribunona estaba a rebosar. Y la Norte era un pequeño reducto de La Cruz llena de canteranos y seguidores teyeros. No pararon ni un segundo de animar a los suyos. El guion fue el previsto. Dominio del Sporting ante un Ceares que no renunciaba al balón, pero que esperaba agazapado a la contra su oportunidad. La realidad es que la posesión rojiblanca tampoco se tradujo en un aluvión de ocasiones. Sobre todo, en el primer tiempo. Algo preocupante, la verdad. Dice bastante del estado del equipo. Que un Segunda solo sea capaz de tirar una vez entre los tres palos en 45 minutos a un equipo de inferior categoría es revelador.
El protagonismo lo copaba Fran Villalba, el mejor del partido de largo, con algunos destellos de Nacho Méndez. No fueron motivos de peso para inquietar a Kike. La primera ocasión llegó pasado el minuto 20, cuando un mal despeje de cabeza de la defensa del Ceares se estrelló en el larguero. En realidad, el primer balón entre los tres palos acabó en premio para el Sporting. Córner desde la derecha botado por Villalba que César consigue peinar en el primer palo y batir al meta teyero. Ahí saltó por los aires cualquier opción cearista. El segundo tiempo directamente sobró, aunque el Sporting buscó la sentencia con bastante más mordiente que en la primera mitad gracias a la chispa de Aitor desde el banquillo. El palo privó varias veces a Gallego de conseguir tranquilidad en el marcador, con el conjunto teyero colgando algún que otro balón a la desesperada sobre la bocina. Fue anecdótico. El Ceares estuvo indefenso cuando el partido le exigió tomar las riendas y el conjunto rojiblanco selló su pase a la próxima ronda de la Copa del Rey. La afición de La Cruz reconoció el gran esfuerzo a los suyos jaleando y ovacionando. Hay derrotas que paradójicamente hacen historia y crean afición. Esta es una de ellas.