La XIV edición de Gijón de Sidra llega a su fin con Wilkin Aquiles repitiendo como mejor escanciador; Sobiñagu, como mejor sidrería; Prau Monga como mejor sidra, y con Lucinda Álvarez, de El Chaflán, premiada por su larga dedicación

Aseguran los eruditos del mundo de la sidra que, bien por simbolismo, bien por el influjo de la ‘madre’, de los seis ‘culetes’ que puede dar una botella bien escanciada ninguno sabe mejor que el último. Un símil tan lógico como acertado si se piensa en la XIV edición del certamen Gijón de Sidra, que esta mañana, en el Ayuntamiento de la ciudad, vivió su postrera y más emotiva jornada: la de la entrega de premios y, por ende, la de las despedidas… Hasta el año que viene, eso sí. Así, un año más la flor y nata del sector sidrero regional se dio cita en el Salón de Recepciones del Consistorio gijonés para reconocer a los mejores de sus diferentes categoría, poniendo el broche a un evento que, desde su inauguración el 11 de octubre y hasta el pasado domingo, ha atraído a miles de personas a las 33 sidrerías y 22 llagares participantes. Un balance que, en palabras de Iván de la Plata, director general de Fenicia, empresa organizadora, demuestra que la sidra, «como referente turístico, es algo impresionante».
Más de medio centenar de hosteleros, dueños de llagares, autoridades políticas y empresarios prorrumpieron en aplausos al escuchar los nombres de los profesionales y negocios galardonados, entre los que no escasearon los rostros conocidos. Quizá el más significativo de ellos fue el del dominicano Wilkin Aquiles, empleado en la Sidrería Avenida y considerado el mejor escanciador del mundo, que repitió como vencedor en dicha categoría, con Héctor Prieto, de La Maniega, y Yaima Díaz, de La Cabaña del Santu, como finalistas. Ese último local también figuró en la relación de mejores sidrerías, junto con Los Pomares, igualmente en calidad de finalista, pues el premio recayó en la archiconocida Sobiñagu. Y, como es difícil entender la sidra sin su sólido nexo con la gastronomía, el premio a la mejor cazuela fue otorgado al ‘Bombón de lenguado’ de Parrilla Antonio, que se impuso a la creación ‘Da que hablar’, del Llagar de Begoña, y a las ‘Cebollas rellenas de jabalí’, de El Bruxu.
Tampoco la sidra, fruto directo del llagar, puede hacer mucho sin ir de la mano de su templo natural, la sidrería. Esa relación es reconocida por Gijón de Sidra con el premio a la mejor relación entre ambos espacios; y, en esta ocasión, el mérito del éxito se lo ha llevado el tándem formado por el negocio El Chaflán y por Sidra Frutos. Poco después, La Montera Picona de Ramón era reconocida como la sidrería más ‘guapina’, por delante de Sobiñagu y de La Tonada de la Guía, al tiempo que la sidra Llagar de Pin, elaborada en el Llagar Solleiro, se imponía como la sidra más ‘prestosa’, adelantando a Cabueñes DOP, del Llagar Cabueñes, y a Menéndez Ecológica, del Llagar Menéndez. Para el final del acto se dejó la categoría reina de la bebida, la designación de la mejor sidra, nacida de la cata ciega que se celebró en La Montera Picona de Ramón este lunes. La gran triunfadora de esa división no fue otra que Prau Monga, del llagar Viuda de Angelón. Tras ella, en puestos igualmente meritorios, quedaron Arbesú DOP, del Llagar Arbesú; G. Costales, de Llagar Frutos;
Germán DOP, de Llagar Germán, y Prado y Pedregal, de Llagar La Morena.
Como las grandes ceremonias exigen, el momento más emotivo se dejó para el final. En su segunda convocatoria, pese a la longevidad del certamen, el propio De la Plata anunció el nombre de la ganadora del galardón ‘Toda una vida de dedicación: cocinando con corazón’, impulsado por la iniciativa Cocina del Paisaje de la Consejería de Medio Rural, y que honra «a todas aquellas mujeres que han dedicado su vida a sus familias y a sus negocios, deleitando a quienes se han sentado en sus mesas». Y, esta vez, fue la veterana Lucinda Álvarez, la incombustible ‘Luci’ tras los fuegos de la sidrería El Chaflán, la que se hizo merecedora del mismo. Visiblemente emocionada, no ocultó estar «muy nerviosa; no me lo esperaba, y no sé qué decir», antes de fundirse con el responsable de Fenicia en un sentido abrazo.
De la Plata aprovechó la ocasión para lanzar una arenga a favor de la cohesión para explotar el potencial de la sidra para Gijón y para Asturias. «Sé que no son momentos fáciles; hay un cambio de tendencias, movimientos dentro del sector, pero tenemos que permanecer todos unidos y fuertes», proclamó. En ese sentido, reconoció que «hay sidrerías que están hablando ya otros idiomas, viendo perspectivas de futuro, cambiando conceptos… Lo que nos depara el futuro, Dios dirá, pero espero que no sea algo negativo». En la misma línea, compartió con todos los presentes que se trata de «un producto espectacular, algo de lo que tenemos que darnos cuenta. La sidrerías, los chigres, en Gijón y en nuestra región, son algo único. Por favor, valorémoslo». Y se despidió lanzando un sentido «¡Viva la sidra, viva Gijón de Sidra y viva nuestra ciudad!».
En una línea similar se expresó Víctor Ramos, presidente de la DOP Sidra de Asturias, patrocinadora del acontecimiento junto con Alimentos del Paraíso, Cocina del Paisaje y Caja Rural de Gijón. Tras agradecer la nutrida participación de negocios, llagares y visitantes, expresó su deseo de que «algún día la sidra de Asturias sea la de todos los asturianos. Todos debemos apostar por un producto certificado, de calidad y de Asturias». Por su parte, Jorge González Palacios, concejala de Relaciones Institucionales, añadió a las intervenciones su propia aportación dirigiéndose en particular a las sidrerías, confiando en que los premios otorgados «sirvan de reconocimiento y de estímulo para seguir mejorando esa hostelería de Gijón de la que tan orgullosos estamos».