
La ORA es impopular porque actualmente no ofrece nada a cambio. Hacerla funcionar, implantada con inteligencia y sin populismos, es una buena manera de que al menos se regule el espacio para que se use de manera racional

Recientemente, ha vuelto a avivarse la polémica sobre la zona ORA, a raíz de la intención del Ayuntamiento de ampliarla y, con ello, actualizar la ordenanza que la regula para establecer las condiciones de los nuevos usos. Esta decisión era más que previsible, ya que el suelo destinado a aparcar en la ciudad es limitado y la cantidad de coches que pueden estacionarse en la vía pública, sin control, supera con creces el espacio disponible. Toca ponerle raciocinio, y por mucho que las asociaciones de vecinos, comerciantes u otras entidades pidan soluciones, en el Ayuntamiento saben de sobra que, más allá de regular y arañar alguna plaza de aquí y de allá, no hay mucho más que hacer a corto plazo.
En este otro artículo de la serie, profundizo en detalle en por qué es necesaria una ordenanza de movilidad y comento, entre otras cosas, cuál es la necesidad urgente de reflejar todos estos nuevos cambios en una nueva normativa, ya que la actual es del 2002. En el caso de la ORA, principalmente se debe a que este Ayuntamiento derogó el año pasado la anterior ordenanza (2021), cuestionada por la prohibición de aparcar en la zona ORA sin pegatina ambiental. La demanda ganada en los tribunales en una sentencia más que cuestionable, no le pedía tumbarla entera, algo que ahora le complica las cosas al concejal Pelayo Barcia en muchos ámbitos, pero fueron “pa’lante” con ello. Lo prometido.
La propuesta, a primera vista similar a la ya recogida en la anterior en cuanto a sus zonas, trae consigo unas peculiaridades que hacen saltar las alarmas respecto a su futura efectividad, ya que ponen en cuestión los principios básicos para que la rotación de una zona regulada sea real. Esto es importante, ya que una zona ORA que no cumpla con su cometido, se convierte en un impuesto más, no en una herramienta útil para encontrar aparcamiento. De ahí las quejas actuales por su pago, sin que aparentemente ofrezca ventaja alguna.
Un abanico de colores con diferentes usos
Los colores propuestos según los nuevos usos y tipos de aparcamiento son, con sus particularidades y ligeras modificaciones, una respuesta ya habitual en otras ciudades españolas. Algo antes exclusivo de ciudades más grandes pero que se ha ido extendiendo por todo tipo de contextos urbanos de nuestro país. No voy a entrar mucho en todos los detalles y colores propuestos, porque también en este medio se ha explicado cual es la función de cada color. Si me gustaría incidir en porque se toman esas decisiones y no otras.
En el caso de las zonas o calles más residenciales (verde y naranja), la reserva de aparcamientos para vecinos y vecinas cae de cajón, ya que una zona ORA que no discrimine por su procedencia, pone a la vecindad a competir con el resto de vehículos de la ciudad o fuera de ella, sin ninguna distinción o tarjeta. Esto puede tener cierto sentido en zonas céntricas o comerciales del barrio o zona, donde se pretende el movimiento y para la cual se diseñó originalmente la zona azul, pero carece totalmente de en zonas o calles donde los vehículos apenas se mueven o solo lo hacen en momentos concretos del día. De ahí que con la zona verde también se proponga la posibilidad de aparcar a quien no tenga tarjeta, pero solo en un espacio limitado de tiempo y horario. En este pack, también se propone que haya zonas que no tengan parquímetro y sean exclusivas de vecino/as, algo que sí supone una clara ventaja a sus habitantes cercanos.
También se plantea una limitación por peso (máximo 3.000 kg), que no debería ser competencia de la normativa de la ORA y que afectará negativamente a vecinos con autocaravanas, vehículos grandes o algunos SUV que superen este límite. Inexplicablemente, se venden algunos turismos así y no se les pone limitaciones como ya están haciendo en Europa, pero ese es otro debate.
Pero si es comprensible que las autocaravanas, vehículos de grandes dimensiones usados unos pocos días al año, deban ser reguladas, ya que acaparan mucho espacio durante largos periodos. Además, suelen estacionarse en pasos de peatones o cruces, dificultando la visibilidad y la seguridad, especialmente en barrios como Viesques, Ceares o Nuevo Roces, donde muchas son «almacenadas» indefinidamente. Si alguien puede pagar el coste de comprar y mantener un vehículo así, también debería costear su almacenamiento. Este principio debería aplicarse a todo tipo de vehículos a motor para reducir también su uso, aunque parece que aún no estamos preparados para esa conversación.
Otro de los problemas habituales de las zonas vecinales y que invita a regularlas, es la cercanía a otras zonas con más rotación, el llamado “efecto frontera”. Este motivo no es menor y de hecho es el que está empujando a muchos ayuntamientos a regular la práctica totalidad del casco urbano principal de las ciudades. Seguro que les suena a los y las vecinas de El Coto, el Llano, etc, donde muchos otros vecinos y vecinas habitantes de áreas con zona azul, intentan aparcar para no pagarla, saturando todavía más los espacios para los habitantes de esas calles donde el aparcamiento es gratuito.
El populismo se pega con las matemáticas
Todas estas limitaciones y reservas propuestas, y aquí va el principal problema, se invalidarán en la práctica si se pretenden, como se ha sondeado en prensa pero no se ha reflejado en el primero borrador, regalar las tarjetas, dar una tarjeta por persona (en vez de por domicilio o trabajo), o una tarjeta que permite rotar por todas las zonas, simplemente con ser empadronado en el concejo. El pago continuo mediante una App una zonificación demasiado rígida como la propuesta anteriormente, poco sensible con cada calle, también le restará efectividad.
La gratuidad de la tarjeta, acabaría provocando que haya vehículos, que mientras paguen tarjeta, puedan almacenarse en la calle durante meses o años. ¿Una zona regulada, al precio de la zona sin regular? Seguro que les suena las protestas vecinales de El Polígono, donde coches incluso sin ITV, se acaban prácticamente descomponiendo sin que nadie los mueva, ni siquiera la policía o el Ayuntamiento. Por otro lado, proporcionar una tarjeta por persona o relajar su concesión todavía más, supondrá que probablemente se superen las tarjetas respecto a los espacios disponibles, algo que ya advirtió el propio colegio de arquitectos en el último y poco útil consejo de movilidad. Lo mismo ocurrirá con esa tarjeta de rotación especial, que daría la misma oportunidad a cualquiera vehículo de otras zonas del municipio, invitando a que se use el coche para todo con las mismas ventajas que cualquier vecino de la zona. Como mucho podría tolerarse si a cambio aportaran menos emisiones, como sí se sugiere en el borrador, dando ventajas a vehículos cero emisiones. ¿En qué quedamos, no servían las pegatinas pero ahora sí?
En conclusión, la ORA es impopular porque actualmente no ofrece nada a cambio. Hacerla funcionar, implantada con inteligencia y sin populismos, es una buena manera de que al menos se regule el espacio para que se use de manera racional. ¿Conocen alguna otra que no sea acaparar más espacio a costa de otros usos o irse al subsuelo con costosísimas obras?
Me reitero en lo dicho en la otra columnista. Somos capaces de negar hasta propuestas que en su día hizo la izquierda o que se están haciendo en otras ciudades donde se gobierna con tal de seguir rezumando odio, que es lo que nos envía a la bancada de la oposición. Desconozco a que título habla este señor, pero espero que, en las formaciones de izquierda, así como el tejido asociativo, haya mecanismos de control para evitar que estas personas o sus opiniones sean representativas. En este caso solo hace falta revisar cualquier noticia del anterior mandato y ver cómo se pretendía ampliar la zona azul hasta Ciares para desmontar cada uno de sus argumentos, porque hasta la gratuidad para residentes fue sugerida por el anterior concejal. En fin, sigo apostando a que la derecha utilizará todas estas columnas llegado el momento, veremos a candidatos usándolas en sus redes sociales diciendo: “Veis, esto es lo que proponen, si les votáis lo harán”, lo que nos mantendrá en la oposición a todos los niveles. Pido cordura y control para alejarse de estos personajes que realmente no son representativos de nada y evitar un nuevo desastre.
Redundando en lo que alguien dice por aquí, la oposición actual permanecerá por muchos años si se deja sustituir por estas «homilías» en redes, carentes de rigor y desalineadas con la acción política.
A futuro analizar la posibilidad ‘japonesa’ de en ciudades no poder adquirir determinado tipo de vehículo sin acreditar la propiedad o alquiler de plaza de aparcamiento vinculado; y a corto plazo implantar la obligariedd de 1 plaza de garage por cada nueva licencia de VUT, y a las actuales un plazo (1/3 años) si no la tuvieran ya para incorporarla