Cientos de personas abarrotaron la plaza mayor de la ciudad tanto en las Peque Campanadas vespertinas, como en la fiesta de Nochevieja y Año Nuevo posterior; por el momento, no constan incidentes de relevancia
Pues… Ya está. Listo. Adiós, 2024, y hola, 2025. A estas horas del primer día del nuevo año, prácticamente todos los países del globo han consumado esa esperada y necesaria transición; a menudo, marcada por las fiestas, públicas o privadas, que suelen acompañarla. Huelga decir que Gijón no se ha quedado atrás… Cumpliendo nuevamente con una tradición ya consolidada, y sin que, por ahora, haya constancia de incidentes relevantes, cientos de personas abarrotaron la plaza Mayor de la ciudad durante las pasadas tarde y noche, decididas a disfrutar en comunidad, al aire libre y de una forma distintas de la Nochevieja, primero, y del Año Nuevo, después. Y de justicia es de reconocer que, si se trata de ‘darlo todo’, como reza la expresión, tanto los más pequeños, protagonistas de las Peque Campanadas vespertinas, como los adultos, masa crítica de la celebración nocturna, estuvieron a la altura. Con creces, además.
Todo fluyó según el plan. Alrededor de las 19 horas, con la céntrica plaza gijonesa notablemente ocupada (en especial, de niños), la música y las actuaciones en el escenario marcaron el inicio de las Peque Campanadas, que alcanzaron su cénit apenas media hora después, con el consumo de las doce… Golosinas. Los pequeños, al igual que sus mayores, cumplieron con ese hábito… O lo intentaron, al menos. Alguno hubo que se quedó atrás, otros se despistaron aquí y allá, pero, en general, el público infantil dio su particular bienvenida al nuevo año demostrando ser fieles discípulos de esa tradición, la de las uvas, que pocas horas después sus padres y tutores se encargarían de materializar. Así, entre bailes, risas y juegos, los pequeños gozaron de su particular parcela de protagonismo. Y, para las 20.30, el grueso de los asistentes comenzaba a despejar el lugar, dejando hueco a ese otro auditorio, mayoritariamente adulto, dispuesto a disfrutar de las Campanadas en firme.
La del DJ Dani Vietes, contratado por la empresa municipal de festejos Divertia para amenizar la velada, fue una apuesta segura. El artista gijonés, un habitual en la programación festiva de estas fechas, regaló a los asistentes un repertorio de canciones en el que se combinaron temas de rabiosa actualidad, como ‘Potra salvaje’, de Isabel Aaiún, con otros más anclados en el pasado, como el inevitable ‘Gijón del alma’. Su incombustible despliegue de efectos y talento musical sólo se detuvieron brevemente a medianoche. Entonces, con los relojes a punto de marcar las doce, los miles de presentes en la plaza procedieron a seguir los doce toques de campana, acompañando cada uno con su correspondiente uva. Consumida la última, y con la breve frase «Feliz año nuevo» llenando bocas y mensajes, el público prorrumpió en abrazos y muestra de cariño, entre conocidos y desconocidos por igual, antes de retornar al ambiente festivo proporcionado por Vieites.
También en ese aspecto se cumplió la previsión inicial, y poco más allá de las dos de la madrugada (una hora considera demasiado temprana por los más jóvenes) los equipos de limpieza de la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (EMULSA) comenzaron a entrar en la plaza Mayor. Fue la señal tácita para iniciar un repliegue a los domicilios, o a otras fiestas particulares… Llevándose consigo, eso sí, el buen sabor de boca de un acontecimiento que pocos olvidarán.