En XEGA, cuentan, han tenido que atender varios casos de discriminación en el deporte asturiano. Las personas trans suelen ser las más perjudicadas
Este lunes, 19 de febrero, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra la LGTBIfobia en el Deporte, fecha que recuerda el nacimiento del futbolista inglés Justin Fashanu, el primero que se “atrevió” a hablar públicamente de su sexualidad, y el mismo que, tras ocho intensos años en los que la opinión pública se encargó de juzgarle, acabó por quitarse la vida en 1998.
Un cuarto de siglo después, en 2024, la realidad parece haber cambiado, pero lejos de lo que muchos hubieran querido entonces. La homofobia sigue latente de una forma mucho más sutil que en aquellos años ‘90, pero sin duda, igual de perjudicial para las personas que pertenecen al colectivo LGTBIQ+, “Sigue habiendo mucha vergüenza y estigmatización; la discriminación sigue formando parte de la realidad, tanto en el día a día como en el deporte. Hay amenazas en gradas, terrenos de juego y vestuarios. El deporte es aún, para muchas personas, un espacio hostil”, explica Francina Santiago, de la Asociación asturiana XEGA.
La falta de referentes en el deporte y la discriminación trans
Para ser justos habría que apuntar a la distinta aceptación que las personas del colectivo viven en cada disciplina deportiva, e incluso dentro de esta, lo que ocurre en sus categorías masculinas y femeninas. Si atendemos al deporte rey en nuestro país, el fútbol, y a la categoría todavía hoy más celebrada, la masculina, encontramos todos los tópicos a los que se puede asociar la homofobia. Al parecer, en una liga formada por cientos de deportistas repartidos en una gran cantidad de clubs, no hallamos apenas ninguno que haya declarado su homosexualidad. Hace tan solo un año el futbolista checo Jakub Jankto, entonces jugador del Getafe, se convertía en el primer futbolista profesional e internacional con una selección en hacer pública su homosexualidad.
“El deporte debe ser una herramienta de transformación social, y colaborar en ello difundiendo valores como el respeto. Por eso es tan importante tener referentes y hacerse visible”, incide Santiago. Sabe de lo que habla. En XEGA, cuenta, han tenido que atender varios casos de discriminación en el deporte asturiano. Las personas trans suelen ser las más perjudicadas. “De los casos que ahora se me vienen a la cabeza recuerdo dos: el de una chica trans que tuvo que cambiar el Conservatorio de Danza por una academia privada, ya que siempre la instaban a hacer el papel de hombre; y el de un chico trans, que quería jugar en un equipo masculino de fútbol y al que la Federación no se lo permitió”.
La otra cara de la moneda: el deporte femenino
Por contra, el deporte femenino parece haber encontrado la fórmula para normalizar lo que, a todas luces, debiera serlo. Por regla general, la homofobia no se cuela en estos espacios, al menos no en el interior de los equipos. No son pocas las jugadoras, tanto nacionales como internacionales, que han manifestado con naturalidad su condición sexual, y que, de hecho, comparten y visibilizan a través de sus redes sociales y sus entrevistas su día a día. La Selección Española de fútbol femenino fue ejemplo de ello en la última Copa del Mundo. Una de las fotografías más virales, de hecho, fue una donde la internacional española Alba Redondo celebraba con un beso a su novia, en el mismo estadio, una de las victorias del conjunto nacional.
“En el deporte, el problema está, sobre todo, en el masculino. Que dos jugadoras se den un beso en el campo de fútbol ya ha ocurrido, y no pasa nada. Eso es algo que nunca hemos visto en el fútbol masculino. Las mujeres han dado al mundo un ejemplo, un ejemplo del que deberíamos aprender”, señala David Casal, presidente de la Asociación Romería Cuir.
La homofobia, en este caso, quizá habría que buscarla fuera, en quienes insultan a las jugadoras con apelativos como “marimachos, bolleras” o “camioneras”. Saliendo de la esfera del fútbol, el baloncesto o el balonmano femenino son también ejemplos de la visibilidad de las mujeres pertenecientes al colectivo, algo que, una vez más, no sucede en la categoría masculina.
«Hay quien está perdiendo el miedo y dice en alto barbaridades que antes no se atrevía a decir»
Si algo claro y positivo se puede sacar de todo ello, es que la evolución parece, al menos de momento, tender hacia la aceptación y normalización de las personas con una condición sexual distinta a la heterosexual. Y así lo entiende Casal: “En la sociedad siempre habrá un porcentaje en contra de los avances. Es una realidad que hemos alcanzado muchas cotas de derechos e igualdad, al igual que lo ha hecho la mujer. Pero estamos viendo como, gracias a partidos de extrema derecha, hay quien está perdiendo el miedo y dice en alto barbaridades que antes no se atrevía a decir. Sin embargo, creo que la sociedad ha evolucionado, que estamos mucho mejor que hace años, es falso eso de que antes hubiera más libertades, y a pesar de esos energúmenos, la cosa va mejor”.
No es fácil hablar de soluciones, pero en su caso, el presidente de la Romería Cuir señala a la educación como el elemento básico. De ella, destaca esa capacidad para que los niños y niñas de hoy en día no sean los adultos que mañana discriminen a los demás. Junto a la educación, apunta a la posible evolución de algunos deportes en mixtos. “Muchos deportes no tienen por qué tener un género. Te da igual que sean mujeres u hombres. No hay tantas diferencias como para no poder competir juntos. Quizá así se evitarían ciertas problemáticas”.
“Parece que tengo que enseñar a mi hija a defenderse, cuando no debería ser así”
Si la educación es la base de la prevención, la rápida reacción ante situaciones desagradables debe ser el pilar con el que se apaguen las agresiones. Desde XEGA, y gracias a programas como ‘Ni ogros ni princesas’, acercan la diversidad a las aulas y a las familias, que también ven en la asociación una mano amiga en la que apoyarse cuando se sienten perdidas. De hecho, esa fue la forma en que Francina conoció y entró en la organización, de la que hoy en día forma parte como miembro de su Junta Directiva. “Me doy cuenta de que parece que tengo que educar a mi hija a defenderse, cuando no debería ser así. Queremos concienciar a los jóvenes, pero también a las familias”.
Para ello, cuentan con una “sección de familias”, donde una vez al mes quedan, madres, padres y menores de todas las edades para compartir espacio, referentes, problemas y soluciones. Y recuerda, que en XEGA cuentan con un teléfono contra la LGTBIfobia: 900 70 11 38, que también está disponible en WhatsApp, que se une al 016 del Principado, abierto todos los días del año, a cualquier hora.