La nueva promoción exclusiva del empresario conocido como Rey del Atún se levantará, con el auspicio del ayuntamiento, junto al edificio de la Unión Mutua, de 14 plantas, y supondrá la demolición de una obra histórica de 1934 sin catalogar
La Cara A del nuevo disco de la promotora Realidades del Pacífico suena como los ángeles: es pura música clásica urbanística. La entidad propiedad del empresario asturmexicano Antonio Suárez, alias el Rey del Atún por sus exitosos negocios pesqueros, Hijo adoptivo de la Ciudad de Gijón por lograr encargos para los astilleros locales, construirá un lujoso edificio residencial en la esquina de Emilio Villa con San Bernardo.
La promoción, de nueve plantas (un bajo, más ocho pisos) y 29 viviendas, dará un nuevo lustre a esta manzana situada en una de los barrios con más solera de Gijón, en el extremo occidental de la playa de San Lorenzo, a la altura de la escalera 3, un área de altas rentas que mantiene una saludable actividad comercial, al contrario de otras zonas del Monopoly gijonés, como el eje de la calle Menéndez Valdés.
La Modernidad, decía Baudelaire, es lujo, calma y voluptuosidad. Todavía no se ha puesto el primer ladrillo, pero ya se ha anunciado en la prensa la venta de uno de los áticos por 1,6 millones de euros. Según ha trascendido en el relato periodístico, será el piso más caro de Gijón. Se trata de un dúplex con piscina y una superficie que ronda los 280 metros cuadrados, 140 de los cuales destinados a la terraza.Como bonus track, una sinfonía de responsabilidad social corporativa, puesto que la operación asumirá la rehabilitación de un edificio histórico con origen en 1916, la residencia de Gaspar Díaz, una obra inacabada de Manuel del Busto, arquitecto de referencia en la ciudad, autor de edificios tan emblemáticos como la estación de ALSA, el Palacio Ladislao Fernández o la Escuela Superior de Comercio.
«Es una auténtica anomalía»
En la Cara B del disco aparecen, sin embargo, algunas distorsiones.
De la mano del historiador Héctor Blanco, especialista en el estudio del desarrollo urbanístico y arquitectónico de la ciudad, en miGijón analizamos esta legítima operación urbanística aprobada por el Ayuntamiento de Gijón que inaugura, no obstante, una nueva etapa en el Muro: el desarrollismo deluxe está en la casa.
A nadie podría sorprender hoy un edificio de nueve plantas. En cambio, un edificio de nueve plantas literalmente pegado a una torre de catorce, en un espacio limitado, resulta más singular. «Es una auténtica anomalía», afirma Héctor Blanco. «El impacto visual va a ser enorme, la reducción de luz y el aumento de sombra desde el otoño a la primavera importante, el ruido y el tráfico pesado durante la obra va a ser brutal».
En el lugar ya han comenzado las obras, ilustradas con infografías alrededor del desgastado edificio de Busto, principal reclamo de los gráficos, aunque la joya de la corona será el edificio de la zona posterior. En los renders promocionales no se distingue, sin embargo, aunque sobre el terreno su presencia domina el espacio, el edificio de la Unión Mutua, en Cabrales 32, al otro lado de la manzana, frente a la playa de San Lorenzo, un edificio de 1973 que muy pronto convivirá con el nuevo bloque residencial.
«Ese tramo de la calle San Bernardo, que es el más antiguo, lo que quiere decir que tiene la anchura de una calle del siglo XVIII, cuando se creó urbanísticamente, quedará marcado por la distorsión visual de una construcción que potencia la escala desproporcionada del edificio de la Unión Mutua», expone el experto. «Si ahora la medianera de la Unión Mutua impacta la vista desde San Bernardo y aleñados, meter un bloque por delante como presunta solución estética creo que es un argumento sin base. No hablamos de pintar un mural sobre la medianera, hablamos de adosarle un volumen que ahí está fuera de escala».
Sobre la desproporción volumétrica del nuevo edificio construido en el patio de la calle San Bernardo 23, un dato: «La calle Emilio Villa no llega a los 10 metros de anchura y ahí se mete un nuevo edificio con casi 30 metros de altura«, señala.
«Hay que atender a un criterio esencial: el impacto que va a causar el proyecto en la zona. Ese impacto no va a ser precisamente positivo. Hablamos de una zona que ya está sobreedificada. El acceso a las viviendas y a los garajes se va a hacer por la calle Emilio Villa, vía que no llega a los 10 metros de ancho y que está encajada en una zona en la que se quiere, paradójicamente, limitar la intensidad del tráfico«, recuerda el historiador Héctor Blanco.
Ruptura de 35 años de consenso urbanístico
Esta circunstancia, la angostura, permitiendo la construcción de un nuevo edificio de gran envergadura en la zona, no ha sido impedimento para que el ayuntamiento de Gijón haya dado el visto bueno a un proyecto que recuerda los viejos tiempos. Al menos, los tiempos anteriores al Plan Rañada, el PGO que blindó el skyline de San Lorenzo, evitando la edificación descontrolada en la zona.
«De hecho, hay una coincidencia singular en todo esto: acaban de cumplirse 35 años de la entrada en vigor del PGO de 1986. Ese PGO cambió Gijón radicalmente, en esencia porque puso fin a la especulación y al crecimiento desordenado e interesado. Es curioso señalar que los que han venido después, durante este siglo, han sido tumbados por los tribunales o recogen anomalías como la que aquí tratamos, que de acuerdo con el PGO de hace 35 años no se hubiese autorizado», señala Blanco. «EL PGO es el que marca la vida de una ciudad, para bien o para mal, durante décadas. Eso en Gijón lo sabemos bien».
El auspicio consistorial al proyecto de Realidades del Pacífico tiene su origen, por una parte, en el nuevo PGO de 2019, que avala la operación en un documento que fue aprobado en el Pleno municipal con el respaldo de cinco de los seis grupos de la Corporación (Foro, Xixón Sí Puede, PP, IU y Ciudadanos), con el voto en contra del PSOE, que sí se abstuvo en la aprobación del nuevo Catálogo urbanístico.
Más adelante, el 19 de noviembre de 2019, ya en el mandato de la alcaldesa socialista Ana González, el Pleno aprobó definitivamente el estudio de detalle del edificio, desestimando las alegaciones de la comunidad de propietarios de la Calle Cabrales 20 y la empresa Alvargonzález, en su condición de propietario del entresuelo del edificio de la Unión Mutua. En esta ocasión, votaron a favor PSOE, PP, Foro y Vox, con la abstención de Ciudadanos y el voto en contra de Somos Gijón.
«La altura desproporcionada de 8 plantas más ático, tiene una incidencia directa en la sombra que se proyecta sobre la playa de San Lorenzo, lo que no resulta admisible, al haber sido ésta una de las consecuencias a evitar en todas las nuevas construcciones en la zona de influencia de la fachada marítima», expresa Alvargonzález en el documento publicado en el BOPA del 8 de enero de 2020.
«Por parte del ayuntamiento tiene difícil explicación»
La promotora, piensa el historiador, solo hace su trabajo: «El promotor no es aquí el asunto en cuestión: hace lo que la normativa urbanística le permite y cumpliendo lo que la administración le marque, como a los demás promotores. La cuestión es cómo es posible que la normativa urbanística permita esto».
En ese sentido, «por parte del ayuntamiento creo que tiene difícil explicación, tanto técnica como políticamente, que en 2021 se permita hacer esto”, afirma Héctor Blanco. “Y ojo: me parece significativo que en el planeamiento urbanístico de finales del siglo XX esto no se hubiese podido hacer ¿por qué sí se puede en el aprobado en el siglo XXI? Y aún es más chocante que ningún grupo municipal haya dicho ni mú hasta la fecha».
A favor del consistorio, puede decirse que el proyecto inicial contemplaba 39 viviendas en lugar de 29, y que finalmente se ha limitado el tamaño de los áticos, forzando la eliminación de la operación de una cubierta vegetal para uso de la comunidad.
El derribo de un edificio histórico sin catalogar
Además de la validación de la administración, existe otra condición necesaria para la realización del proyecto: la demolición del edificio histórico ubicado en el número 4 de la calle Emilio Villa, justo al lado del edificio de la Unión Mutua, con origen en 1934. Curiosamente, la obra no está catalogada.
“La falta de catalogación de ese edificio, que se está demoliendo ahora mismo, no tiene explicación. Es un edificio muy discreto, de diseño racionalista, hecho también para Gaspar Díaz, proyectado por el arquitecto Miguel García de la Cruz y terminado por Manuel del Busto, dos de los arquitectos más relevantes de la primera mitad del siglo XX en Gijón”, explica Héctor Blanco.
“Su exclusión del catálogo es anómala, ya que muchas obras similares -cronología, estética y autoría- sí están incluidas en él. Gracias a esta omisión se posibilita la operación actual. El motivo de su exclusión habría que preguntárselo al equipo que se encargó de la revisión del catálogo en paralelo a la elaboración del PGO aprobado en 2019”, señala el historiador.
Una rehabilitación con letra pequeña
Tal como explican en declaraciones públicas los portavoces de la promotora Realidades del Pacífico en referencia a la rehabilitación de la residencia de Gaspar Díaz, «se trata de devolver la dignidad a un edificio que forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad y que se encuentra en un lamentable estado”.
Sin embargo, este gancho promocional también tiene un componente prestidigitador, puesto que la rehabilitación del edificio es obligada al estar incluido en el Catálogo Urbanístico.
Además, «no se recupera en sí, lo que se hace es restructurarla», apunta el experto, «ya que esta era una vivienda unifamiliar que ahora internamente se va a subdividir en varias viviendas, aparte de que el edificio se va a recrecer en una planta de ático que estaba contemplada en el proyecto inicial de Manuel del Busto, pero que finalmente se suprimió cuando se hizo la casa hace un siglo”.
“Esa rehabilitación sí incluye el mantenimiento de algunos elementos internos, pero el conjunto de la intervención desvirtuará totalmente el inmueble. El volumen que se va a edificar en el patio se comerá visualmente el edificio de Busto. De hecho, el edificio nuevo vuela sobre el antiguo en el lateral izquierdo de la fachada de la calle San Bernardo. El impacto va a ser tremendo”, lamenta Héctor Blanco.
Entre los elementos internos que se rehabilitarán, se encuentra las rejerías renancentistas, la azulejería y varias columnas de época.
¿Información o publirreportaje?
Cualquier vecino de Gijón que haya seguido a través de la prensa los avatares de la operación, solo habrá podido escuchar la Cara A del disco: un relato mediático ciertamente acrítico, sin filtros. “Me resulta muy peculiar el tratamiento de la prensa local con esta obra. Todo lo publicado hasta el momento son realmente noticias promocionales, se vende literalmente el proyecto de forma análoga a un publirreportaje”, comenta el historiador.
En 2018, ya podía leerse en el diario El Comercio una noticia donde se describía la recuperación de una plaza pública a través de la operación, que aportaría un beneficio al conjunto de la ciudadanía: “el proyecto edificatorio en marcha recuperará patrimonialmente el patio interior diáfano del inmueble, hasta ahora de uso privado, que empezará a dar un servicio público a la ciudad. De esta forma el patio privado que solía utilizarse como cochera se transformará en una nueva plaza gijonesa».
Sin embargo, la realidad es diferente. “No se está creando una plaza pública ni recuperando nada, simplemente es el apaño al que tienen que recurrir para que el nuevo bloque tenga un acceso semidirecto a la calle. Ese patio se transforma en un callejón que no tendrá más de cinco metros de anchura y que queda abierto hacia la calle Emilio Villa por un lado y comunicado con la calle Rectoría con un pasadizo por otro. Esto es un elemento esencial en esta operación, ya que es preciso para permitir el acceso al bloque de 9 alturas (bajo, más 8 pisos) que se construirá en el patio de manzana”, apunta Blanco. «Realmente se volviendo al modelo de patios y ciudadelas del siglo XIX, eso sí, ahora de lujo».
Más recientes, de este mismo año, son las informaciones sobre el comienzo de las obras con la percha periodística de la venta del piso más caro de Gijón donde pueden leerse, en este caso en La Nueva España, extractos como este: «El dúplex […] en segunda línea de la playa, está orientado al sur. Dispone de unas vistas espectaculares y contará con el sistema de máxima certificación energética conocido como ‘passive house’. Además, el ático está abrigado del viento por la construcción adyacente».
O este otro: «El edificio que se une al palacio permitirá tapar, al menos en parte, las feas medianeras que permitió en su momento el desordenado crecimiento de la primera línea de la playa de San Lorenzo».
Las consecuencias del desarrollismo
Si el Muro de San Lorenzo permanece hoy a la sombra una parte de las horas de sol, es consecuencia a las políticas urbanísticas llevadas a cabo de la segunda mitad del siglo XX, con el ejemplo paradigmático del barrio de La Arena. El crecimiento vertical vinculado entonces al auge industrial y urbano, hoy encuentra acomodo en el segmento del lujo. Sin embargo, el impacto sobre el espacio es equivalente.
“Contemplamos que los efectos de los excesos edificatorios son iguales, tanto si se trata de una obra convencional como de otra de alto standing. El buen urbanismo y la buena arquitectura tienen como base una correcta proporción y una escala adecuada, teniendo en cuenta el emplazamiento”, señala Blanco. “Si la playa de San Lorenzo estuviese orientada al sur, el impacto de la altura de los edificios sobre el paseo no existiría, no habría sombras y humedad durante meses. Si este bloque en vez de metido en un patio estuviese en la avenida de Castilla, por ejemplo, no sería una anomalía».
«Flor de un día»
«En España sabemos bien lo que implican estas actuaciones llamadas singulares: flor de un día. El beneficio económico que generan durante el periodo de la construcción se ve sustituido a corto plazo por el impacto permanente que dejan, ya que son irreversibles, esto si no queda bien, no se puede quitar», zanja el historiador Héctor Blanco.
Actualmente, existen una lista de 600 compradores interesados en las nuevas viviendas exclusivas de San Bernardo 23. Según las previsiones de la promotora, las llaves podrán ser entregadas en el invierno de 2022.
No es la primera promoción residencial de lujo acometida por Realidades del Pacífico en Gijón. En 2017, la promotora desarrolló una operación en el número 6 del paseo de Begoña. En aquella ocasión, tampoco fue difícil obtener titulares gratuitos en prensa, puesto que el empresario mandó instalar una bandera de España gigante, de hasta 90 metros, en la lona exterior de las obras. Su intención, al parecer, era visibilizar el apoyo a la unidad de la nación frente al desafío secesionista en Cataluña, de plena actualidad en aquel tiempo. Muy pronto recibió el apodo de «La Banderona» y se convirtió en escenario de selfies populares, recibiendo las correspondientes menciones en los periódicos. Cuando sale a pescar en el Mar del Marketing, el Rey del Atún siempre regresa a casa con los mejores titulares.
Se trata de una obra muy polémica que trata de disimular las aberraciones de los edificios que se construyeron en la fachada que da a la playa durante la segunda mitad del siglo XX..! Ese problema se dio en el Muro a partir del famoso «martillo» de Capua (que, al final, se pudo»arreglar»salvando las fachadas) y que ahora se presentan en el casco antiguo del centro, después de la destrucción irreparable de numerosos edificios históricos de valor arquitectónico incalculable..!!!
El problema no es tanto el nuevo edificio escalonado de 9 plantas, como el enorme (y horroroso) bloque de 14 al que va adosado y que fue construido en 1973,cuando cualquier tipo de construcción estaba permitido.. La cuestión está en saber si esta es la mejor solución posible a la política de hechos consumados de la etapa anterior. Quiero decir que, si no hay otra alternativa, hágase de forma cristalina contrastando las opiniones de todos los sectores implicados… Es decir luz y taquígrafos…!
-el edificio está catalogado.
-se desarrolla esta edificación a partir de un estudio de detalle que precisamente sale del catálogo urbanístico.
-lo bueno que tiene es que tapa la mierda de medianera del edificio de la playa , que por cierto eran los jardines del edificio, con el que ya se especuló en su momento y por el que no se hizo nada con ese dinero ( la propiedad en ese momento sea quien sea).
_ personalmente prefiero este proyecto que las tartas-ratoneras que estan rehabilitando en primera línea de playa a precio de ático en la Castellana, ver veremos como queda.