SANTIAGO SEGURA, DIRECTOR DE CINE
(PREVIA: “Asturias es hospitalidad, buena comida y la naturaleza está todavía en un estado que da gusto verla”)
«He seguido haciendo teatro con Flo y Mota donde había 50% de aforo. Era triste, pero la gente se reía y lo agradecía. Lo de la cultura segura ha sido verdad, puntos donde no se ha documentado ningún contagio y eso te tranquiliza porque no quieres hacer algo inseguro para el público»
¿Este último año ha sido para olvidar?
Para no repetir quizás, pero cómo vamos a olvidar a la gente que ha perdido la vida, a familiares o a enfermado. No es olvidarlo, es que no queremos repetirlo. Ha sido muy desagradable, pero hay que recordar que la vida es muy valiosa y a veces, sin comerlo ni beberlo, nos podemos encontrar unos marrones importantes. Eso tiene que hacernos reflexionar sobre que estamos aquí de prestado. Nos creemos los dueños del planeta y un bicho microscópico nos fulmina a todos o el cambio climático. Una cosa que me dejo alucinado fue cómo los animales empezaron a tomar las ciudades durante los tres meses del confinamiento. Es como que reclaman su lugar, si los humanos no están vamos a volver a ocupar sitio. Si desapareciéramos, en dos años esto no se conocería y la naturaleza volvería a su sitio. Tenemos que convivir con ella sin ser tan agresivos sino queremos que sea agresiva con nosotros, nos estamos buscando nuestro merecido o un final brutal. Debemos intentar que haya un equilibrio y sé que es muy bonito de decir y muy difícil de hacer. La gente es muy egoísta y recuerdo cuando mi madre me decía que no tirara chicles al suelo. Nunca más he vuelto a tirar uno. Si te fijas en la calle, ves como ‘manchurrones’ que son chicles aplastados. Tardan 15 años en disolverse, imagínate lo que son las mascarillas que hemos tirado la mar, los plásticos… Hay gente que es muy consciente, pequeños gestos hechos por muchos es un gran gesto y es lo que deberíamos tener presente. Es como cuando me tomo un postre y de repente el café lo pido con sacarina. Soy creyente en los pequeños gestos. Oye, que charla te he dado a favor del planeta. Parece una película ecologista.
Podría ser una idea a futuro.
Sí, para la de Rambo con Torrente (risas).
¿Se puede vivir sin besos y abrazos?
Y sin música, sin risa, pero se vive muy mal. Puedo vivir sin abrazar a mis hijas, pero pues eso. Es como el viejo chiste que dice “¿Viviré más sin tabaco, sin alcohol, sin grasas? No sé si vivirá más, pero se le va a hacer más largo”. A mi me entristece tanto no poder ver las caritas de la gente. Es verdad que hay alguno horrible como yo que beneficiamos a la humanidad tapándonos, pero me gusta ver las sonrisas, los gestos y los hemos perdido con las mascarillas. Ojalá volvamos pronto a la antigua normalidad que ya no sé cómo llamarlo.
En la película ha habido una partida de en torno a 60.000 euros para test y mascarillas. ¿En algún momento tuvo miedo en que el rodaje se pudiera ir al traste?
Cada día. Estábamos en la segunda ola, no había nada más que noticias sobre cómo subía la curva y está lo que te contaba antes de los figurantes. Amigos o conocidos que los ingresaban con neumonía bilateral y te das cuenta de que es una putada. Si me pasa a mí, te puedes pasar un mes en el hospital. Esto en el mejor de los casos porque igual palmas y ahí te da igual la película y todo porque ya no estás. Ahí pensaba que éramos un poco inconscientes, pero luego pensaba que no, que necesitábamos seguir. Trabajar por esa gente que no podía, había oficios que los habían prohibido. He seguido haciendo teatro con Flo y Mota donde había 50% de aforo. Era triste, pero la gente se reía y lo agradecía. Luego resulta que lo de la cultura segura ha sido verdad, puntos donde no se ha documentado ningún contagio y eso te tranquiliza porque no quieres hacer algo inseguro para el público. He pasado miedo, como todo el mundo, pero hay que seguir adelante con precaución y que por fin sea una desescalada, aunque ahora los jóvenes están siendo más perjudicados por el virus. Tienen que darse cuenta de que no es solo una enfermedad que afecta los de más de 50. Hay gente de 30 que la está pillando y no como un resfriado leve.
No es la primera vez que le vemos detrás y delante de las cámaras. ¿Cómo lo compagina sin volverse loco?
Eso de que no me vuelvo loco lo dices tú, estoy totalmente ido. Cuando dirijo una película sé que tengo que salir porque soy de los pocos que me doy papeles protagonistas. Soy uno de los directores que más me quiere, pero luego me cuesta porque me veo en algunos planos que estoy mirando más al resto, es más un mirar de director que de personaje. Me da rabia hacerlo mal yo porque soy el director. Al final acabas un poco ‘tronao’.
La influencia de Berlanga de la que usted hace gala ¿se nota en ‘¡A todo tren! Destino Asturias’?
Lo de las influencias es como un poso. Yo pensaba que Berlanga, como era uno de los cineastas que más admiraba, era una influencia en mi hasta que un amigo me dijo que la influencia más brutal de ‘Torrente 2’ era Francisco Ibáñez, creador de ‘Mortadelo y Filemón’. Y es verdad. A Ibáñez lo he admirado desde pequeño y hay una escena que no estaba en el guion y fue inconsciente. Le dije a Gabino, (Diego) haces como que te tumbas para que el coche pare y me quedo en el arbusto. Venía el coche y le pasaba por encima. Eso es Filemón porque en mi mente también estaba el tebeo. Así que seguro que en ‘¡A todo tren!’ está Berlanga agazapado. Situaciones como cuando comparten coche y les recogen una pareja de hippies. Al final el batiburrillo que tienes el cerebro hay gente que lo hace conscientemente como Tarantino, y yo (risas) no sé o que hay dentro de mi mente.
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