El Camino de la Costa o Camino del Norte, es el más septentrional de los caminos de Santiago, un recorrido de 815 kilómetros que atraviesa el noroeste peninsular, haciendo parada en Gijón. Su itinerario consta de trece etapas a su paso por Asturias, siendo la quinta (Casquita-Gijón) y la sexta (Gijón-Avilés), las que discurren por la ciudad.
Si el Camino Primitivo constituyó la primera vía de peregrinación jacobea, el Camino de la Costa fue definiendo la ruta de quienes buscaban otras sendas por las que llegar a Compostela. Ya en la Edad Moderna se situó como una vía muy transitada, pese a no ser uno de los más cómodos de realizar, ya que los peregrinos debían afrontar en barca el paso de varios cauces (Deva, Nalón, Eo…).
La gran afluencia de peregrinos puso de nuevo en funcionamiento las vías romanas que cruzaban Asturias, como la Vía de la Plata, y derivó en la fundación de instituciones hospitalarias como el Hospital de Nuestra Señora de los Remedios de Gijón, que dio asistencia a los peregrinos hasta el siglo XIX.
Un Camino gijonudo
El camino hacia Gijón comienza en Casquita. Una vez allí, el descenso hacia Gijón se realiza por el Alto del Infanzón y después por la pista de la Olla hacia la parroquia de San Salvador de Deva, cerca del albergue para peregrinos. Tras hacer noche en Deva, se continúa hacia Cabueñes, la Laboral y la Guía para adentrarnos en la ciudad y atravesar la Avenida de la Costa, el Paseo de Begoña y los barrios de Cimavilla, Natahoyo y La Calzada.
Dejaremos Gijón por la carretera dirección Avilés, tomando el ramal e iniciando la subida al Monte Areo. Allí comienza el descenso hacia Santolaya y, una vez pasada la iglesia, hacia La Torre y Tamón. Continuando por carretera hacia Tabaza, el camino nos llevará finalmente hasta Avilés.
El equilibrio perfecto entre mar y montaña
El Camino de la Costa parte de Irún (Guipúzcoa) para atravesar luego el litoral vasco, cántabro y asturiano, adentrándose en Galicia por Mondoñedo. En su tramo asturiano, además de Gijón, atraviesa villas de enorme belleza, como lo son Llanes, Ribadesella, Villaviciosa, Gijón, Avilés, Luarca o Castropol.
Hoy en día, este camino destaca por la belleza de sus parajes, al ser un camino que se mantiene pegado en su mayor parte Cantábrico, y está plagado de paisajes coloristas, huyendo además de la masificación de otras rutas. Una simbiosis casi perfecta entre mar y montaña.