La traca final del concurso resultó multitudinaria, soleada y familiar, porque “el hípico” siempre es una excusa para reunir a padres, hijos, nietos y ¿por qué no? Para ver a famosos del couché como el conde de Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo
No hay duda de que una de las citas estrella del verano gijonés es el Concurso Hípico Internacional de Saltos, para abreviar “el hípico” que es como se conoce en el argot “playu”. Es casi imposible no ver a alguna ninfa ataviada con pamela —no con sombrero, con pamela— como si, en lugar de estar en el recinto de Las Mestas, estuviera en Ascot alternando con los mismísimos Reyes de Inglaterra y tomando Gin Fizz como si no hubiera un mañana.
En fin, la realidad gijonesa es otra. Aquí privamos cerveza que da gusto y bebemos “cacharros” a dolor. Eso sí, después de esperar una cola kilométrica y encomendándonos, cada uno a quién quiera, para que no se acabe la ginebra. Por lo demás, todo el recinto es, como decimos aquí, de “restallu”. Más en esta edición, en la que se han hecho algunos cambios bien pensados para que el público tenga donde sentarse a gusto y comer con variedad. Eso sí, los precios de los programas han subido un 100% y así se ha visto reflejado en el concurrido, que no ha estado contento con ello.
Pero a lo que vamos. La traca final del concurso resultó multitudinaria, soleada y familiar, porque “el hípico” siempre es una excusa para reunir a padres, hijos, nietos, en trono a los palcos, hinchables, ponys o foodtrucks. Y ¿por qué no? Para ver a famosos del couché como el conde de Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo, que aquí sí sabe que nadie lo molestará e increpará, porque, como se apuntaba antes, está en familia. Athina Roussel Onassis, José Bono o Elena Cullell (mujer de Luis Enrique) fueron otros de los que se pasearon por el recinto, incluso sin ser reconocidos. Claro está que nos faltó el gentleman Álvaro Muñoz Escassi, que sí que tendría séquito alrededor, y le hubiera dado un toque de “marujeo” a la semana. Otro año será.
Los que sí estaban porque lo hacen de año en año, son algunos de los vecinos de esta santa y divertidísima ciudad, como, por ejemplo, mis “Carmenes” preferidas como Jimena Díaz. “Apostamos una triple a lo loco, no sabemos todavía como hicimos la combinación” confesaba Carmen Prieto entre risas. Como las anteriores, pero a carcajadas, estaba otro genial grupo, el formado por las hermanas “Glorietus”. Donde estén Gloria y Bea Muñiz hay alegría y si no que se lo pregunten a sus amigas Luz Iglesias, Ana Gama y Eva Álvarez. Diseñadoras e instagramers, a este grupo no le hizo falta encontrarse con nadie. El júbilo y el entretenimiento está intrínseco en ellas.
En el palco número 30 probaban suerte otra de las familias asiduas al concurso. Borja del Campo y Teresa Riera nunca se pierden la cita y siempre lo hacen acompañados de sus hijas y amistades de estas. ¿La suerte? No es tan amable con ellos. No fueron los únicos en no tener buena ventura, a pesar de saber bien y por quien deben apostar. María Baldó y Cova Romero llevan acudiendo al recinto toda la vida, acompañadas desde hace ya muchos años de sus maridos, Agustín Blanco y Toño Fernández. Ellas dejando su suerte en gemelas combinadas y ellos en triples, no han salido en las noticias, así que mucho nos tememos que no han tenido fortuna.
Tampoco tenemos constancia de que hayan resultado ganadoras de alguna cifra importante, otro grupo familiar. Las hermanas Elia y Marga González, la hija de esta última, Carlota Saralegui y una amiga de todas ellas, Beatriz Gutiérrez y Pipo, su caniche, apuestan gemelas “a triples no llegamos” afirmaban. Más atrevida con la apuesta estrella, la triple, fue Blanca Martínez, que andaba de paseo cargada de boli y programa acompañada de sus amigas Ana Suárez, Carmen Silos y Carmen Seijas. Tampoco hay constancia de “notición” cargado de euros con el nombre de estas, así que habrá que esperar todo un año para volver a tentar a la suerte. Mientras preparémonos para estos primeros quince días de septiembre. Llegan las fiestas de Cimadevilla. ¡Ojo al dato!