El historiador José Ignacio Algueró hablará sobre «la deuda histórica de España» con el pueblo saharaui y su situación actual en su próxima conferencia esta tarde en el Antiguo Instituto
Preguntarle a José Ignacio Algueró (Gijón, 1959) por qué puede resultar de interés hablar sobre el Sáhara Occidental en Gijón ahora mismo es encontrarse con respuestas de sobra: «Porque fue una provincia española, porque está solo a 100 kilómetros de Fuerteventura, porque hay mucha gente que hizo la mili en el Sáhara y todavía sabría reconocer una matrícula de coche con ‘SH’, porque muchas personas guardan importantes recuerdos asociados al lugar, porque los saharauis fueron ciudadanos con nacionalidad y documento de identidad español hasta 1989… Y porque tenemos una deuda histórica importante y mucho desconocimiento en torno a toda su historia aún».
La rotundidad del historiador gijonés no da pie a dudar sobre la vigencia que hoy tiene una conferencia como la que dará este lunes 21 de octubre en la sala de conferencias del Centro de Cultura Antiguo Instituto (19.00h) bajo el título ‘El conflicto del Sáhara Occidental y la responsabilidad de España’. El Sáhara Occidental es un territorio que perteneció hace no mucho al Estado español y sobre el que nuestro país sigue manteniendo un fuerte influjo como potencia administradora de iure hasta su descolonización, tal y como perciben agentes de derecho internacional como Naciones Unidas (que incluye al Sáhara en su lista de territorios no autónomos) o la Unión Africana.
Reconocer la necesidad de un proceso descolonizador en el territorio saharaui también implica admitir que este solo pueda resolverse «ejerciendo el derecho a la autodeterminación a través de un referéndum popular con opción a la independencia», por eso Algueró habla en este punto de la postura de «absoluto entreguismo» tomada por el Ejecutivo de Pedro Sánchez a la sombra de Marruecos, que actualmente ocupa el Sáhara Occidental en dos terceras partes de su territorio. Para el doctor en Historia especializado en esta región al noroeste del continente africano, la presión marroquí ejercida sobre el actual Gobierno de coalición ha logrado que Sánchez apoyase la definición del Sáhara como región autónoma dependiente de Marruecos, «un proyecto ‘ultracentrista’ de autonomía como el del Rif». «Por distintas causas, Marruecos ha terminado ejerciendo una influencia tremenda sobre este Gobierno, ha llegado a conocer muchísimas debilidades del país y del equipo de Sánchez tras el espionaje del programa Pegasus«, cuenta.
En las dinámicas geopolíticas entre ambas potencias, el Sáhara Occidental ha terminado siendo la moneda de cambio que sucesivos gobiernos españoles han utilizado a favor o en contra de «los mandatarios marroquíes de turno». Un vaivén que relegaría al Sáhara a una total sumisión si no fuera por toques de atención comunitarios como el que supuso la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre los acuerdos de pesca y agricultura que los países de la UE habían establecido con Marruecos. Algueró cuenta que este resulta «un hito muy importante porque reconoce que el pueblo saharaui es el único que puede disponer de la propia riqueza natural de sus aguas y suelos. La UE no resuelve quién es dueño del Sáhara, pero sí influye en todo lo que afecta al comercio en la zona y puede establecer al pueblo saharaui como interlocutor importante».
Tampoco es baladí su impacto a pie de calle europea, española y gijonesa, porque establece que todos los productos con origen en la región cumplan con la obligación de incluir el nombre de Sáhara Occidental en el etiquetado con el que se especifique su procedencia: «Abre el rol de los consumidores, ya que todos en España y en Europa consumimos alimentos que provienen de Marruecos». Más de 2.200 kilómetros separan el Cantábrico de la costa saharaui, pero la pequeña decisión de un particular a este lado de Pajares impacta en el Magreb con mayor o menor consciencia del primero, ya que la región un día española no siempre es tenida lo suficiente en cuenta a nivel mediático y social en la Península, como sí ocurre con otros territorios en conflicto.
Viene a la mente de todos un pueblo palestino que «guarda muchos paralelismos con la causa saharaui», salvando las distancias bélicas e históricas que atraviesa ahora el conflicto con Israel, aunque el protagonismo entre ambas se haya repartido de forma desigual a lo largo de los años en el continente europeo. Algueró ha tratado de luchar contra ese desconocimiento hacia la historia del pueblo saharaui con una labor divulgativa que comenzó con su tesis, ‘El Sahara y España. Claves de una descolonización pendiente’ (2006) y se ha extendido hasta las salas de conferencias que le han permitido (alguna incluso en La Haya). El próximo lunes vuelve a jugar en casa con una audiencia de la que espera poder «tener una conversación distendida» y crear una charla «amena, con conceptos introductorios para conocer la historia del Sáhara desde el principio».