«En Mozambique retomé mis labores de gimnasta y monté un estudio de yoga y pilates a la vez que hacía consultorías»
Elena Suero Caldevilla será, a partir del mes de enero, la nueva directora de la Fundación Albergue Covadonga. Gijonesa con raíces en el Oriente de Asturias y muy vinculada a los Picos de Europa, ha decidido asentarse en la ciudad junto con su familia, después de viajar por el mundo realizando labores humanitarias con Cruz Roja. Este nuevo reto le llevará sin duda a tomar infinitas decisiones de gestión, a los que está sobradamente acostumbrada.
¿Ya es hora de quedarse en casa?
Me apetecía un poco asentarme porque me fui de aquí con 25 años.
¿A dónde?
Cogí mi primer avión para estudiar inglés en Edimburgo.
¡Bueno no era ninguna adolescente!
¡Qué va! Dese cuenta que estuve muy vinculada a la gimnasia rítmica, lo que conlleva mucha disciplina y orden.
¡Qué me dice!
Fui Campeona de España en Aro y después, muchos años entrenadora en la Agrupación Deportiva Gimnástica de Gijón. Mientras, estudié en Oviedo, Administración y Dirección de Empresas, ADE.
Esta conversación se pone muy interesante, siga.
Después de estar trabajando de camarera en Edimburgo (se ríe), me fui a Londres con una beca para seguir perfeccionando el inglés y sacar los certificados correspondientes.
Eso de tener una vida convencional no le iba.
La verdad es que no me apetecía mucho, así que me fui un poco a la aventura yo sola.
¿Y de ahí?
Salté a Finlandia con otra beca, esta vez del IDEPA, de Comercio Exterior, y ya de ahí a la Cooperación Internacional. Siempre me llamó mucho la atención el tema social, las humanidades, pero ya sabe, en casa te dicen que hay que estudiar algo con salida…lo de siempre.
Pero no se quedó en Finlandia.
De allí me fui a Namibia y poco después a Mozambique. En este último país retomé mis labores de gimnasta y monté un estudio de yoga y pilates a la vez que hacía consultorías.
Cada vez me sorprende más…
En esa época viajé mucho.
¿A dónde?
Por toda África (estuve en Kilimanjaro) por India…y ahí digamos que encontré mi sitio.
Empezó a trabajar para Cruz Roja gestionando proyectos de cooperación, pero sobre todo del ámbito de las emergencias.
Desde el 2016 hasta ahora.
Esta última estancia ¿dónde fue?
En Filipinas.
Explíquenos un poco su trabajo en cuanto a las emergencias.
Son proyectos financiados por la Unión Europea que nos permite preparar a las diferentes comunidades para afrontar esos desastres, en caso de una alerta temprana. Y no solo asegurar su vida, sino también sus enseres, porque dese cuenta que en muchos casos son pescadores, agricultores.
Vale, que aprendan a guardar y proteger en sitios seguros sus cosas de trabajo y enseres personales.
¡Claro! Que consigan poner sus cosas a salvo para luego no encontrarse sin nada por culpa de una inundación, por ejemplo. Para que se haga idea, yo gestiono sobre todo en zonas rurales
¿Le tocó vivir alguna de esas situaciones de desastre?
En Filipinas sí, en Manila donde vivíamos, pero en los lugares de mis proyectos no.
Y cuando llega al destino ¿cómo empieza a gestionar?
La Cruz Roja, en mi caso española o alemana, recibe también fondos de instituciones de terceros. Esa misma Cruz Roja europea, integra su proyecto en la estructura local, en este caso Mozambique o Filipinas, contando siempre con el personal propio del lugar, dándole recursos que de otra manera no tendrían.
¿Qué tipo de proyectos son?
Son innovadores, con metodologías nuevas para que les sirvan un poco de piloto, y luego puedan aplicar según sus propias intervenciones.
¿Se dejan asesorar?
¡Bueno! Hay que encontrar el equilibrio para que no se entienda como una injerencia y utilizar un poco esa diplomacia internacional. Tenemos que entender que ellos tienen sus metodologías, culturas, sus formas de hacer las cosas. Tu está allí para asesorar técnicamente, controlar el tema financiero del proyecto, pero dejándoles otro tipo de autonomías y el control total sobre el proyecto.
Cuéntenos alguna cosa de las que haya hecho.
Mire pusimos en marcha una asociación de mujeres. En vez de tener cada una huerta, propusimos una en común. Podrían así obtener los permisos conjuntamente y conseguir producciones mayores con técnicas de riego mejores. Incluso ellas mismas formaron una asociación de prevención de desastres. Es decir, este proyecto las formó también en primeros auxilios y alerta temprana (cómo estar atentas a las noticias para poder avisar a la comunidad, almacenar sus producciones en un espacio habilitado en zonas más altas, guardar sus herramientas).
Cosas lógicas para nosotros.
Sí, pero que allí no las piensas. Otro ejemplo. Almacenar los documentos en una carpeta de plástico para que la inundación no las deje inservibles. Y sobre todo los primeros auxilios, además de crear una cadena de comunicación entre ellos por si surge la emergencia.
Y dicho esto, ahora cuéntenos cuando tuvo tiempo para formar esa familia tan guapa que tiene.
Bueno (se ríe) a mi marido Humberto, lo conozco desde antes de irme a Edimburgo, éramos muy amigos y siempre estuvimos en contacto.
¿Y?
Estando yo en Mozambique fue a visitarme y ¡claro! Esas playas maravillosas, las praderas de animales…
¡Memorias de África! Así cualquiera.
Esa fue la banda sonora de nuestra boda.
¡Qué guapo! ¿Y dónde se casaron?
Por supuesto que en el Parador de los Picos de Europa.
Y sus hijos ¿dónde nacieron?, porque allí la asistencia médica será…no sé.
Sí aquí. Al primero la cigüeña lo encargó en Mozambique y por eso tiene nombre africano. Se llama Keita que es un nombre del norte de África y significa el elegido.
Y el peque.
Se llama Sian, que es el antiguo nombre de Tailandia.
No me diga más, porque se encargó allí.
En Filipinas.
Ahora se trasladan todos a Gijón porque usted se hará cargo de la gestión del Albergue Covadonga. ¿Fue difícil elegir volver?
Nosotros vamos viendo. Tengo una visión de lo que puede ser mi carrera profesional, pero en lo personal prefiero vivir el momento.
Es muy africana eh, muy espiritual, familiar, soñadora. Y ¿su marido?
Me siento muy, muy afortunada de compartir con él mi vida y que me acompañe allí donde voy. Es el equilibrio y con una visión de la vida compartida. Él se ocupa más de la familia y yo del trabajo.
Sorprenden hasta en eso. ¡Qué fantástico!
Pues sí.
Hablando del nuevo reto. Es grande porque seguramente que se encontrará, digámoslo metafóricamente, con algún león o jirafa…
Me llegó un poco de casualidad porque había posibilidad de volver a salir de aquí, pero la familia y los abuelos sobre todo…pero sí hay muchos retos porque el “sinhogarismo” en Europa se ha ido dignificando. Hay que dar un trato digno.
Cómo.
Conseguir más metros por persona, los que quieran que estén más acompañados. El albergue se tiene que adaptar a ese nuevo modelo. Somos conscientes de que hay personas en la calle y necesitan un lugar, una media estancia para que puedan sentirse mejor.
Oiga y eso que dicen de que están en la calle porque quieren.
Cada persona tiene sus circunstancias. Hay decisiones que les puede marcar un camino, pero también hay casos concretos de enfermedades y diferentes perfiles. Es muy difícil y por eso el recurso de emergencia siempre existirá.
Se llamaba Calor y Café.
Ahora es el Centro de Baja Exigencia. Va gente a tomarse un café, lavar su ropa, ducharse, dormir. Una vez hecho eso, se van. No hay un itinerario marcado. Estos casos suceden cada vez más a gente joven. Luego también tenemos pisos para personas que tienen ya proyección a largo plazo.
Pero esas personas que no tienen proyección alguna…
La salud mental es un factor muy importante. El no tener recursos para acceder a una vivienda…son ciclos de desarraigo.
Y ¿qué reto es mayor para usted, el superar todos los días lo que fueron horas interminables de entrenamiento, cuando era gimnasta o el desgaste psíquico de la gestión.
Lo difícil es encontrar el equilibrio. En este nuevo trabajo la exigencia es que con lo que tenga, intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Está financiado por el Ayuntamiento con un convenio con la fundación y también con otras consejerías y estamentos del gobierno…hay muchos proyectos.
¿Cómo le gustaría despedirse?
Animando a la gente a que entre en nuestra página web para ver y poder comprar las velas que hacemos en nuestro taller. Sería un buen regalo de Navidad y ayudaría a mucha gente.