«Se debe agradecer, y lo hago, a los trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento por estos cuatro años de labor. Ahora, vienen los pines parentales en educación, los negacionistas del cambio climático, los contrarios a nuestra ‘llingüa’ (…). Pero da igual si estáis a favor o en contra de ello; estaréis ahí, trabajando para todos, para todas, y eso da tranquilidad»
Final de las elecciones en Xixón. Cambio de Gobierno volviendo al pasado, retrocediendo a políticas de antes, en donde el cemento y los coches conquistaban el espacio al paseante. Ideas antiguas para volver al punto del ayer, un ayer en donde la pasividad de las ideas paralizaba la ciudad. Política de pactos con partidos diversos de parecida manera de pensar. ¿Constitucionales? Todos. ¿Amantes de la intolerancia? Muchos. ¿Fascistas disfrazados? Uno ¿Compañeros de cama? Seguro. Retroceso en Gijón, pero es lo dictado por las urnas. Los votos han murmurado, pues no han gritado, que la derecha debe gobernar nuestra ciudad, una villa de mirada al mar, de progreso, alternativa, viva, dinámica, tolerante. Un cambio de guion reflejando que algo se ha hecho mal, sin duda, pero, no nos engañemos, Xixón sigue teniendo en sus genes la defensa de Derechos Humanos, el estado del bienestar, la igualdad, la inclusión, la redistribución de la riqueza, la libertad… Conceptos debilitados en un futuro por la llegada de políticas que no creen en ellos, o los enarbolan en el vacío.
A la espera de un cambio importante en la parte ideológica de quien capitaneará el barco, recordemos que el navío precisa de la ultraderecha para salir a navegar, la ciudadanía no está preocupada en el ahora, están confiados en la continuidad del funcionamiento, en el inminente quehacer cotidiano. Esa tranquilidad en un cambio de Gobierno, en un futuro caminar, viene dada por la planificación política y, también, por el mantenimiento de las personas que trabajan para que cada día estén las aceras limpias, nuestras calles sean seguras, funcionen los semáforos, salgan los contratos, se adjudiquen obras, se abran bibliotecas… Todos esos empleados que aportan sosiego durante el cambio son los funcionarios, las funcionarias, los empleados y empleadas públicas, garantes de la legalidad y el servicio.
Los funcionarios son personas que no están al orden de la ideología, sino de la norma y del ciudadano y ciudadana. Trabajadores diligentes que esperan, y acatarán, directrices futuras velando por el funcionamiento del Ayuntamiento, solventando problemáticas de manera callada, sirviendo a la ciudad. Por desgracia, debemos escuchar muchas veces comentarios negativos hacia los que trabajamos para las personas, pero aquellos que hablan deberían tener un mayor respeto a profesionales que velan por el cumplimento del servicio, las normas y la adecuación jurídica de los procesos.
La imparcialidad y objetividad en el ejercicio de la función pública constituye un principio esencial en la actuación de las Administraciones Públicas, tal como recoge la Constitución, eliminando las influencias de intereses partidistas, garantizando la neutralidad política y la legalidad, realizando su cometido a través de la objetividad, acordes a una postura propia, que no personal, e institucional, todo ello encaminado a defender el “objeto”: la ciudad. A esa obligación, fundamental en el funcionamiento de la Administración, se le une la fidelidad institucional al Gobierno, estatal, autonómico o local, no contradiciendo sus directrices, pero realizando una interpretación y actuación de las mismas acorde a la ordenación jurídica y al interés general.
«Cuando la gente estigmatiza o estereotipa a los empleados públicos, debe darse cuenta de que esa persona tiene la influencia y la responsabilidad de defender la ciudad de tratos preferentes»
La neutralidad e imparcialidad de los funcionarios/as, inherente a la democracia, significa la obligación, en el ejercicio de sus funciones, a realizar acciones, emitir dictámenes, juicios y resoluciones con total objetividad, al margen de opiniones personales y, especialmente, con independencia de su pensamiento político. La existencia de un principio de obediencia permite la traducción inmediata de la decisión política en acción administrativa, teniendo en cuenta el ordenamiento jurídico. Esta manera de realizar la labor, unida al último servicio para la ciudad por parte de los responsables políticos, anticipar acciones para el correcto traspaso de competencias, es básica en las alternancias de Gobierno como la que se va a llevar a cabo en Xixón.
Los y las funcionarias, trabajadoras para la ciudad, están a disposición de cualquier Gobierno, sin merma en la eficacia del aparato administrativo, asegurando la fiel ejecución de las políticas diseñadas y la eficaz prestación de los servicios públicos. Son esas políticas, esas ideas las que diseñan y activan. Si no hay ideas, si no hay política, será imposible el dinamismo. Por eso, aquellos que realizan comentarios rodeados de simplismo y parquedad ante las personas que ingresan en la Administración diciendo “para toda la vida” deben también pensar que, gracias a la labor funcionarial, se asegura la continuidad de la prestación de las necesidades de la ciudadanía frente a los cambios y se da garantía en los procesos, sin importar quién lleve la dirección política. Por eso la estabilidad o permanencia en el empleo, aspectos que son una obligación y exigencia, apuntala la prestación de servicios públicos en la democracia, pues garantiza el funcionamiento en momento de parálisis política y elimina acciones partidistas.
Cuando la gente estigmatiza o estereotipa a los empleados públicos, debe darse cuenta que esa persona tiene la influencia y la responsabilidad de defender la ciudad de tratos preferentes, de orientar, de actuar acorde a normas legalmente establecidas, de garantizar la imparcialidad y el interés de todos. Esa persona que ahora está esperando las directrices políticas, que va a obedecer, trabaja cada día para la ciudad, pues, para ella, Xixón es, en este caso, más importante que las ideas. Le gustará más o menos un Gobierno u otro, una manera de pensar el mundo u otra, podrá estar más o menos en consonancia con su ideología, pero él, pero ella, siempre estará ahí consolidando el funcionamiento del día a día, para limpiar las aceras, dar seguridad a nuestras calles, hacer funcionar los semáforos, gestionar contratos, adjudicar obras, abrir bibliotecas… Es cierto que es necesaria una modernización de la Administración Pública, favoreciendo la actualización de la gestión, continuando un caminar imparable hacia la digitalización para los procesos desde el ámbito público, adecuando tiempos y procedimientos, aminorando los obstáculos burocráticos creando estrategias para la simplificación y la dinamización administrativa, siguiendo con la evaluación del desempeño de función pública (Asturias es de las pocas Comunidades Autónomas que dispone en su normativa autonómica una evaluación de la contribución individual a objetivos conjuntos), aunando estabilidad con rejuvenecimiento de las plantillas… Todo con el fin de ganar en eficacia y eficiencia,
Se debe agradecer, y lo hago, a los trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento por estos cuatro años de labor. Ahora, vienen los pines parentales en educación, los negacionistas del cambio climático, los contrarios a nuestra ‘llingüa’, los del espectáculo ganando a la cultura, los de la inmediatez sin visión de mañana… Pero da igual si estáis a favor o en contra de ello, estaréis ahí trabajando para todos, para todas, y eso da tranquilidad.