II PARTE DE LA ENTREVISTA CON LA DIRECTORA DE PARTIDO DE LALIGA CARMEN MIER
«El ‘cascayu’ es una obra abstracta, un poco caótica y, sobre todo de cara al tráfico, lo hubiese planteado de otra manera»
«Durante la pandemia los hosteleros fueron juguetes en manos de gente que no tenía muy claro lo que se traían. Fue un sector castigado porque era lo fácil»

Hablemos de algo que nos ha acompañado desde 2020: la pandemia.
Precisamente en mi puesto ha sido un aprendizaje fantástico. ¿Por qué? Porque de repente nos vimos en un escenario en el que nunca se había planteado un partido de fútbol. Nuestra posición se tuvo que adaptar a esas nuevas necesidades del protocolo COVID y vivir un partido sin público en las gradas, impacta porque es un partido de competición, pero lo ves como un entrenamiento. La pandemia fueron muchos viajes con muchas restricciones en el país, entre comunidades, con un salvoconducto todo el rato para poder pasar de un sitio a otro, llegar a ciudades en las que había toques de queda, en las que no había hostelería, en las que incluso los hoteles no tenían restauración. Era como vivir en una película del futuro que pensábamos que no iba a pasar. Fue un aprendizaje porque cada vez iba cambiando más, parecía que todo se estabilizaba y volvía otra ola, las restricciones… LaLiga fue un ejemplo de que se pudo continuar, de que el espectáculo terminó y que luego pudo empezar otra vez de una manera seminormal porque todavía no estamos en la normalidad.
Usted procede de una gran familia de hosteleros. ¿Se ha dejado de lado al sector en la toma de algunas decisiones?
Sí. Durante la pandemia hubo muchos sectores damnificados, pero en este caso a mí me afecta de manera directa porque en mi familia todos se dedican a ello. Se ha dejado desprotegido a un sector que desde el inicio accedió a todo lo que se iba demandando desde gobierno central o autonómico porque entre unos y otros no se ponían de acuerdo, pero fue castigado porque es lo fácil. Entiendo que las aglomeraciones de personas era lo que había que evitar y que en la parte hostelera es donde más te puedes juntar, pero fueron juguetes en manos de gente que tampoco tenía muy claro lo que se traían.
¿Llegó a ver peligrar el modo de vida de los suyos?
Sí, porque tienes un negocio, una propiedad, tienes que mandar empleados al ERTE. Por suerte dentro de lo que cabe esos empleados cobran, pero tú no cobras y tienes que seguir haciendo frente mes a mes a todos los recibos de luz, agua aunque no se utilice, la mercancía… y los meses pasan y se habla de ayudas y las ayudas no llegan y cuando lo hacen resulta que hay que devolverlas. Lo vi peligrar, sobre todo, porque cuando parecía que todo iba bien otro cierre, pero por suerte ahí están y espero que sigan por muchos años.
¿Ha faltado cintura política?
Sí, claro. También entiendo que era una situación que nunca se había dado y que era difícil de gestionar. Es algo que crees que nunca va a pasar y cuando llega hay que tomar decisiones de las que depende la economía y la vida de un país y del mundo entero porque aquí estamos hablando de la pandemia mundial. No obstante, se podía haber gestionado de otra manera.

¿La crisis sanitaria le ha cambiado la forma de ver la vida?
Sí, yo creo que tengo hasta fatiga pandémica. Me ha cambiado en varias cosas. Ya no planifico porque está claro que de qué sirve si te viene una crisis sanitaria o cualquiera de los problemas que tenemos actualmente en el mundo. El vivir el día a día y, sobre todo, valorar más a los nuestros y pasar más tiempo ellos. En mi caso, también quiero estar siempre en casa. Estoy viajando, hago vida social, pero antes la casa no me caía encima y ahora pienso: ¡Por favor, quiero estar en casa! (risas).
“Me parece una tontería que los perros no puedan correr por toda la playa de San Lorenzo en invierno y en verano delimitaría una zona para las mascotas”
También es amante de los animales. A la orden del día están los envenenamientos a perros o, mismamente, en Gijón poner agujas en carne para que se lo traguen. ¿Qué me dice?
Estás tocando un tema conflictivo porque con los animales tengo una sensibilidad bastante más arraigada que con otras cuestiones. Además, estamos en una ciudad dog-friendly y una de las que más facilidades da para poder ir con tu mascota, ya no solo a pasear sino incluso a tomarte algo a los sitios. Habría que adoptar medidas muy duras contra esas personas que hacen ese daño, tendría que haber un control para intentar que este tipo de cosas no se den.
En Gijón los perros solo pueden bajar a la playa entre noviembre y marzo. ¿Está de acuerdo con esta medida?
Puedo entender que en la época estival hay más afluencia en la playa. En invierno es una tontería que solo tengas de la escalera dos a la ocho, lo abriría a toda la playa y en verano delimitaría una zona en la que los perros pudiesen estar.
Ya que es ‘gijonuda’ de adopción, ¿le gusta el ‘cascayu’?
Es una obra abstracta (risas). El Paseo de San Lorenzo tiene su parte deportiva en la que todo el mundo va a pasear, patinar, en bicicleta y demás, pero es un poco caótico y, sobre todo de cara al tráfico, lo hubiese planteado de otra manera.
Volviendo a su vida laboral, también ha trabajado con la Fundación Premios Princesa de Asturias.
Mi formación empezó en el ámbito del protocolo y las relaciones institucionales. De hecho, mi planteamiento inicial de futuro laboral iba por la parte institucional y tuve la suerte de estar trabajando en la Fundación Princesa. Entré haciendo prácticas en el departamento de Protocolo cuando se cumplían los 25 años de la Fundación y, a raíz de eso, el equipo de azafatas y de organización de los Premios contaron conmigo y estuve unos cuantos años compaginando mi vida laboral con los Premios Princesa de Asturias.

¿Ponen a Asturias en el mundo?
Sí. Los Premios Princesa de Asturias tienen que seguir toda la vida. Sé que hay muchas plataformas que intentan tirarlos abajo, pero es que no es sólo ese viernes de octubre que se hace la entrega en el teatro, sino que esa semana Asturias y más en concreto Oviedo, que es la anfitriona, se convierte en foco principal en el mundo de la cultura. Es la semana más bonita del año. De hecho, cuando estoy aquí intento ir y cuando estoy fuera, ese momento de las gaitas en el Teatro Campoamor, esté donde esté, me paro, lo pongo por la tele o por la radio y los pelos de punta, no se puede aguantar.
¿Le duele que haya gente que critique un escaparate como este?
Mucho porque lo politizan. Cuando tenemos en Asturias la mayor representación institucional en sus majestades los reyes, la princesa de Asturias, la infanta incluso la reina emérita, intentan llevarlo al extremo por la repercusión que tiene la presencia de esas personas en Oviedo y se equivocan porque todo se politiza y hay que valorar que Asturias se pone en el mapa y, en concreto, Oviedo ese día como capital mundial.
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