ENTREVISTA A LA NADADORA, PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LOS DEPORTES 2021 (PARTE I) | POR JOSU ALONSO
«Hago la vida que me gusta. No la veo tanto como el ejemplo de superación que dicen»
Teresa Perales (Zaragoza, 1975) cuentas con un currículum difícilmente igualable. 90 medallas, la Real Orden del Mérito Deportivo, la Medalla al Mérito en el Trabajo, la Orden Olímpica, es Hija Predilecta de Zaragoza, y desde hace 12 días, premio Princesa de Asturias de los Deportes. También ha escrito libros, imparte conferencias o ha pasado por la política, pero, sobre todo y por encima de todo, es la hija de Sebi. Una primogénita orgullosa de sus orígenes, de los que alardeó en su paso por Asturias y que relata con su gesto habitual: una sonrisa. La zaragozana atiende a MiGijón desde su casa, lugar donde ya ha digerido todo lo que ha pasado en torno al premio que lleva el nombre de la heredera a la corona.
Teresa Perales, la eterna candidata. ¿Lo había pensado alguna vez?
Sí, pensaba que sería eso y que no me lo iban a dar nunca. Estuve varias veces nominada y algunas había pasado a la final. Siendo favorita entre los finalistas, no lo conseguía y pensaba que era la eterna candidata. Este año me han llevado la contraria (risas).
¿Ha mirado muchas veces la estatuilla de Joan Miró?
Todavía no la tengo en casa, porque nos la mandan por correo, pero estuve viéndola allí y me pareció súper bonita. Lo que he mirado con mucho cariño es todo lo que me traje como, por ejemplo, las entradas y el recuerdo que guardo de la gente, de los profesionales que estaban en Asturias, que nos acompañaron y nos hacían la vida mucho más fácil.
Ahora que ha pasado algo más de una semana, ¿ha asimilado todo lo que ha sido su paso por Asturias?
Ahora ya lo he conseguido digerir (risas). Hacía falta tener unos días de perspectiva para darte cuenta de todo lo vivido. Me quedo con un recuerdo muy bueno de corazón. El cariño de las personas, no ya solo en el paseíllo hasta recoger premio, sino que ibas por la calle y te aplaudían. Desde el primer día la gente esperaba expectante a la entrada del hotel a ver si salíamos alguno de los premiados para apoyarnos.
“He conseguido digerir lo que han sido los Premios Princesa. Hacía falta tener unos días de perspectiva para darte cuenta de todo lo vivido”
¿Y era lo que esperaba?
Ha sido mucho más. Creía que eran los premios y ya está. A pesar de que había quedado con la organización en que llegaba a Asturias el lunes y los premios se entregaban el viernes, sabía que había algún evento, pero no te esperas la magnitud, lo que trascienden los premios a toda Asturias. Tuve varios actos: uno en Avilés, otro en Oviedo con niños y fue increíble la acogida y la participación que tuvieron.
Le pido que se quede con un momento, ese en el que cierra los ojos y no lo borra de su mente.
Cuando el rey me da la palabra y leo el discurso.
Precisamente su majestad, Felipe VI, dijo que usted era un orgullo para España y un ejemplo de superación. ¿A una le cuesta aguantar el tipo cuando escucha esto?
Si, si. Al final que digan esas cosas tan bonitas de una da cierto reparo, porque yo hago mi vida como sé, como me gusta y no la veo tanto como el ejemplo de superación y demás. Hombre, me gustó mucho que dijera que era un orgullo para España.
Si ponemos en marcha el ‘aplausómetro’, su discurso fue uno de los más ovacionados. ¿Qué sintió viendo a un Campoamor reconociendo su figura?
En ese momento estaba muy abrumada y con cierta timidez. Me sale esa parte que tengo más escondida y en la que pienso: ‘Vale, bien, os lo agradezco en el alma, pero ya que me muero de vergüenza’ (risas).
¿Superación es subir «a culo» para acceder a una pirámide o tres pisos para atender a una niña como fisioterapeuta?
Sí, claro. Superación es no rendirte ante las barreras, sean las que sean. Da igual arquitectónicas, personales, mentales… Lo importante es cómo eres capaz de gestionar esas barreras que se te ponen por delante, cómo afrontas tus propios miedos y no rendirte ante las situaciones más difíciles.
Quizá para la gente es más normal, pero ¿cómo se encara la superación de tres pisos para atender a una niña?
Pensando que es la única posibilidad que hay para poder hacer lo que realmente quieres hacer así que como no hay más, vas a hacerla. No miro tanto la barrera que hay por delante, sino la solución. Lo encaras con ganas y sin pensar realmente qué estás haciendo algo extraordinario. Para ti estás haciendo algo normal, conseguir llegar hasta tu objetivo.
Le vimos intercambiar unas palabra con la reina Letizia durante las audiencias a los galardonados. ¿Qué le transmitió?
Me dio la enhorabuena y me felicitó. También me preguntó que cómo estaba, cómo había sido la vuelta de Tokio. Se interesó mucho por mi estado de salud y me dijo que disfrutara del momento, que me lo pasara bien.
Uno de sus grandes deseos era poder disfrutar este premio con su madre -Sebi-, su mayor apoyo. ¿Cómo lo ha vivido ella?
Mi madre está que no cabe en sí todavía, súper feliz por haber podido ir y disfrutarlo en primera persona. No se esperaba el discurso que di, así que estaba también un poco abrumada. De hecho, luego me echó la bronca por haber dicho tantas cosas bonitas de ella (risas).
“Voy a crear la Fundación Teresa Perales y la prioridad será el deporte adaptado”
Ese gen luchador que tiene ¿lo ha heredado de ella?
Sí, de ella y de mi padre. La verdad es que he tenido mucha suerte porque vengo de una familia muy peleona, muy humilde porque no teníamos grandes cosas, pero nunca nos faltó de nada gracias al trabajo de mis padres. Nunca se rindieron y mira que a veces vinieron mal dadas. Siempre me enseñaron a luchar y a pensar que si quieres algo hay que ir a por ello.
Su intervención, además de resumir el apoyo de su madre de una manera incondicional, también llevaba un mensaje sobre la accesibilidad. ¿Queda mucho trabajo en la materia?
Queda bastante. Si echamos la vista atrás, es verdad que se ha dado un giro de 180 grados. Hoy en día casi parece impensable llegar a un edificio público y no tener acceso de alguna manera: si no es por la puerta delantera, es por la trasera; si no es cumpliendo las medidas estrictamente, lo es por lo menos de usabilidad. Es verdad que, quizá en el ámbito más privado de comercios, de otro tipo de establecimientos queda un poquito de sensibilidad para que podamos acceder todos.
¿La sociedad es empática con las personas que viven en silla de ruedas o ahí también hay tarea?
Supongo que habrá de todo. Mi vida ha cambiado mucho. Antes me miraban con mucha lástima y ahora lo hacen con orgullo. Quizá no sea yo el ejemplo. No me encuentro con una mirada de lástima, es de admiración. Si esta pregunta se la haces a otra persona, te dará otra respuesta totalmente diferente.
¿Asturias ocupa ahora un lugar importante en su vida?
Por supuesto. De hecho, volveré en julio con el campeonato de España. Tengo ganas de que llegue (risas).
“El problema es que la sociedad también demanda inmediatez a los niños y no les estamos enseñando a sentir”
Durante la ‘Semana de los Premios’ apuntó en un acto en Avilés que deseaba poner en marcha una escuela de inteligencia emocional. ¿Cómo quiere hacerlo?
Voy a crear la Fundación Teresa Perales. Me daba vergüenza llamarla con mi nombre, pero me aconsejaron que lo hiciera porque así no hay duda de dónde viene y es más fácil conseguir apoyos. A través de la Fundación quiero crear esa pequeña escuelita, aunque la prioridad es el deporte paralímpico, es lo primero que voy a promocionar. Hay muchas ciudades en España donde todavía no hay clubes de deporte adaptado y, curiosamente, pensamos que las personas con discapacidad solo podemos entrenar con discapacitados, nada más lejos de la realidad. Queremos sensibilizar a los clubes convencionales que pueden tener secciones adaptadas, no es tan difícil, no es caro y no les va llevar tanto trabajo y, a la vez, van a poder ayudar a muchísima gente. Es donde quiero enfocar la Fundación en los inicios.
En una ocasión me decía una psicóloga que los niños aprenden matemáticas, lengua, ciencias naturales… pero no se les enseña a sentir.
Ese es el problema. La sociedad nos demanda inmediatez, también a los niños. Es lo que les estamos enseñando y no a sentir, a respetar cada tiempo emocional de cada uno de nosotros y es una lástima porque cuando te haces mayor, si no has aprendido desde pequeño es mucho más difícil gestionar nuestras propias emociones. Por eso quería tener la escuelita de inteligencia emocional para niños entre 12 y 16 años, una edad más crítica en la que tienen que tomar alguna decisión en el ámbito escolar y en la que, a veces por lo que hemos vivido nosotros de pequeños, es una época entre hormonas y las dudas e incertidumbres que puedes tener, me parece que merecía mucho la pena invertir en inteligencia emocional.
¿Es ahora mismo su principal motivación?
Es una de ellas porque lo quiero compaginar con el resto de mi trabajo que pasa por seguir entrenando porque esta temporada tengo mundial en junio. De momento, tengo pendiente una visita a Madrid para organizar la creación de la Fundación y ponernos las pilas, ya tengo pensadas algunas personas con las que puedo contar para que me ayuden.
Si hablamos de símbolos, tengo que preguntarle por la medalla con la Cruz de la Victoria que le regalaron al acabar el acto en Avilés. No es el escudo de armas de Aragón, pero…
Es muy bonita, ya tiene su sitio en la vitrina. Es preciosa y también me hizo mucha ilusión. La verdad es que todo el evento de Avilés me llegó al alma.
En Avilés también estuvo con un club de natación sincronizada…
Sí, mis niñas, pobrecitas porque luego bajaron corriendo antes de que me marchara porque querían una foto. Cuando nos la hicimos le puse la mano en el hombro a una de ellas y dije ¡madre mía, se le va a salir el corazón! Qué lindas.
Usted es una mujer que nunca tiene un ‘no’ por respuesta.
Prefiero no tenerlo, me cuesta decir ‘no’. A ver, si hay que darlo se da porque no me guste o no me interese, pero prefiero un ‘si’ porque te trae muchas más cosas, también quebraderos de cabeza a veces, pero benditos porque pueden ser oportunidades que a lo mejor no te habrías atrevido a asumir y por haber dicho que ‘si’ te metes en el jaleo y vas a por ello.
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