Empresarios y trabajadores que compartieron Ferias con el director comercial de Cervezas Ordum, fallecido ayer, atesoran los buenos momentos vividos con un hombre que, sobre todo, «era una gran persona; por eso nos gustaba tratar con él»
La sombra del luto todavía planea sobre la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA). Han pasado más de veinticuatro horas desde que, en la mañana de este martes, Pablo Rodrigo Vena, de tan sólo 46 años, se desplomase y perdiese la vida frente a una de las puertas del Recinto Ferial ‘Luis Adaro’, aparentemente por causas naturales. Y si su pérdida ha suscitado reacciones de pesar a lo largo y ancho de la geografía asturiana, dada la proyección de Vena por su rol de director comercial de Cervezas Ordum, en el Recinto Ferial ‘Luis Adaro’, donde abundan quienes compartieron horas de trabajo, anécdotas y experiencias con él, es donde más se está haciendo notar su ausencia. No sólo por haber sido el escenario de la tragedia; también por la cantidad de vivencias que, desde hace años, Vena había presenciado, protagonizado y compartido.
A Alberto Menéndez, gerente del stand que Ordum mantiene en la FIDMA, le cuesta articular las palabras al recordar a un Pablo Vena que, más que un proveedor, era un camarada. No en vano, fueron tres los años de relación profesional entre ambos, proveyendo de cerveza tanto a ese puesto en concreto, como a los restantes seis negocios que Menéndez regenta en el complejo, y que incluyen espacios tan conocidos como El Barrio de la Sidra o Capricho. En todos ellos, el logotipo de la productora asturiana, diseñado sobre fondo negro, tiene hoy un toque de crespón muy oportuno. «Era un buen tío, muy bueno… Creo que poco más puedo decir de él«, logra comentar Menéndez. Porque, en su caso, el recurrir a los servicios de Vena no respondía prioritariamente a un afán comercial. «Le compraba por el tipo de persona que era; trataba bien a todo el mundo, era amable… Si hasta nos pedía que le enseñásemos a tirar cañas«, rememora, incapaz de profundizar más en unos recuerdos que, hasta que la desgracia esté asimilada, continúan pesando.
De esa experiencia sirviendo cerveza fue testigo y cómplice Sara Blanco, quien desde el inicio de la Feria se desempeña como camarera en el puesto de Ordum. Este 2024 no es su primer año en dicho puesto, como tampoco ha supuesto la primera toma de contacto con Vena. «Llevo aquí cuatro años, lo conocí hace tres, y ya desde el principio quedó claro que era de primera«, comparte, haciendo un alto en su labor tras la barra para poner en valor la personalidad y el esfuerzo de aquel hombre que, en el momento en que finalizaba sus compromisos como comercial, «se acercaba y nos preguntaba si necesitábamos ayuda. Estaba para todo, y sí, se puso a probar con el cañero; le gustaba». Como en el caso de Menéndez, en el de Blanco también se perciben los efectos de la tristeza. Y no oculta que, cuando se enteró del fallecimiento, «me quedé tocada, no me lo podía creer».
Así, no cabe duda de que, en las jornadas venideras, serán muchas las cañas y pintas que se alzarán en memoria de Vena, aquel comercial que, más que profesional, fue para mucho, ante todo, un amigo.