El 26 de junio de 1977 las Ramblas de Barcelona fueron testigo de la primera manifestación gay de España. Siete años antes se aprobaba en el país la ley sobre la peligrosidad y rehabilitación social, que establecía penas de 5 años de prisión o internamiento psiquiátrico para las personas homosexuales. Aún faltaban casi 15 años para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) retirara la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.
Desde entonces, las personas LGTBI han tenido que luchar por algo tan básico como alcanzar los mismos derechos que el resto de la población. Entre medias, leyes históricas, como la que desde 2005 regula los matrimonios entre personas del mismo sexo, han permitido, junto con el trabajo de activistas y organizaciones, avanzar en la normalización y aceptación de este colectivo.
El despertar de Asturias
En Asturias, la historia reciente de la lucha LGTBI va unida a organizaciones como XEGA, la primera entidad, junto al Colectivo de Feministas Lesbianas de Asturias, fundada para reivindicar los derechos de estas personas en la región. José Manuel González, uno de sus precursores, recuerda como les llamaron “locos” por creer que algo así cuajaría aquí. “Nos decían que esto no era ni Londres ni París, que dónde íbamos. En Asturias veníamos de tener un movimiento obrero muy importante, ya en la época franquista, sin embargo el movimiento LGTBI llevaba un retraso enorme”, recuerda.

Así que junto a su pareja de entonces y dos amigos, Tino Brugos y Adolfo Suárez, -algunos de ellos, profesores- empezaron a “mover un poco” aquello. El resultado es que 2017 la asociación celebraba su 25 aniversario. Desde aquel 1 de diciembre de 1992, cuando presentaron en sociedad a XEGA, han cambiado muchas cosas; otras, no tanto: “ya por entonces tenía amigos presuntamente de izquierdas, pero para los que este tema era tabú y lo sigue siendo. Ha habido grandes líderes en Asturias que han llevado su homosexualidad ‘con discreción’, lo que no deja de ser una vertiente de homofobia”.
Lo que sí había en Gijón, recuerda el profesor, eran “algunos pubs LGTBI referentes en el norte. A ellos venían personas de Palencia, de León, de los pueblos… eran espacios de libertad donde, quizás, encontrar pareja”.
Pese a todo, su balance de estos 25 años es positivo. “Un chaval de hace 30 años tenía más dificultades. Muchas familias no los aceptaban, y todavía era más complicado para las personas trans. Hoy en día veo un cambio muy grande, para la mayoría de las familias tener un hijo homosexual es algo a lo que dan una importancia muy secundaria” Aunque añade: “ha habido un cambio muy grande pero no estamos en lo que nos gustaría, que es una situación normalizada sin diferencias entre barrios, mundo urbano y rural, pero el balance positivo es innegable”.
Del ‘cara al sol’ a educar en la diversidad sexual
Yosune Álvarez, actual presidenta de XEGA, coincide en esa visión positiva: “muchos chicos y chicas ya se visibilizan en sus institutos, algo que era impensable hace diez años”. Ambos conocen bien las aulas, González como profesor y Yosune tras haber recorrido decenas de centros educativos asturianos acercando a los chicos y chicas la diversidad sexual. En muchas de estas sesiones ven un antes y un después al entrar al aula: “se ve la diferencia a cómo entramos al aula a después, creo que conseguimos contar la realidad de las personas”.
Aunque también se han encontrado con clases en las que “los chavales hicieron llorar a algún compañero nuestro”, “saludos al sol” o frases como “ya están aquí los maricones”. Porque aunque la tónica sea positiva, el fundador y la actual presidenta coinciden en que actualmente «existe un discurso de odio promovido por la extrema derecha que legitima lo que muchos antes pensaban pero callaban”.

Como ejemplo, Yosune cuenta que hace pocas semanas, cuando llevaban a cabo un acto con la bandera trans en la Plaza de la Escandalera de Oviedo, un coche pasó “con el cara al sol y cuatro personas haciendo el saludo fascista”. Ella lo resume en una frase: “llegué a Gijón hace 15 años y, aunque entonces también había agresiones, me siento más insegura ahora. Hace una década paseaba de la mano de mi pareja por Corrida y no pasaba nada. Hoy notas la mirada de la gente”. También coinciden ambos en señalar a las personas del colectivo más desprotegidas actualmente, las personas trans, y en destacar el próximo gran reto: la aprobación de la llamada ‘Ley Trans’.
El reto: la ‘Ley Trans’
El borrador de esta ley está siendo objeto de fuerte debate por parte de un sector del feminismo, con la ministra Carmen Calvo a su cabeza, contrario a la libre determinación de género y sexo. “A nivel social hay muchas personas que aún no entienden cuál es la realidad de las personas trans, a pesar de que desde las asociaciones lo hemos trabajado mucho durante estos años. De repente nos encontramos con colectivos que consideramos aliadas- se refiere a algunos sectores del feminismo– que creíamos tenían claro las reivindicaciones de las personas trans, como la autodeterminación, luchado en contra”, asegura la presidenta de XEGA.
Nos lo cuenta en primera persona Aisaya, un avilesino que “de pequeño siempre me di cuenta de que era diferente, pensaba de mayor quiero ser como Villa” y poco a poco fue descubriendo que, independientemente de que lo que dijera su DNI, él era un niño. “Cuando fui creciendo me fui dando cuenta de que había cosas que no encajaban, que yo era de una manera cuando supuestamente tenía que ser de otra. Recuerdo que no soportaba llevar el pelo largo o lo que sentía al mirarme al espejo”. Por eso cree en la necesidad de que se apruebe la Ley Trans que permitiría, entre otras, que las personas trans pudieran cambiar su nombre en el DNI sin tener que hormonarse durante dos años.
“Durante muchos años la gente se ha tenido que esconder. Echar ahora para atrás una ley que va a beneficiar, a ayudar a la gente a abrirse, a evitar que gente se suicide, es frustrante”, nos explica. Parte de esa frustración es compartida por Yosune, “me siento muy decepcionada con muchas compañeras de calle que ahora de repente ponen en duda la legitimidad de una mujer trans, cuando es un tema que llevamos hablando años y ahora, cuando llega el momento de reconocer su realidad se le ponen dudas”. En la misma línea habla el fundador de XEGA, “hay una serie de mujeres que piensan que las mujeres trans degradan su identidad. Yo creo que es errónea, y espero que las aguas se encaucen”.
El último comentario es un consejo de la presidenta de XEGA para los más jóvenes: «busca referentes, lo bueno es que a nivel social ya los hay, algo que hace 20 años era escaso. Busca a tu alrededor apoyo en amigos y familiares y no tengas miedo a visibilizarte porque es importante ser quien eres. Tenemos todo el derecho a ser y expresarnos como somos».
Una aclaración de José Manuel González: ni Jordi Pascual, mi pareja en 1992, ni Adolfo Saro eran profesores. Sí lo lo eramos Tino Brugos, Julián Alonso y yo. Y lo de «discrección», mejor mejor sin errata. Un saludo.