Casi medio millón de personas abarrotaron ayer el entorno de San Lorenzo para presenciar las actividades organizadas en la ciudad con motivo del DIFAS 2024, y que sirvieron de antesala a los actos centrales de este sábado
Hay acontecimientos que, por su especial imparto, por el simbolismo que acarrean o, pura y simplemente, por lo inusual de su desarrollo quedan borrados para siempre, imperecederos, en el recuerdo colectivo. Y Gijón vivió ayer uno de tales hechos. En la primera de las dos jornadas ‘grandes’ previstas en Asturias con motivos del Día de las Fuerzas Armadas (DIFAS) de este 2024, cuyos actos centrales se desarrollarán este sábado en Oviedo, casi medio millón de personas, más de 450.000 según los datos a los que ha tenido acceso miGijón, llenaron ayer como una marea el Muro de San Lorenzo, el cerro de Santa Catalina y la zona de El Rinconín para presenciar las exhibiciones realizadas por los tres Ejércitos y la Guardia Civil en el litoral urbano. Un espectáculo cargado de patriotismo y respeto por los uniformados españoles, que hizo las delicias de grandes y pequeños, y que, muy probablemente, exigirá de una larga y paciente espera hasta que vuelva a repetirse en la ciudad.
Después de una semana en la que miles de curiosos se acercaron a la exhibición de material recogida en El Musel y a las actividades organizadas en la tarde del jueves en Las Mestas, y después de que los entrenamientos hechos anteayer advirtiesen a muchos de la espectacularidad de lo que se avecinaba, a primera hora de ayer los más madrugadores comenzaron a apostarse en el Muro, acodados en las barandillas del paseo. Prismáticos, cámaras fotográficas, smatphones y, cómo no, muchas botellas de agua para atajar la cálida jornada se convirtieron en los complementos comunes de una masa humana que, para cuando los buques de la Armada comenzaron a abandonar el puerto, alrededor de las tres, ya hacía difícil transitar por la célebre arteria gijonesa. Por fin, media hora después comenzó el primero de los seis actos previstos: la Revista Naval, cuyo protagonista indiscutible fue el rey Felipe VI, a bordo del patrullero ‘Atalaya’. Por su costado de estribor navegaron, de este a oeste y formando una extensa fila, el portaaeronaves ‘Juan Carlos I’, insignia de la flota; el buque de asalto anfibio ‘Galicia’; las fragatas ‘Blas de Lezo’, de la clase F-100, y ‘Santa María, de la F-80; los cazaminas ‘Tajo’ y ‘Tambre’; el buque de adiestramiento ‘Intermares’ y, como matalote de popa, una embarcación del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. Sobre sus cubiertas, ataviados con el uniforme de gala blanco propio de los meses calurosos, sus respectivas dotaciones rindieron honores al monarca.
Finalizada la revista, y tras una espera de casi cuarenta minutos hasta que las autoridades llegaron a la tribuna dispuesta frente a la escalera doce, el Rey se reunió con los máximos responsables civiles y militares presentes en el acto, incluida la ministra de Defensa, Margarita Robles; el presidente del Principado, Adrián Barbón, y la alcaldesa, Carmen Moriyón. Sólo entonces dio inicio el segundo evento: el lanzamiento de cinco integrantes de la Patrulla Acrobática de Paracaidistas del Ejército del Aire (PAPEA). Mientras tres de ellos realizaban durante el descenso espectaculares piruetas, marcando su posición en todo momento con botes de humo de colores, los dos restantes desplegaron en la bajada una gigantesca enseña nacional, muy similar a aquella que, hace pocos días, les ha hecho merecedores del récord como la formación de su clase que ha exhibido en el aire la enseña de mayor tamaño conocida. Su llegada a tierra inflamó de nuevo los ánimos.
Apenas habían abandonado la zona los miembros de la PAPEA cuando empezó el tercer acto, y el más esperado, de cuantos conformaban el programa: el ejercicio de extracción, protagonizada por una combinación de efectivos navales y del Tercio de Armada de Infantería de Marina. Por espacio de media hora San Lorenzo se convirtió en la playa de un país lejano sin identificar, asolado por una guerra civil; en ella, un grupo de trabajadores civiles y diplomáticos españoles permanecían atrapados, a la espera de su evacuación. Tras varias pasadas iniciales de los aviones de ataque a tierra ‘Harrier’ de la Armada, para suprimir cualquier presencia hostil en la zona, un pequeño destacamento de infantes de Marina se descolgó de dos helicópteros Agusta-Bell AB 212 para afianzar una cabeza de playa. Fue en esa pequeña porción de tierra segura en la que desembarcó la fuerza del Tercio, a bordo de ocho lanchas semirrígidas RIHB, y apoyada desde el aire por los ‘Harrier’ y por un helicóptero artillado Sikorsky SH-60B. Finalmente, una pareja de lanchas de desembarco LCM depositó en la arena cuatro todoterrenos blindados VAMTAC. Con ellos, la delegación civil española y los militares fueron felizmente extraídos de la zona enemiga, dando por cumplida la misión… Entre entusiastas aplausos del público.
Los ‘Harrier‘ que habían velado por las vidas de los participantes en la extracción se convirtieron en protagonistas indiscutibles de la cuarta propuesta, una serie de pasadas antes los cientos de miles de curiosos reunidos en San Lorenzo, incluida una atronadora demostración de vuelo sostenido. No en vano el ‘Harrier’, construido en el Reino Unido a finales de los 60 y que cobró merecida fama durante la Guerra de las Malvinas, se destaca tanto por su poderosa capacidad de ataque a tierra, como por la habilidad de aterrizar y despegar en vertical, y de permanecer estático en vuelo en un punto concreto, como un helicóptero. Una vez su estruendo se alejó en el horizonte, el protagonismo lo asumió la Guardia Civil; su Servicio Marítimo ofreció una demostración de persecución y detención en la mar, que a no pocos les trajo recuerdos del trágico suceso que se cobró la vida de dos agentes en aguas de Barbate el pasado febrero. Quizá por eso las ovaciones a la Benemérita resultaron particularmente sonoras, al igual que las que, inmediatamente después, obtuvieron las unidades del Ejército de Tierra, incluidos sus ‘boinas verdes’ del Mando de Operaciones Especiales (MOE) y los helicópteros de ataque ‘Tigre’ de las Fuerzas Aeromóviles (FAMET), que demostraron sus capacidades. El cierre, siguiendo con la mejor de las tradiciones aéreas de Gijón, corrió a cargo del Ejército del Aire; guardando una perfecta formación, sus aeronaves más destacadas desfilaron por los cielos de la ciudad, y así fue como los asistentes pudieron disfrutar de los cazas ‘Eurofighter’ y F/A-18 ‘Hornet’; de los reactores de entrenamiento F-5; de los hidroaviones contraincendios Canadair CL-215 o del monstruoso transporte estratégico Airbus A400M ‘Atlas’. Todo un colofón a la altura de un acontecimiento difícil de olvidar.
Muchas de las unidades, profesionales y vehículos presentes ayer en Gijón harán acto de presencia hoy en Oviedo. Los actos comenzarán a las 12.30 horas, con la llegada de Felipe VI y Letizia, y, tras un nuevo salto acrobático de la PAPEA y un homenaje a todos aquellos que dieron su vida por España, se iniciará el desfile terrestre y aéreo, en el que participarán hasta 3.293 militares, trece vehículos acorazados, 108 de otras características y 36 motor.