El empresario, íntimamente ligado a la Argentina en la que residió varias décadas, desarrolló su actividad en el sector de la hostelería, abriendo varios negocios tanto en España como en el país sudamericano; será incinerado esta tarde, en Cabueñes

Toda gran aventura cuenta con un comienzo esperanzador, un intenso y sorprendente desarrollo… Y un inevitable final. La vida de José Aquilino Toyos Martínez, uno de los nombres más emblemáticos de la hostelería gijonesa, fue, sin duda alguna, una aventura para el recuerdo. Y ayer llegó el momento de concluir su último capítulo. El veterano empresario, crecido personal y profesionalmente a medio camino entre Asturias y Argentina, fallecía este martes en Gijón a la edad de 88 años, dejando tras de sí a su viuda, Myirian Madruga, a sus hijos Abel, Gabriel, Gerardo y Norman Toyos. Su funeral, fijado para las 13 horas de hoy en la iglesia parroquial de San Vicente de Paúl, paso previo a su incineración en Cabueñes, promete congregar a decenas de allegados, compañeros y vecinos. Al fin y al cabo, cierto detalle de su biografía ha dejado una impronta aún vigente en la ciudad: la fundación junto con sus primos Kike y Joaquín, en 1969, de la emblemática Cafetería Europa, que aún hoy presta servicio en la plaza del mismo nombre.
Nacido en la aldea de Toroyes, en Villaviciosa, Toyos no tardó en tomar la decisión de cambiar España por Argentina, con la mirada puesta en medrar y hacer fortuna. En suelo americano fundó, a lo largo de las siguiente tres décadas, varios negocios, todos ellos dedicados a la actividad hostelera, hasta que, por fin, decidió retornar parcialmente a Asturias. Fue aquí, en territorio gijonés, donde, con sus primos, abrió la Cafetería Europa, el primer local de la urbe abierto las veinticuatro horas, y conocido por sus cócteles, cafés… Y por cierta máquina tragaperras que, durante años, causó verdadero furor entre los lugareños. En esos años en los que el establecimiento estuvo bajo su mando, y siempre que no se hallaba en Argentina, Toyos ejercía como un profesional más, trabajando detrás de la barra para proporcionar a los clientes el mejor servicio posible. Por fin, en 1999 tomó la decisión de trasladarlo a sus actuales dueños. Con su muerte, que continúa a la de Joaquín y Kike, finaliza el episodio final de esta epopeya cuyo legado sigue muy vivo en Gijón.
Muchas gracias de parte de toda la familia por tan bonito recuerdo hacia mi padre, en especial a Borja Pino por demostrar su profesionalidad y estás preciosas palabras que plasman su historia.
Las guardaré para siempre es una parte de mi corazón junto a él.
Un abrazo y gracias
Norman TOYOS