El organismo justifica su petición por la posible necesidad de realizar nuevos peritajes, al tiempo que eleva el caso a la Fiscalía y denuncia el «ocultismo» que envuelve el proyecto de captura de osos que desarrolla el Gobierno del Principado
Fue una auténtica conmoción, una noticia que que indignó a buena parte de la opinión pública tanto en el municipio de Somiedo como en el conjunto de la región: este mismo lunes un ejemplar de oso pardo, gravemente herido e incapaz de mover las patas traseras, era rescatado en las inmediaciones de la localidad somedana de Aguino, y trasladado de urgencia a dependencias de la Fundación Oso Asturias en Santo Adriano. Y mientras su personas prosigue con las investigaciones para intentar averiguar las causas de las lesiones, y se evalúa qué hacer con el animal, el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) ha dado un paso al frente este miércoles, y ha denunciado el caso ante la Fiscalía, además de solicitar medidas cautelares para evitar que el cadáver del plantígrado, en caso de ser finalmente sacrificado, no resulte destruido.
Tal como argumentan desde dicho ente, no es inusual que el Gobierno del Principado, en aquellos casos en que se determina que el fallecimiento se debe a causas naturales, opte por la eliminación del cuerpo. En la práctica, alertan en FAPAS, semejante práctica anula por completo la posibilidad de realizar cualquier peritaje futuro, «obviando otras circunstancias que deben de ser investigadas judicialmente». La cuestión se vuelve aún más apremiante a tenor del «intenso furtivismo existente en Asturias», que afecta con especial virulencia a la población de osos. Es más, en el caso concreto del rescatado anteayer en Aguino, a FAPAS le resulta llamativo, y digno de tener en consideración ahora que se están investigando las razones de sus heridas, «el hecho de que el propio Principado lleva a cabo un proyecto de captura de osos».
Desde el Fondo se han detenido especialmente en ese último aspecto… Y, más concretamente, en el tipo de trampas para animales asignadas al proyecto en cuestión, denominadas ‘Culvert’. Se trata de receptáculos cilíndricos hechos de metal, en cuyos interiores se sitúan los cebos, y que se cierran mediante una puerta, también metálica, que imita la hoja de una guillotina. Es precisamente ahí donde nace el recelo de FAPAS, ya que ese modelo de puerta, advierten, puede causar graves lesiones a los osos. Así ocurrió en Castilla y León, donde se recurrió a trampas «similares a las que se están utilizando en Asturias». Por si fuese poco, y a falta de datos que confirmen si lo ocurrido en Somiedo encaja con ese hecho, critican que el Principado «mantiene el proyecto de captura de osos en una situación de ocultismo y, por tanto, de ausencia total de trasparencia de las actividades que llevan a cabo, incluso de la propia finalidad. Se carece de información de cuántos osos hay capturados y marcados, de posibles incidencias de captura y mucho menos de los resultados del seguimiento».
El ‘caso Cachou’, esclarecedor de la actitud del Principado
En este sentido, desde el Fondo critican que públicamente el Ejecutivo autonómico esté justificando el proyecto de captura como una iniciativa para evitar daños o alejar a los osos de los núcleos habitados, «lo que no es cierto», ya que, prosiguen, «el proyecto de captura solamente permite colocar un collar de seguimiento, y en modo alguno eso repercute sobre los supuestos objetivos planteados por el Gobierno regional, ya que los osos son liberados en los mismos lugares de captura». Además, el colectivo destaca que la aparición de animales heridos o muertos conlleva desde hace años una polémica entre Administraciones y organizaciones de conservación de la naturaleza, pues las primeras anuncian «de manera inmediata causas naturales, peleas, despeñamientos, etc., tratando de cerrar así cualquier otra responsabilidad».
Una afirmación delicada, que FAPAS sostiene esgrimiendo el caso del oso ‘Cachou’. Aquel ejemplar, recuerdan, apareció muerto en las montañas pirenaicas, «e inmediatamente la Administración justificó que el animal había muerto por causas naturales. «Solamente la acción de las ONGs de conservación recurrieron tal circunstancia, lo que permitió abrir una investigación que determinó la muerte del oso por envenenamiento». A modo de conclusión, en FAPAS recalcan que, a día de hoy, están pendientes de juicio dos presuntos asesinos de ‘Cachou’: un consejero de Medio Ambiente y un funcionario encargado de la vigilancia del animal.