La ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, fue la madrina de la inauguración de la LXV Feria Internacional de Muestras de Asturias
Nunca en una edición de la FIDMA se ha valorado más la normalidad como algo extraordinario. La LXV edición será recordada como la del regreso, por fin, a la vida de antaño, esa que no nos obligaba a llevar una mascarilla y donde no podíamos vernos la sonrisa. Con esa premisa se inauguró ayer y con la presencia de la ministra Pilar Alegría, propietaria de la cartera de Educación y Formación Profesional. Tal vez, con ese apellido, se le contagió un poco al respetable que se acercó ayer al primer día de feria – aunque no estuviera abierta al público – . Mucha sonrisa, mucho abrazo y ganas de volver a vivir la FIDMA de antes.
A la ministra le hizo de cicerone el presidente Adrián Barbón, en especial en el pabellón del Principado, donde pudo mostrar el orgullo patrio con ese recorrido tan vistoso y especial del ciclo de la sidra: desde la simulación de la pomarada al chigre que este año acogerá a los visitantes de la feria. Tampoco faltó la visita a la espectacular pantalla inmersiva dedicada a la variante de Pajares.
En los aledaños, los habituales en las inauguraciones de la FIDMA esperaban ansiosos y sonrientes la comparecencia de la ministra. Los abrazos que añorábamos desde hace dos años fueron protagonistas, compartiendo trono con los besos protocolarios.