El Gobierno descarta la presencia de dicho insecto en cualquier dependencia municipal, incluido el complejo en cuestión, que fue fumigado por una empresa externa el pasado martes, y que comenzará a prestar servicio a finales de junio
Reconozcámoslo: por regla general, a la gente no le gustan los insectos. Da igual que la mayor parte de los existentes en Asturias sean inofensivos, que tengan mil y una utilidades prácticas para el hombre, que jueguen un papel crucial en el mantenimiento de los ecosistemas… Los ‘bichos’ no caen bien. Por eso, en las últimas jornadas se ha abierto en Gijón un intenso debate en torno a cierta pregunta incómoda que, sorprendentemente, atañe a un equipamiento aún no operativo… ¿Hay, o no hay, una plaga de cochinillas en la futura comisaría de la Policía Local, situada en el Polígono de Pumarín? Bien, el Ayuntamiento de la ciudad se ha mostrado tajante este jueves: no. Ni allí, ni en ningún otro edificio municipal. Aunque no porque la información fuese falsa, sino porque este mismo martes se han realizado labores de fumigación, precisamente, para acabar con tan incómodo ‘invitado’.
Comúnmente conocida como ‘bicho bola’, el de cochinilla de la humedad (cuya designación científica es Oniscidea) es un término genérico que abarca la friolera de 3.000 especies distintas. Todas ellas proliferan en espacios oscuros y húmedos, especialmente en aquellos dotados de superficies de madera, y se alimentan de restos vegetales y animales. Eso sí, son totalmente inofensivos; ni pican, ni infectan, y su ciclo vital es muy corto… Cosa que no quita que su presencia, como se ha dicho, resulte molesta por el mero hecho de estar. De ahí que, en la última Comisión de Seguridad Ciudadana, el Grupo Municipal socialista pusiese sobre la mesa la cuestión, y reclamase al área que preside Nuria Bravo aclaraciones y medidas. Y esas explicaciones llegaban al final de la tarde de ayer, por medio de un comunicado escrito en el que el Ejecutivo descartaba la existencia de una plaga, suprimida por una empresa externa, «un procedimiento habitual como parte de las labores de limpieza y puesta en marcha del nuevo edificio».
Así las cosas, y con las aguas aparentemente de nuevo en su cauce, ahora la duda es cuándo se ocupará el nuevo equipamiento. Fuentes cercanas al Gobierno han trasladado a este medio que el traslado se hará de manera progresiva, y que podría comenzar, en ausencia de contratiempo, a finales del próximo mes. Más allá de ese punto, una vez se consume el cambio de ubicación quedará sobre el tapete otro asunto, y no menor: qué uso se le dará al antiguo edificio, emplazado en la calle San José, en pleno corazón del barrio de Ceares. Sobre ello, los vecinos del lugar ya han manifestado su deseo de que al complejo se le dé un uso público, útil para los habitantes del entorno y, por extensión, para el conjunto de la ciudad.
