Seguramente el entrenador más atípico que tuvo el Sporting fue el francés Frank Hoche, que nunca había jugado al fútbol
Seguramente el entrenador más atípico que tuvo el Sporting fue el francés Frank Hoche. Nunca había jugado al fútbol, pero era el responsable del gimnasio que el Real Sporting de Gijón tenía en el número 43 de la calle Marqués de Casa Valdés. Había sido boxeador profesional y subcampeón de Francia de semipesados y campeón de España de peso welter. Establecido en Gijón, el presidente Ismael Figaredo Herrero le propuso, por iniciativa del entrenador José Monegal, en el año 1925 hacer un gimnasio para el club (ubicado en el número 43 de la calle Marqués de Casa Valdés) , por el que se cobraban 5 pesetas a los adultos y 4 a los niños por recibir clases de boxeo, preparación física general o culturismo, además de servir para los futbolistas para desarrollar determinados ejercicios, muy particularmente, levantamiento de pesas para coger tono muscular.
Muy contentos con su trabajo, el siguiente presidente rojiblanco, Roberto González de Agustina, le propuso otro reto más, hacerse cargo del equipo de fútbol, pese a que nunca había practicado este deporte. Y aceptó, en la línea de lo que diría años más tarde el italiano Arrigo Sacchi, que nunca había sido futbolista profesional, “para ser un buen jinete no hace falta haber sido antes caballo”. El boxeador francés entrenó al primer equipo durante 1928 con bastante éxito (llegaron a infringirle un rotundo 4 a 0 a todo un Espanyol con un guardameta como Zamora), pese a caer en la eliminatoria contra el Celta que le dejó fuera de la Primera División. Al Sporting le aportó la novedad de la preparación física al margen del balón. Algo que chocó a buena parte de la plantilla. Cabe destacar que introdujo, por vez primera, las concentraciones en el equipo, que se realizaban en la Quinta Peláez, en Somió, y que propuso relanzar la sección de natación (la primera que tuvo el Sporting en 1915) y crear la de boxeo (que nacería muchos años más tarde). Una vez abandonó el Sporting permaneció en Gijón y montó su propio gimnasio, el Hoche, que cerró a raíz de la Revolución de Asturias de 1934, un terrible conflicto que causó 1.300 muertos. Hoche, alternó entonces su residencia en Gijón con la de Madrid, entrenando al equipo de rugby del Real Madrid, por el que fichó en el año 1930, y a la selección de la Federación Centro. Pero en ese terrible 1934, vio claro que España se encaminaba a una Guerra Civil. Se marchó para Francia, residiendo entre Marsella y Toulouse el resto de sus días hasta su muerte acontecida en la década de los sesenta. En su país natal no se pudo librar de la Segunda Guerra mundial, peleó en ella y fue suboficial del ejército francés como instructor en la lucha cuerpo a cuerpo.
Tras el francés, se apostó por fichar a entrenadores de reconocido bagaje futbolístico. Y por el club pasaron gente Francisco Pagaza, que fuera famosísimo delantero internacional, una gran figura local como fuera Ramón Herrera “El Sabio” o el curioso caso de Travieso, fichado como jugador-entrenador y que también fue delantero centro de la selección española. Manuel López Llamosa “Travieso” fue, además, el creador y primer entrenador de la selección de Euskadi que realizó la famosa gira internacional durante la Guerra Civil. Como futbolista lo fue todo en el Athletic Club de Bilbao, y como entrenador desarrolló su carrera, tras pasar un tiempo exiliado en México, en el Racing de Santander, Real Murcia y Real Avilés. Con el decano del fútbol asturiano lograría el ascenso a Segunda División. Entrenadores para todos los gustos…