
La primera vez que me matriculé en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas, el porcentaje de mujeres era del 2%
Un año más llega la celebración del 8M, y ya están colocados los carteles que lo anuncian. Un año más salimos a las calles, convocamos manifestaciones y leemos manifiestos, en los que volvemos a reclamar los derechos que deberíamos tener las mujeres, si la igualdad existiese. Un año más termina el día, volvemos a nuestras casas con la sensación, al menos en mi caso, de que todo seguirá más o menos igual. A mí me gustaría que, el espíritu del 8M, habitase en nuestra sociedad durante todo el año, si esto no es así estaríamos ante una simple puesta en escena.
Volviendo a mi propia vida tengo la sensación de que he luchado por mis derechos desde que tengo conciencia de ello. Aunque ahora parezca extraño la sociedad en la que nací, era de hombres y para los hombres, esto no se nos debe olvidar nunca, tenemos que evitar que nos vuelva a pasar.
Si te salías del camino marcado, como fue mi caso, la mayor parte de la sociedad no te entendía y se preguntaban ¿cómo la dejan estudiar esa carrera? La primera vez que me matriculé en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas, el porcentaje de mujeres era del 2%. Las cosas han cambiado porque, actualmente y en estudios similares es del 30,5%.
¿Por qué no, el 50%? ¿por qué no, superamos? Mi opinión es que ejercer una profesión de alta exigencia y llegar a los puestos de alta dirección no es fácil. Las imágenes que se muestran en los medios de comunicación predominan, en el mundo empresarial, los hombres sobre las mujeres. Esta circunstancia se puede deber, entre otros motivos, a que la maternidad muchas veces nos frena. Esta limitación la podemos poner nosotras (sentimiento de culpabilidad), pero también puede ser una política soterrada de las empresas.
Este techo de cristal no se soluciona con el permiso de paternidad, ya que las 40 semanas de gestación no se pueden compartir. Muchas empresas recurren a no tocar a las mujeres embarazadas y con hijos pequeños, pero dejarlas estancadas en el puesto que tenían. En las administraciones públicas este techo de cristal resulta más fácil de romper.
Después de 41 años de trabajo considero que hemos avanzado, pero no tanto como nos intentan hacer creer. Sobre el papel existe la igualdad, pero no se nos debe olvidar que el papel lo admite todo. NI UN PASO ATRÁS.
Isabel Viña es la Defensora Universitaria de la Universidad de Oviedo y exvicerrectora de Campus e Infraestructuras