Entrevista con el luchador de artes marciales mixtas
“Es un orgullo representar a una tierra de grandes deportistas que siempre salen adelante y, sobre todo, que demuestran los cojones asturianos”
“Gijón me da todo lo que necesito. Mi equipo es el de siempre, un círculo pequeño que hace que me mantenga mentalmente fuerte para estar ahí”
Joel ‘El Fenómeno’ Álvarez (Gijón, 1993) jugaba al fútbol cuando era un niño. Nunca hubiera imaginado que un chaval de Canarias le iba a cambiar la vida introduciéndole el gusanillo de las artes marciales mixtas. De eso ha pasado una década y a sus 28 años juega con los grandes de la UFC. El próximo sábado volverá a meterse en una jaula en Las Vegas. Si gana, se situará entre los 10 mejores, pero la victoria no le obsesiona. Tampoco la fama, ni el dinero. Ha tenido ofertas para marcharse de Gijón, pero él es feliz en su barrio, en el Polígono donde sabe que tiene a su gente. No necesita más.
2021 le quedará grabado en la retina…
En lo deportivo ha sido bastante flojo porque hemos hecho una pelea. Es cierto que fue un gran combate con un gran resultado en noviembre, pero sí que fue un año de bastantes altibajos.
¿Cómo consigue imponerse en uno de los combates de su vida en tres minutos?
Salimos a hacer lo de siempre, terminar con el rival. Siempre vamos con la idea de ganar, pero siempre hacerlo antes del límite. Thiago quiso mantener la pelea arriba en el strike y se confundió. La verdad es que salió todo a pedir de boca.
Esa victoria supuso la entrada en el top 15 de la división de peso ligero de la UFC. ¿Pensaba que el ascenso sería tan rápido?
No. Llegas a la UFC y tampoco esperas estar ahí. Además, empezamos con derrota, pero luego sí que fue como un ascenso. Fueron cuatro peleas en algo más de dos años, pocas teniendo en cuenta a lo que estaba acostumbrado, pero el ascenso fue rápido y salieron muy bien: cuatro victorias antes del límite y ahora hay que seguir con esta línea.
¿Le da respeto haberse convertido en el primer luchador español de la historia en situarse entre los quince mejores de su división?
No, respeto ninguno, lo asimilo igual que todo. Al final soy un tío que trabaja día a día y pelea a pelea. Hay que seguir mirando y peleando con los mejores del mundo. Es lo que estamos haciendo y vamos a encarar a los siguientes rivales como lo hemos hecho hasta ahora.
“Me gusta conducir porque me despeja, me concentro en la carretera y así no pienso en el combate”
¿Su primer recuerdo de Las Vegas?
La impresión de las luces porque, además, iba conduciendo; me gusta conducir en todos los viajes. Aquello es como lo pintan en las películas: los edificios, los casinos, los enormes hoteles… Me gustó, me gustó bastante.
Es curioso. Dice que conduce en todos los viajes. ¿No sería mejor que llevara alguien el coche para que estuviera descansado, concentrado?
Conduzco porque estoy despejado, concentrado en la carretera, me entretiene bastante y así no pienso en lo que es el combate en sí. Por eso, casi siempre, aunque peleé o vengamos de un combate me gusta conducir a mí.
El día 26 vuelve a la jaula. ¿Se puede abstraer ante la expectación?
Siempre digo que todo eso me da bastante igual porque, en el momento que cierran la jaula, no me importa el número que sale en el ranking, mi posición, con quién haya peleado yo, con quién entrene él… En definitiva, me da igual todo. Al final somos dos hombres, más o menos con las mismas condiciones y vamos a pelear, ¿no? Todo lo de fuera, quitando lo que me pueda decir mi esquina, no me importa. Sólo tengo que hacer lo que lo hago cada día de mi vida: salir ahí e intentar ganar, aunque sea un asalto porque en el momento que lo haga ya se terminó.
Si vence entra en el top 10. ¿Es algo que le obsesiona?
No, soy un chico bastante realista. Al final el sueño de llegar a la UFC ya lo he cumplido y ahora tengo metas y objetivos. Mi objetivo era entrar al top 15 y hemos llegado. ¿El próximo puede ser un top 10, top 5? Sí, pero mayormente ves que van saliendo las cosas. Siempre estamos imaginando y al final son cosas salen. Vamos a seguir luchando, a ver si nos metemos en el top 10, en el top 5 y, sobre todo, mantenernos en la UFC, estar peleando con los mejores del mundo y el día de mañana cuando deje todo esto decir: ‘Lo conseguí’.
¿Dónde está su techo?
No lo sé porque es un deporte que evoluciona mucho. Todos los luchadores evolucionamos un montón y más para estar entre los mejores. El techo es un poco infinito. Hay que seguir mejorando porque esto no acaba, no te puedes estancar y quedarte con lo que tienes, hay que continuar evolucionando para estar al nivel de los rivales de la categoría.
“En 2021 casi no tuvimos peleas y cuando me llamaron, la preparación fue una mierda. Me lesioné todas las semanas: rodilla, ligamento, pies, tibias, hombro, cuello…”
Ahora le llueven los combates, pero ¿uno sufre mucho esperando por la llamada de su representante?
Sí. Se sufre porque el año pasado fue bastante desastroso. Estuvimos casi todo 2021 sin pelear, no sabíamos si íbamos a volver o no y lo que hicimos fue mantener un nivel casi de competición prácticamente todo el año. ¿Qué pasó? Cuando nos llamaron para esta pelea y me puse con la preparación, fue probablemente la peor que tuve mi vida. Me lesioné todas las semanas porque mi cuerpo estaba acostumbrado a entrenar tan fuerte que, a la mínima que subía un poco más el nivel, me rompía: la rodilla, el ligamento, los pies, las tibias, el hombro, el cuello… Tuve de todo así que fue una preparación de mierda, hablando en plata. El hecho de que te avise tu mánager o no te mantiene un poco a la expectativa porque siempre tienes que estar alerta. No puedes mantenerte al 100% porque es imposible, pero sí a un 40-50% y en el momento que llegue la llamada prepararte.
¿Cuántas personas hay alrededor de ‘El Fenómeno’?
Mi equipo es pequeño y somos los de siempre: mis patrones, mi equipo de MMA; mis colegas del barrio, mis leones de toda la vida, mi familia, mi perro… Es un círculo pequeño en el que estamos todos conectados. En un día normal puede venir mi hermano o mis amigos a verme entrenar, luego me puedo acercar a ver a mi prima o a mi madre. De hecho, mis amigos están acabado con los papeles porque también se vienen a Las Vegas. Es un círculo pequeño que hace que me mantenga mentalmente fuerte para estar ahí.
A sus 28 años su nombre ya es conocido entre los grandes. ¿Qué lleva a un chaval de Gijón a empezar a practicar este deporte?
Había jugado a fútbol, pero nunca me había llamado la atención ningún otro deporte, salvo las peleas. De joven era un poco más bala y cuando salíamos por ahí, si había algún jaleo, solía pegarme yo porque me gustaba la idea de pelear. Un día llegó un amigo de Canarias que entrenaba allí y me preguntó si en Gijón se practicaba este deporte. Yo jugaba con mis colegas a la UFC con la PlayStation, entre nosotros nos hacíamos llaves y demás, pero nunca lo había practicado. Busqué por Internet, encontré el Centro Deportivo Tíbet y fui con él para que no estuviera solo el primer día. Al final de la clase me puse a pelear y me flipó. Desde ese momento solo quería que llegara el día siguiente para estar de nuevo en el centro.
¿Y en Gijón nota esa fama o pasa más desapercibido?
Cuando estoy por otros sitios me conoce mucha gente, pero en Gijón es abrumador porque todo mundo sabe quién soy, al final es una ciudad pequeña. Es verdad que hay gente que ya me conocía antes de entrar en la UFC, pero en Gijón no hay un día en el que un niño no me pida una foto o gente mayor que también me flipa. Está muy guay y no es por el tema de la fama, eso me da igual porque si no ya hubiera cambiado mi forma de vivir, es porque reconozcan el deporte. Antes no lo conocía nadie y ahora hasta los abuelos lo ven por televisión, siempre me lo comentan en el barrio.
Intuyo que, para llegar hasta aquí, habrá tenido que dejar cosas por el camino.
Muchas. Soy un chico que empezó tarde, con 18 años cuando lo normal es hacerlo con 12 o 15 como mucho o los hay que lo llevan desde la cuna. He tenido que esforzarme mucho, entrenar todos los días bastante duro y dejar de lado cosas como salir de fiesta, ir a comer con los amigos, vacaciones… Pero lo de pelear me mola, me flipa mucho así que tampoco lo veo muy sacrificado.
Su crecimiento ¿ha ido acompañado de más sponsors?
Antes te buscabas un poco la vida con los sponsors y ahora sí que tengo uno, principalmente, que es el que más me empuja: Grupo Adarsa. Siempre están ahí, me facilitan un Mercedes. Soy un chico de barrio y cuando veía esos coches por ahí lo flipaba. Estoy muy agradecido porque me ayudan en casi todo el tema deportivo.
“La vida me ha cambiado mucho en lo económico, pero sigo haciendo lo mismo. Lo que pasa ahora tengo un seguro económico en el banco y duermo más tranquilo”
¿Se puede vivir de este deporte?
Diría que no. Se puede vivir una vez estás en la UFC, pero estamos hablando de la mayor empresa. Hasta entonces no se puede vivir del deporte.
¿Le ha cambiado mucho la vida en lo económico?
Sí. Más o menos sigo haciendo lo mismo. Lo que pasa ahora tengo un seguro económico en el banco, un colchón y duermo un poco más tranquilo, no me como tanto la cabeza.
Alguien puede pensar que por qué seguir viviendo en Gijón, pudiendo establecerse en Las Vegas.
Gijón me da todo lo que necesito. Tengo mi equipo de siempre, mis amigos, mi familia. Estoy muy bien en Gijón y lo único que me puedo cambiar aquí es tener mayor número de sparrings, gente con la que entrenar. Por lo demás, puedo hacerlo todo igual. He tenido varias ofertas para moverme de Gijón, pero estoy bien aquí y como dice uno de mis patrones: ‘Si el negocio marcha bien, ¿para qué cambiarlo?’.
¿Continuar en su ciudad le hace más fuerte?
Sí. Estar con los míos, en mi barrio de siempre, con mi gente es una de mis mayores fortalezas. Eso junto a la mentalidad me hace enfrentarme a tíos que entrenan en grandes equipos americanos o rusos o gente que empezó en esto desde muy pequeña en igualdad de condiciones.
He visto en sus redes sociales varias fotos en Covadonga. ¿Un lugar talismán?
Sí. Antes de cada pelea mi tradición es ir a ver a la Santina y a nuestro señor Don Pelayo para que me den su fuerza y bendición para ir la batalla. En esto soy bastante creyente.
¿Qué siente al llevar el nombre de Gijón y Asturias por medio mundo?
Es un orgullo representar a la tierra. Una región de grandes deportistas que siempre salen adelante y, sobre todo, que al final demostraron los cojones asturianos.
Decía antes que la fama no le importa, pero ¿teme que le pueda cegar?
No lo creo. Si no lo he hecho ya, a estas alturas no voy a cambiar mucho más. Uno puede ser más o menos famoso, pero soy un tío listo, que no inteligente. Vengo de dónde vengo y sé quién es mi gente, no necesito cambiarla. No tengo ningún interés por la fama social.
¿En su cabeza entra la posibilidad de una derrota?
Está claro que sí porque es un deporte y puedes ganar o perder, sobre todo, en un deporte como este que es tan irregular. Una mano que te entre puede cambiarlo todo, ahí está la gracia. Siempre voy con la mentalidad de que voy a ganar y acabar con mi rival, pero sé que puede pasar eso o caer. Si yo supiera que siempre voy a ganar, esto sería un aburrimiento.
¿Cómo es su plan de entrenamientos? Supongo que para una cita como esta aumenta la intensidad.
Sí. Te mantienes siempre en un 40-50% y cuando llega la preparación de la pelea, subes hasta el 80-90%. Es una carga de entrenamientos mañana y tarde, más duros que lo habitual. Hay que traer sparrings de fuera para pegarnos con ellos y hacerlo todo siempre con una finalidad y de cara a una estrategia frente al rival. Hay que apretar bastante y todo eso sumado a que tienes que ir bajando peso. Siempre digo que mi verdadera pelea es con la báscula, es mi mayor rival porque pelear es disfrutar.
¿Hay tiempo para el descanso?
Entrenos de lunes a viernes, sábados incluidos también. En un día normal, llegaría a casa, comería algo y me echaría un rato descansar; esa es la desconexión. Esto es como cuando toca doblar turnos en un trabajo. Es mi trabajo y es así cuando hay preparación. Cuando no la hay, el patrón me suelta un poco más la mano, pero poca cosa porque la carrera deportiva son pocos años y que hay que exprimirla.
¿Hasta qué edad le gustaría competir?
Hubo gente compitiendo hasta los 44, pero a mi me gustaría retirarme, como máximo, a los 35-36. Es un deporte en el que llevas muchos golpes en la cabeza y eso no debe ser muy bueno (risas). Con visión a futuro, quiero estar bien de la cabeza y no llevar mucho castigo.