Convertido en uno de los cruzados contra la planta de pirólisis, José Ramón Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos ‘Santa Cruz’, reflexiona sobre la situación de su barrio, sus necesidades y los retos que debe encarar

Situado en el extremo noroccidental de la ciudad de Gijón, conformando su frontera oeste con el cercano concejo de Carreño, el barrio de Jove puede vanagloriarse de representar uno de los ideales más a menudo perseguidos por las ciudades en expansión: lograr un equilibrio razonable entre lo rural y lo urbano. Día tras días, sus poco más de 3.000 habitantes mantienen un pie entre los grandes bloques de viviendas, los servicios y las industrias que crecieron alrededor de la actividad portuaria y naval, y otro, entre los pequeños inmuebles que, rodeados de amplias extensiones de campo, conforman la bucólica mitad campestre. Una realidad en apariencia idílica, aunque enturbiada, y nunca mejor dicho, por el mal que acosa a toda la zona oeste: la contaminación. Y precisamente ese es uno de lo grandes enemigos contra los que lucha José Ramón Fernández Puerta (La Calzada, 1950) desde que, en 2017, asumió la presidencia de la longeva Asociación de Vecinos ‘Santa Cruz’. Representante de casi quinientos socios, este veterano gruista de El Musel se ha convertido en una de las voces que claman contra la construcción de la planta de pirólisis en terrenos del puerto, la misma cruzada que este viernes le lleva a participar, aunque a título particular, en la marcha que el ‘Autobús de las 15.000‘ realiza a Oviedo para tratar de detener su construcción.
Han pasado seis años desde que accedió a la presidencia. ¿En qué situación está hoy el colectivo que lidera?
Principalmente, es una asociación viva. El entorno ofrece a los vecinos cantidad de cosas que hacer, si es que quieren, claro. Y quieren. Tenemos grupos de yoga, de música, de taichi… También somos sede del equipo de ajedrez Gijón 64, y estamos intentando poner en marcha un campeonato de parchís entre asociaciones. Y ya empezarán los niños del programa ‘Música en Movimiento’. Para nosotros, es una gozada verlos venir, cantar, jugar… Además, en noviembre haremos la comida anual de homenaje a nuestros mayores. Ah, y siempre estamos haciendo reclamaciones al Ayuntamiento.
Otras asociaciones de Gijón, como de toda Asturias y, en general, de España, están acusando la falta de relevo generacional…
Ese es el gran problema. A la juventud no le llama la atención absolutamente nada el asociacionismo. No tenemos ningún chaval; la media de edad de los miembros de la directiva y de los trabajadores está en 65 años, y uno de ellos, Joaquín Castillo, tiene 82. De hecho, aquí hacemos tres fiestas al año, hicimos un toldo enorme para tapar de la lluvia y del sol, y ya nos está empezando a costar trabajo subir y bajar el toldo. Afortunadamente, estamos todos bastante potables.
¿A qué cree que se debe ese desinterés?
A la poca motivación que tiene la juventud. Incluso políticamente. Les preguntas por un partido u otro, y no están motivados. Y, como la asociación es algo altruista, no les llama la atención.
¿Y qué decir del barrio? ¿Cómo se encuentra Jove en el momento presente?
De entrada, Jove sigue siendo un mixto rural y urbano. Eso nos perjudica, porque el Ayuntamiento, cuando le interesa negarnos una cosa, alega que somos rurales, y, cuando nos quiere decir que no a otras, argumenta que somos urbanos. Dicho esto, hay mucha casería, y también mucha vivienda unifamiliar tipo chalet. Eso propicia un mestizaje de habitantes. Y, generalmente, son gente trabajadora; mucha de ella, procedente del sector naval. Cuando empecé a trabajar en el puerto, éramos mil trabajadores. Imagina la cantidad de gente de todo el entorno de por aquí que hay… Veteranos de los muelles, estibadores, gruistas, marineros, obreros de los astilleros también… Eso nos enriquece.
Ha utilizado la palabra ‘veteranos’; podría llevar a pensar en un envejecimiento poblacional…
La verdad es que estamos envejeciendo a pasos agigantados pero, eso sí, en esto está habiendo un relevo bastante visible. Nos da mucho también el colegio, las antiguas escuelas de Jove, donde ves chiquillos. Hay sangre nueva, lo cual es una alegría, por supuesto. Luego, están edificando mucho, porque los precios de terreno son más asequibles que en Somió o en Viesques. Así que entiendo que, en el futuro cercano, muchas personas seguirán viniendo aquí.
A su juicio, ¿dónde radica el atractivo?
Aparte de en los precios y en esa combinación de campo y urbe, sobre todo, en la tranquilidad y en la familiaridad. Eso es un valor de la parroquia. Prácticamente nos conocemos todos, y a los que vienen nuevos en seguida se les arropa. Pero tenemos un lastre enorme, que nos impide progresar más en cuanto a atracción de habitantes: la puñetera contaminación. Está frenando a mucha gente, y los que viven en los edificios altos están amargados, porque se encuentran en el centro de ese problema. No nos vamos a comparar con los del Lauredal, claro; eso es espantoso. Pero sí que es una rémora que tenemos encima.
«La legislación medioambiental del Principado es muy suave. Te sacan gráficos, pero… ¿Qué tendremos en los pulmones?
Toda la zona oeste sufre el mismo mal. En el caso concreto de Jove, ¿cómo lo viven?
Mira, basta con fijarse en el patio de nuestra sede vecinal. Está lleno de un polvillo que, a veces, nos obliga a pasar la manguera. En los coches se pega. Eso es la contaminación de Arcelor y, quizá, de la térmica de Aboño, pero la escondida, la tapada, es la que viene de Tudela Veguín. La fábrica de cementos, a veces, suelta un polvillo de clinker que no hay manera de quitar, salvo lavando con vinagre la superficie en la que acaba. Y, si es el coche, te acaba decolorando la pintura. Ojo, eso es lo que vemos, claro, pero… ¿Qué tendremos en los pulmones? Eccemas, alergias en mucha gente… Viene todo por la contaminación. Estamos en un círculo.
¿Los vecinos están inquietos?
Siempre. Es la eterna queja. Nuestro representante de Medio Ambiente, José Luis Peón, está permanentemente recogiendo protestas. Es un lamento continuo. Esto parece el valle de las lágrimas. Limpias hoy el alféizar de la ventana, y mañana tienes que volver a hacerlo. Y de lo que estoy convencido es de que la legislación medioambiental del Principado es muy suave. He ido a reuniones en Arcelor, y me he tenido que callar la boca porque te enseñan unos gráficos de partículas que están dentro de los límites legales. Ante eso… ¿Qué argumentas? No puedes decir nada. Por eso creo que el Principado debería legislar con más dureza Esta industria la hay por toda Europa, pero, por ejemplo, en Alemania, donde tienen cien mil térmicas, no veo estos problemas. Alguna ley deben tener para que su gente no salte.
Y, para colmo, ahora la planta de pirólisis…
Cuando se planteó la regasificadora, hace catorce años, se llegó a decir que el barrio de El Muselín corría el riesgo de derrumbe. ¿Por qué? Porque estaba dentro de la zona donde no se podía hacer esa planta. Había una distancia de dos kilómetros, y pillaba a El Muselín, para desarrollarlo… Y en la Asociación de Vecinos contrataron a unos geólogos, que lo desmintieron, porque aquello es piedra viva. Trece años después, la regasificadora se ha abierto, y ahí la tenemos, funcionando, como si no hubiese pasado nada. Con la planta de pirólisis ocurrirá lo mismo. Posiblemente ganemos pequeñas batallas, pero igual la guerra la ganan ellos. Ahora bien, es un timo que vengan diciendo que no contamina. ¿En qué cabeza cabe que doscientas y pico mil toneladas incineradas al año no contaminan nada? ¿A dónde van esos humos, esos residuos sólidos que manan de las chimeneas? Ni pirólisis, ni leches; hay que llamar a las cosas por su nombre, y eso es quema de plásticos. Es tratar de engañar a la gente de forma descarada, y estamos absolutamente en contra de que se construya.
Tampoco el Puerto ha sido claro al respecto…
Ojalá lleve la misma política que con Marítima del Principado: decir que sí, y no dar permisos hasta que los aburran. Pero parece ser que la política del Puerto, que está atado de pies y manos por Madrid, es acatar lo que Fomento ordene. Aunque son positivos en cuanto a la planta. No se ha oído a un director o presidente de la Autoridad Portuaria diciendo que eso no se puede poner ahí. Por tanto, el que calla otorga. Están dispuestos a admitir la planta de pirólisis. Y, sin embargo, nada de proyectos de energía verde. Este puerto vive muy bien con lo que se denominan tráficos cautivos: cementos de Tudela Veguín, combustibles, minerales y carbón de Aceralia y, ahora, el gas de Enagas. En contenedores progresaron bastante, pero como esos tráficos no tienen a donde ir… Pero bueno. Tampoco debería sorprendernos nada de todo esto, a la vista de los precedentes. Gijón es el culo de Asturias; Asturias, el culo de España, y España, el culo de Europa.
¿Lo dice por el vial de Jove?
Lo del vial ya lo sabía. De hecho, ahí está Luis Manuel Flórez, ‘Floro’, el candidato del PSOE a la alcaldía. Antes de las elecciones nos reunimos todas las asociaciones en Pescadores, salió el tema, y ya le dije «Eso no lo vamos a ver ni tú, ni yo». Él respondió que hay que ser un poco optimista… Y mira. Me lo esperaba, porque son muchos años de trámites, de historias, de engaños…No dijeron más que mentiras, como del túnel de Aboño, que podía aliviar el tráfico de La Calzada; sobre todo, para mercancía peligrosa. Pero a la Autoridad Portuaria no le apetece. Y aquí no tenemos ningún vial de gran tránsito, cierto, pero notaríamos un alivio general de la circulación en todo el entorno. Aunque estemos aquí, somos parte de La Calzada, de Veriña, tenemos la ZALIA (Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias) al lado… El beneficio sería para todos.
¿Cree que el ‘Autobús de las 15.000’ será efectivo?
Creo que tiene que abrir conciencias. Debe servir para que vean que están tensando a la gente. Están saturando al pueblo de contaminación y de mala leche. A los vecinos les está saliendo la mala baba con este tema, aunque creo que la iniciativa va a ser una buena piedra de toque.

Dejemos la cuestión de la contaminación a un lado. A día de hoy, ¿qué otras necesidades tiene Jove?
Siempre conviene hablar de la movilidad, del transporte público. Tenemos una única línea de EMTUSA a La Campa, y otra, al Musel. Bastante competente la del Musel, cierto, porque hay un autobús cada veinte minutos, pero la de La Campa es muy defectuosa. Son tres frecuencias al día, aunque es verdad que lleva a muy pocos usuarios. Pero el transporte no es para darle rentabilidad, sino para servir al ciudadano. Con media docena de personas que lo necesitasen ya habría que reforzar la línea. Y por el interior de la parroquia hay pocas posibilidades. Se habló de habilitar un microbús, aunque sólo fuese de prueba, porque hay varios sitios asfaltados de buena manera. Se podría usar para llevar a la gente hasta Cuatro Caminos, que es donde se pueden coger todas las líneas. Pero, por ahora, nada.
¿Y en cuestión de otros servicios, y de infraestructuras?
Como espacio rural, necesitamos una brigada de desbroce de caminos permanente, porque es tan extenso que, cuando acabas de limpiar una parte, la vegetación ya ha empezado a crecer en otra. Aunque en esto, como en tantas otras cosas, nada. Hablas de caminos, y el Ayuntamiento te dice que son carreteras. Por lo demás, tenemos lo que tenemos, y estamos cubiertos. Ahora hacía falta un reasfaltado de todos los viales de la parroquia, pero tampoco es que su estado actual sea tercermundista. Y racionalizar el alumbrado tampoco nos vendría mal. Está un poco descabalado. Entiendo que es complicado a una caleya con veinte curvas darle alumbrado, pero se podría optimizar.
En la mayoría de las parroquias rurales se ha desatado el miedo por la escalada de robos en viviendas. ¿Lo acosan en su barrio?
La gente está preocupada viendo cómo está avanzando la delincuencia. Ya llegaron hasta Viesques, a La Camocha, andan por Castiello… Es un mal en auge, y todas esas zonas alejadas del centro están con el alma en vilo, así que claro que hay preocupación ante la posibilidad de que nos acabe tocando a nosotros. En ese sentido, lo que pedimos no es mucho. Simplemente, que la Policía Local sea vista. A pesar de que la solicitamos muchas veces, vienen muy poco. Como en tantos otros sitios de Gijón, nos vendría bien más seguridad.
Hace poco más de cien días que Carmen Moriyón, de Foro, inició su tercer mandato como alcaldesa. Usted tuvo ocasión de tratar con ella, y también con su sucesora, la socialista Ana González. ¿Con cuál de ambas regidoras mantuvieron mejores relaciones desde la Asociación?
Diría que el trato fue un poco mejor con Moriyón, aunque en términos de respuestas firmes, poca diferencia hubo. Así y todo, fueron muy deficientes las dos. Y aún estamos pendientes de reunirnos con el actual ejecutivo. Aquí lo que palpamos y notamos es que la gente está más contenta con esta mujer, pero no por méritos de ella, sino por demérito del equipo anterior. Ana González no entendió a Gijón. Vino creyendo que íbamos a decir «Sí, señora», un poco dominante e imperativa. Ella misma se empezó a echar tierra encima, y dio mucha vara alta al concejal Aurelio Martín para que hiciese los desaguisados que lió. Esta parroquia fue muy ‘moriyonista’ siempre, pero ya en su anterior legislatura.
Y, por lo que a usted respecta, ¿se le verá muchos más años capitaneando la Asociación?
Estaría encantado de dejarlo y de ser absolutamente libre para andar por el mundo, haciendo viajes y excursiones, porque me veo muy amarrado. El problema es que no hay continuidad. Hay veces que me desanimo mucho. Tanto yo mismo como toda la junta directiva trabajamos todo el año de manera altruista para todo el mundo, y al más mínimo descuido o imprevisto se te echan encima como si fueses el coco. No se aprecia bien la labor de una asociación, porque realmente aquí hay doce personas trabajando todo el año para que esto este bien y mejore. Ojo, eso no está reñido conque haya un muy buen ambiente. Y lo hay. Aquí se vive bien.