¿Qué diría Rambal si hoy hubiera levantado la cabeza? Seguramente que espetaría al concurrido: “Medios polvos, ya era hora de que me hicierais un homenaje”
¿Qué diría Rambal si hoy hubiera levantado la cabeza? Seguramente que espetaría al concurrido: “Medios polvos, ya era hora de que me hicierais un homenaje”. Con ese puntilloso, pero cariñoso apodo, se dirigía el protagonista, Alberto Alonso Blanco, “Rambal”, a las tabaqueras que trabajaban sin cesar en el edificio que dio vida al barrio durante 184 años y que sentían adoración por él.
Según contaba durante el acto de inauguración de su estatua (obra del escultor Miguel Arrontes) uno de sus amigos, Jacinto ‘El Mono’: “Acabábamos con él, en el buen sentido de la palabra, pero siempre tenía respuesta para todo y sobre todo cuando íbamos a refrescar Machaco, que en paz descase y yo, por les moces de tabacalera. Casase con una tabaquera era la leche…” confesó entre un ataque de risa.
Pero el día comenzaba con actividad temprana. En los alrededores de la Casa del Chino (Chaoyo Wei, otro personaje para escribir un libro de los gordos), un nutrido grupo de charangueros, preparaban tambores y pitos además de coreografías. Tenían una misión importantísima, recorrer todo el barrio en comparsa, hasta llegar a la Plaza del Lavaderu, porque hasta que ellos no aparecieran, Rambal no vería de nuevo su querido barrio.
Y ya era hora de que el personaje con mayúsculas, de todos los que ha dado el barrio alto, tuviera un sitio especial. Ahora ya reina para siempre en medio de la plaza de Arturo Arias, al lado del lavadero que era como su segunda casa y donde ayudaba a las mujeres a lavar la ropa. Eso sí en cuanto llegaba la noche, los que lo conocieron, tuvieron la oportunidad de ver en vivo y en directo a uno de los primeros transformistas de España. ¡Y en aquella época! Hoy tendría 94 años, pero desgraciadamente su asesinato en abril de 1976 truncó su futuro. Es un caso sin resolver.
Nunca escondió su homosexualidad. “En nuestra casa no había armarios, así que no se pudo esconder”, comentaba su hermana Rosina. “Era buena persona, respetuoso, no tocaba a los niñinos…al contrario, iban los niños a él” concluía entre los aplausos del multitudinario público que acudió al acto. Rosina no estuvo sola. A su lado y bien cogida a su brazo, estaba su amiga Ida Sánchez, hija de otro archiconocido personaje de Cimadevilla, Julia “La Tarabica”.
No dudó esta, en hacer una petición con el desparpajo de una “playa”: “Quiero que cuando me muera, me hagan a mí también una estatua” lo que volvió a producir las carcajadas de los allí presentes. Mientras que Tere Vela, Lulú de Cacharel, Paco “El Zagalu” y Óscar Peñaspardas acompañados a la guitarra por el artista Rodrigo Cuevas, que hizo de conductor del acto, entonaban los temas que solía tararear Rambal.
Precisamente Cuevas, que ha hecho un tema dedicado al homenajeado, “Rambalín”, donde cuenta su vida, será entrevistado hoy por el periodista Jordi Évole en laSexta. Su admiración por el personaje y el barrio le impulsó a pensar en el tema, que a su entender, estaba un poco olvidado. “Ye guapísimo que el recuerdu esté tan vivu y yo creo que estaría contentísimu” aseguraba Cuevas muy emocionado “Dar un lugar a la xente que nunca lo tuvo por ser de un barriu humilde igual que él, que además era transformador, eso es un referente para la sociedad de ahora”.
En cuanto a preguntarle si siente que ha recogido su legado, Rodrigo Cuevas aseguró que siempre le emocionó su historia y que se sintió en la obligación de hacerle una “justicia poética” ya que la “justicia real” para él no funcionó. “La gente que consiguió matarlo hizo que nosotros le hiciéramos todavía más fuerte” apostilló.
No faltaron al acto la alcaldesa, Ana González, los concejales Manuel Ángel Vallina, Dolores Patón, Salomé Díaz Toral, entre otros; Sergio Álvarez, presidente de la asociación de vecinos Gigia y Miguel Barrero, director de la Fundación Municipal de Cultura y autor en 2016 de “La tinta de calamar: tragedia y vida de Rambal”.