«Si la educación es básica, la juventud es fundamental en las ciudades. Es el futuro y el presente. Tenemos un Conseyu, una juventud formada, estructura de ciudad, y ahora un director nombrado para educación y para juventud. Veremos el camino a tomar. Sin ese caminar junto a la juventud, nuestra ciudad será más triste, más apagada, más callada»
Xixón es una gran plaza al aire libre. Es un lugar de encuentro permanente, de rincones con conversaciones entre paseantes. Nosotros, tan celtíberos, tan norteños, rompemos la cornisa cantábrica para demostrar que el norte no es sombrío ni metido a sus adentros. Somos gente de mar, gente de costa, abiertos gracias al horizonte enmarcando nuestra villa. Es una ciudad donde ocurren cosas, pequeñas historias personales gracias a la apertura de sus gentes, al carácter de los gijoneses y gijonesas. Lo mismo te encuentras casualmente en una plaza y te cambia la vida para siempre, que tropiezas con alguien en una sidrería y se pasa la noche entre culinos. Porque Xixón es eso, lugar de encuentro.
Hablando con personas de otras latitudes, comentan con asombro nuestra realidad. En una ciudad que no llega a las trescientas mil almas, son tantos los actos que ocurren en equipamientos, locales e instalaciones que nos hace ser punteras en acción cultural, educativa, social. No quiero decir con ello que seamos la mejor ciudad del mundo, ni que ese famoso ranking que cada año marca puestos nacionales no refleje lo que somos. No. Lo que quiero decir es que somos una ciudad viva, más apagada que antes, desde luego, más callada, sin duda, más triste, también, pero activa, dinámica y en constante movimiento. Quizás, ese maravilloso trasiego mantenido durante años nos hace no darnos cuenta, o minusvalorar, las cosas que ocurren a nuestro alrededor: ahí una charla, mira un concierto, en ese local un cuentacuentos… un totum revolutum maravilloso que enriquece la ciudad y sus habitantes. El tejido social de Xixón, unido a las administraciones públicas, consigue tejer una ciudad educativa y cultural, consigue enhebrar las lanas para conformar un lugar que, como las mareas, no para de moverse.
Estos días de octubre, añadiendo un evento de repercusión mundial como los Premios Princesa de Asturias, podemos tener en nuestras calles: Gijón de sidras, Danza Xixón o los encuentros de Kbuñs. Todos ellos programas de referencia en los diferentes ámbitos. Xixón de sidras engloba, en este 2023, treinta y tres sidrerías y veintitrés llagares, esperando, como cada año, lograr récords de ventas. Un programa que mueve a la gente de sidrería en sidrería de cazuelina en cazuelina, conformando un tapiz de pañuelos verdes en los locales que participan. Entre culinos escanciados, estamos en medio de una acción privada, con ayuda pública y que dinamiza, a través de nuestro patrimonial líquido, la ciudad y a sus visitantes. En algún momento, la capital de nuestra Comunidad Autónoma quiso autonombrarse capital sidrera, saltándose a Villaviciosa, Nava, Xixón, Las Cuencas, la buena y la buena, intentando ocupar un lugar que, ni por cultura, historia o industria, le pertenece. La capital de la sidra es Asturias y los localismos arcaicos poco ayudan a seguir impulsando nuestros caldos.
Si antes hablábamos del impulso privado pintando de verde la ciudad en otoño, Danza Xixón o los Encuentros de Kbuñs son apuestas totalmente públicas, aunque con caminos divergentes. Si el proyecto de artes escénicas va poco a poco subiendo en calidad, presencia y conocimiento por parte de la ciudad, los Encuentros Internacionales de la Juventud arrastran el nombre, deslizándose paulatinamente a un mayor ocaso. Parece mentira como quedan lejos los ochenta, cuando ahora, como siempre, se precisa de la juventud para cambiar un mundo humanamente agredido. Cabueñes es un lugar de intercambio de experiencias, de debates, de reflexiones entre una juventud que, poco a poco, se hace mayor. Si hablamos de participación juvenil, si hablamos de proyectos por y para ellos y ellas, si hablamos de impulso del asociacionismo con vistas de futuro, tenemos en Cabueñes un buen lugar para ello.
Desde aquí se manda un mensaje a la dirección de proyectos de juventud y educativos (cargo ampliado en el organigrama gijonés, incrementando con ello el gasto del Ayuntamiento. Es lo que tienen los pactos) para revertir esta situación. Aunque sorprendente, nuestro ayuntamiento tiene una dirección de proyectos de educación que no depende de la concejala del ramo. Algo ilógico en un dibujo conformado ex profeso para esta legislatura, haciéndome dudar que su trazo haya sido con vistas a mejorar la funcionalidad, sino más bien encaminado a exigencias del guion. No obstante, ya que está, ya que existe un director de programas de educación y juventud que empiece a ejercer. De momento, la concejalía del ramo está haciendo su trabajo con presencia en los centros, con apertura y escucha, y también con apuestas arriesgadas, y creo poco factibles, como los comedores escolares, signo inequívoco de horas de despacho. Veremos si el director de educación, ajeno a la concejalía competente, empieza a hacerlo. Camino tiene por recorrer. Si la educación es básica, la juventud es fundamental en las ciudades. Es el futuro y el presente. Hagamos que se encuentren, hagamos que nos encontremos, escuchémosles, pues de no hacerlo, de mantenerles como meros espectadores y espectadoras, nos darán la espalda, sintiéndose no partícipes en la vida de la ciudad. Tenemos un Conseyu, tenemos una juventud formada, tenemos estructura de ciudad, y ahora tenemos un director nombrado para educación, sin concejalía, y para juventud, sin ampliar la base, solo la cúspide. Veremos el camino a tomar. Sin ese caminar junto a la juventud, nuestra ciudad será más triste, más apagada, más callada.