El Principado califica lo ocurrido como un «acto de salvajismo» y un «delito ambiental», mientras desde Proyecto Lobo hablan de «mafia» para referirse a los «desaprensivos» autores
Una sensación colectiva de incredulidad, repulsa y rechazo dominan desde este martes buena parte de la sociedad asturiana después de que, en la mañana de ayer, la cabeza y la cola de un lobo apareciesen cercenadas y colgadas de uno de los puentes que discurren sobre la Senda del Oso, a la altura de Villanueva de Santo Adriano. Los restos del animal fueron rápidamente retirados, y las autoridades aún investigan el caso para tratar de dar con los autores de semejante acción, aunque las reacciones no han aguardado al fin de las pesquisas. Y entre las más virulentas figuran las del Proyecto Lobo, que en su cuenta de la red social X, la antigua Twitter, ha situado a los «desaprensivos» responsables como parte de una supuesta «mafia».
Más comedido, aunque igualmente crítico, se revelaba el consejero Marcelino Marcos Líndez, al lamentar un «delito ambiental» ambiental que ha tachado de muestra de «salvajismo». El responsable del área autonómica de Medio Rural y Política Agraria recordaba el rechazo del Gobierno del Principado a la inclusión del lobo en el listado de especies protegidas (LESPRE), a tenor del daño que sus ejemplares generan en la industria ganadera, «pero eso en modo alguno justifica el incumplimiento de la ley». Y a apuntado a que «detrás de estos actos se sitúan radicales que actúan de manera ajena a la normativa». Así las cosas, el consejero ofrecía ayer toda la colaboración del Ejecutivo asturiano para ayudar a las fuerzas del orden a esclarecer lo acontecido.