Esta derecha de Mallada o de Ayuso ha salido a defender la caza y a cazar votos de la ultraderecha
La presidenta de PP de Asturias, Teresa Mallada, ha defendido la caza en la Feria Internacional de la Actividad Cinegética que se ha celebrado ese finde en Madrid. Prolongando el pensamiento de la líder de los populares, uno podría afirmar que la caza del rebeco o del lobo es imprescindible para el control de la fauna salvaje y es fundamental para sentar las bases del empleo ante el reto demográfico. De pronto, a la derecha le sale ese color pardo de cazador vetusto y rancio, llevándose por delante cualquier intento por presentar una imagen moderna, civilizada y liberal.
La caza es la barbacoa dominical del católico, mayormente el que dispone de coto para cazar al oso o al zorro. No estamos muy seguros de que la caza vaya a resolver el reto demográfico, tal y como afirma Mallada, pero sí sabemos que retrasa cualquier intento estetizante por convertir al PP en un partido de centro. Carlos Saura nos enseñó en 1966 en que consistía la caza de nuestro país, que viene siendo un epílogo de la otra guerra civil que siempre ha existido entre hombres y liebres y que, como nos hace entender el director aragonés desde el principio, siempre es una guerra civil entre hombres y hombres. La España seca y sucia, berroqueña y fascista, negra y sangrienta de la época quedaba muy bien representada en aquella peli mesetaria, en la que España se reproducía como un páramo, el coto moral del franquismo, y así en este plan.
No sabemos si Teresa Mallada ha visto La Caza de Saura. Probablemente le habría cambiado el discurso este fin de semana en Ifema o quizá no, sólo habría visto una reyerta entre ricos y pobres, entre bestias con dinero y pobres analfabetos. Siempre hay algo repulsivo en un hombre o una mujer con una escopeta o un cuchillo en la mano, incluso en Miguel Delibes, que siempre me pareció un señor muy digno y muy serio que representaba muy bien al novelista tradicional, solitario, prudente y hecho a carta cabal que sintetizaba el campo y la ciudad de aquella otra España. La mirada heroica, adusta y modesta que ofreció siempre Delibes del cazador hoy se nos queda retro, antigua, a veces, incluso, mística, con toda esa veneración y mortificación de la naturaleza, pero el falangismo siempre convirtió toda esa estética en tragedia, Saura, o farsa, Berlanga, de escopeta, morral y canana como nadie y así no hay manera.
Esta derecha de Mallada o de Ayuso ha salido a defender la caza y a cazar votos de la ultraderecha. La nobleza suele salir a cazar mucho y vota a Vox porque se hace necesario volver a recuperar el rojo emblema del valor y el amor a España. Como el cazador en Renedo o Aguilarejo, un suponer, cada voto, cada liebre, es una pieza, un trofeo. El caso es que nos ha salido una derecha berlanguiana, aristocrática, pícara, con la escopeta nacional cargada desde la Plaza de Colón que, más que hacer política, sale a cazar como deporte estival, una comisión, una mordida y la cabeza de Sánchez o Junqueras. Quién sabe, lo mismo al disparar a un corzo lo que ven es a un independentista o un rojo.