La Asociación Gijonesa de la Caridad, que gestiona la Cocina Económica de Gijón, comenzó a dar servicio en 1905. Desde entonces, no ha dejado de atender las necesidades básicas y de prestar asistencia social a la población más necesitada. Hoy, 115 años después, su labor es más necesaria que nunca y esa población vulnerable que lleva más de un siglo acudiendo a su comedor social se ha transformado por completo.
Las consecuencias económicas por el coronavirus son palpables día tras día en las colas de personas que acuden a por comida y en el nuevo perfil de los usuarios. Marisela Cueto, directora de la Cocina Económica, asegura que «ahora viene gente que nunca pensó necesitar un comedor social».
El nuevo perfil de la Cocina Económica de Gijón
«Nunca nos habíamos visto en una situación tan crítica». Así resume Cueto el momento que atraviesan en la Cocina Económica de Gijón. Los datos hablan solos. El año pasado en noviembre se hicieron 13.000 servicios y este 22.000, prácticamente el doble. Cada día atienden a más de 300 personas con «un perfil completamente normalizado», muy distinto al que estaban acostumbrados a ver.
Cueto explica que una gran mayoría de los que acuden ya no son personas que viven en la calle, sino familias con trabajos precarios y puntuales que «de repente se han visto sin un empleo». Personas con una vida normal antes de que la pandemia llegara y que «nunca imaginaron tener que venir».
El nuevo perfil que acude a la Cocina Económica son familias con trabajos precarios y puntuales que han perdido el empleo
Las navidades más difíciles
Tras la mascarilla de las hermanas de la Cocina Económica siempre hay una sonrisa. Los que van no la pueden ver, pero sí sentir. Marisela Cueto asegura que para ellas ya son familia. «Es nuestra gente e intentamos tener un buen gesto y escucharles si quieren hablar. No es dar una bolsa de comida y que se vayan».
Por ello, afirma que sienten «preocupación e inquietud» por la situación que se está viviendo, aún más en estas fechas en las que «muchas personas están más sensibles y no tienen un plato de comida ni nadie con quien compartir mesa».
El comedor está cerrado por las medidas sanitarias impuestas por la covid y este 2020 no podrán sentarse juntos. Cada Navidad intentan crear un ambiente festivo y cálido que permita a los más vulnerables disfrutar de alguna forma de las fiestas, pero este año no será posible. «Es algo que nos duele mucho y nos tendremos que conformar con darles una bolsa con un menú más especial«, explica Cueto.
Esta Navidad ofrecerán una bolsa con un menú especial, aunque lo que les hubiera gustado es sentarse a la mesa todos juntos y crear un ambiente festivo como cada año
«El coronavirus lo paralizó todo»
Desde que se cerró el comedor, en la Cocina Económica reparten las comidas en tupper, pero no todo el mundo tiene un microondas para calentarlas. Así que buscan alternativas con las que ofrecer una solución. Desde la Asociación Gijonesa de Caridad urgen poder abrir el comedor, aunque sea al 50%. Esto supondría pasar de 80 a 40 plazas, y parece que podrán hacerlo pronto. En los próximos días recibirán la visita de personal de Salud Pública para analizar el modo en que se puede abrir este espacio, y una vez tenga lugar se trabajará en los protocolos a llevar a cabo.
La Fundación Municipal de Servicios Sociales, en colaboración con las entidades que forman parte de la Red de Atención a Personas Sin Hogar, ha identificado ya a 22 personas que por sus necesidades específicas deberían hacer uso de las instalaciones de la Cocina Económica. Para el resto, por el momento, se seguirá entregando la comida en tuppers como hasta ahora.
Marisela Cueto asegura que «el coronavirus lo paralizó todo». La reapertura del comedor es uno de los aspectos más importantes, pero hay muchos otros. La residencia de media estancia tiene plazas para 12 hombres y 7 mujeres, «pero las que han quedado libres no se han podido cubrir porque no se puede compartir habitación».
Lo mismo ocurre con el piso de acogida, con cabida para 19 personas, y que ha quedado limitado a 10. Y también con los 4 apartamentos para familias vulnerables «que ya están llenos». Tampoco están funcionando los talleres «terapéuticos y relajantes para los que viven en esta comunidad» ni la clínica dental solidaria, «un servicio muy importante para la casa».
Marisela Cueto sabe que aún quedan momentos muy difíciles por delante, pero no quiere que los que acuden a la Cocina Económica pierdan la esperanza. Sabe que ahora mismo «no ven salida ni son capaces de imaginar un futuro en positivo», pero ellas seguirán ahí para ellos con un plato de comida «y todo nuestro cariño».
Que triste todo…solo nos queda la esperanza podamos olvidarnos pronto de esto
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