Miembro prominente de la peña sportinguista Ultra Boys, en la ciudad era especialmente conocido por su trayectoria como adiestrador de krav magá y defensa personal, de la que llegó a impartir talleres gratuitos para mujeres
Lunes plomizo, lunes de lluvia y lunes de lágrimas en la escena deportiva asturiana en general, y gijonesa en particular. A primera hora de esta mañana el especialista en artes marciales Armando Carriles Sánchez, conocido por su trayectoria como entrenador de krav magá y defensa personal, así como por su conexión con la peña sportinguista Ultra Boys, fallecía a los 47 años, víctima de un ataque cardiaco, en una cafetería de la ‘Acerona’, a orillas de la calle Palacio Valdés. De nada sirvió que los sanitarios tratasen de reanimarle durante más de una hora; sólo fue posible certificar su fallecimiento, que ha conmocionado a alumnos, compañeros de afición futbolística, camaradas del deporte y allegados por igual. El funeral se celebrará en el Tanatorio de Cabueñes a las 18 horas de este martes, en estricta intimidad familiar; deja a su viuda, Beatriz Menéndez, y a sus hermanos Luján y Mario.
Carriles, uno de los pioneros del krav magá en suelo asturiano, se había labrado una sólida y positiva reputación por la calidad de sus enseñanzas, que le habían llevado en varias ocasiones a Israel, país natal de dicho sistema de lucha. Su prestigio le llevó a instruir a otros entrenadores, tanto en España como en naciones más lejanas, de entre las que destacaron Uruguay, Polonia o Estados Unidos; más aún, en el terreno de la defensa personal puso en marcha talleres específicos para mujeres, a coste cero, como respuesta al aumento de las agresiones machistas. Menos conocida, aunque sí relevante, fue su vinculación con los Ultra Boys, peña que, tal como esta tarde recordaban sus integrantes en las redes sociales, «no ha tenido un líder con tu carisma; ejemplo de compromiso con lo tuyo y con los tuyos hasta límites insospechados. Te vas muy pronto y dejas un vacío imposible de llenar en tu Sporting y en tu Gijón».
Desde dichos perfiles digitales los Ultra Boys compartían cierta publicación redactada por el propio Carriles cuando contaba 34 años, en la que resumía lo que para él suponía formar parte de aquella peña, con la que comenzó a colaborar «de forma esporádica» trece años antes. En dicho texto, su autor enfatizaba lo inolvidable de «los viajes, las miles de anécdotas, risas, kilómetros recorridos y demás con gente que ha terminado siendo como de mi familia», aun a pesar de haber recalado en «ciudades hostiles dispuesto a defender los colores», y ensalzaba la lealtad al club gijonés durante «los años duros en Segunda, cuando ser del Sporting no estaba de moda y no había mareonas». En las líneas finales del escrito, Carriles reafirmaba su «orgullo rojiblanco» y su condición de «ultra ayer, hoy y siempre», y se despedía confirmando ser, como sus compañeros, «fieles al Sporting hasta la muerte».
Una promesa que, mucho antes de lo naturalmente debido, ha podido cumplir.
Que pena más grande. Todo Gijón lo conocía y era gran deportista y