Más de 3.000 personas participaron ayer en la que fue, según XEGA, la manifestación en apoyo al colectivo LGTBI+ «más numerosa, joven y diversa» de los últimos tiempos en la ciudad
Concejales del PSOE, Izquierda Unida y Podemos desplegaron la bandera multicolor desde el balcón del Ayuntamiento, y la Casa Consistorial fue iluminada con haces de luz al caer la noche
Hay más de una ‘mareona’ en Gijón, aparte de la que integra la afición ‘rojiblanca’ del Real Sporting. ‘Mareonas’ de apoyo vecinal, cuando procede; de devoción religiosa, en no pocos casos; de reivindicación política y obrera, como es bien conocido en la ciudad… Y también, por supuesto, de lucha por la plena y absoluta igualdad de las personas, sin atender a condiciones, géneros u orientaciones sexuales. Esa última fue la ola que, como un tsunami humano, llenó ayer las calles del centro de Gijón. En la que, a criterio de XEGA, fue la manifestación del Día del Orgullo LGTBI+ más multitudinaria, diversa y con mayor presencia joven de los últimos tiempos, más de 3.000 personas, según varias estimaciones, marcharon este sábado desde el paseo de Begoña hasta el Ayuntamiento para reivindicar el blindaje y ampliación de los derechos del colectivo, amenazados hoy, temen, por el avance de la extrema derecha en toda Europa. Una cita multicolor, a medio camino entre el activismo y la folixa, y que regaló a todos los asistentes una sorpresa para el recuerdo, que hizo temblar en vítores la Plaza Mayor: el despliegue desde el balcón del Ayuntamiento, por parte de los ediles del PSOE, de Izquierda Unida y de Podemos, de la bandera ‘arco iris’.
Ya desde las cinco y media de la tarde, media hora antes del inicio oficial, el ambiente que se respiraba en el paseo de Begoña daba fe de lo que se avecinaba. Una creciente legión de afectos se concentraba en las inmediaciones del Teatro Jovellanos y del café Dindurra, armada con pancartas y enseñas, con rostros pintados, banderas a modo de capas y atuendos para la ocasión. Grupos de amigos de todas las edades, familias con hijos, agrupaciones de estudiantes, asociaciones del colectivo como Llar Trans o BATEL, representantes de sindicaros y partidos políticos como Comisiones Obreras, UGT, Equo… La diversidad fue la norma, y la música, los bailes y la fraternidad, el acompañamiento escogido. Tanto, que a pocos metros de allí, cerca del Jovellanos, algunos miembros del Gobierno municipal no perdían detalle de que sucedía, mientras aguardaban el inicio de una gala de imposición de las Medallas de la Villa que, como ya se había advertido, no contó con la presencia de los ediles ni de Izquierda Unida, ni de Podemos.
Los ánimos estallaron a la llegada, desde el camping de Deva, de las dos carrozas del ‘Orgullín del Norte’, tripuladas por una nutrida tropa de drag queens y transformistas. Sólo entonces se dio el pistoletazo de salida. Precedida por una gigantesca bandera multicolor, la comitiva abandonó Begoña, recorrió la calle Covadonga y enfiló Capua hasta los Jardines del Náutico. Mientras, desde las aceras, ventanas, bares y terrazas cercanos, cientos de curiosos fotografiaban y grababan con sus smatphones el acontecimiento, los participantes en la marea regalaron a diestro y siniestro consignas tan pintorescas como ‘La transfobia en el deporte no hay quien la soporte’, ‘Que no tenemos miedo, que sí tenemos rabia’, o la muy aplaudida ‘Más bolas chinas y menos rosarios’, al tiempo que los altavoces de las carrozas reproducían clásicos musicales como ‘It’s raining men’, de la ex-Spice Girl Geri Halliwell; ‘YMCA’, de los Village People, o la actual ‘Zorra’, con la que la española Nebulossa compitió en el último Festival de Eurovisión. Los metros finales hasta la meta, por la calle Cabrales, se hicieron recibiendo no pocas muestras de ánimo de los visitantes que se encontraban en Campo Valdés. Y, por fin, para las siete y media de la tarde, casi una hora y media después de haber iniciado la ruta, la cabecera de la manifestación entraba en la Plaza Mayor.
Si la fiesta había sido la tónica hasta ese momento, el clima folixero se desató cuando el icónico espacio frente al Consistorio quedó repleto. Las asociaciones, partidos y sindicatos se apostaron en los flancos, parapetados tras sus grandes pancartas, mientras en el centro de la plaza grupos de baile improvisados se lanzaron a danzar en pos de la diversidad y de la igualdad. Sólo hubo un instante de silencio, tan breve como atronador: el momento en que los concejales Natalia González, del PSOE; Javier Suárez Llana, de Izquierda Unida, y Olaya Suárez, de Podemos, en compañía de varios miembros de XEGA, salieron al balcón del Ayuntamiento y, en un gesto que pocos se esperaban, desplegaron una gran bandera ‘arco iris’. La quietud previa dio paso entonces a un estallido de vítores, gritos y aplausos, que apenas hicieron audible la lectura del manifiesto, a cargo del escritor, activista y docente Inaciu Galán. «El Orgullo es esa herramienta para reivindicarnos, para exigir nuestros derechos, que son derechos humanos«, comenzó Galán, quien, en su condición de profesor, comenzó llamando a lograr «una educación inclusiva, que sirva como parapeto frente al odio. Una educación que incluya a todas las personas, donde nuestra diversidad es reconocida, valorada y visibilizada».
Desde ahí, y como era de esperar, el manifiesto derivó hacia la reivindicación de la tan anhelada Ley LGTBI+ del Principado, una medida «urgente», imprescindible para la articulación de protocolos que garanticen la igualdad, y para la que Galán exigió a las Administraciones «un compromiso real, efectivo e inmediato» por parte del equipo de Adrián Barbón. Tampoco faltaron referencias a la reciente condena a ‘Las seis de La Suiza‘, «por exigir derechos laborales», y al conflicto que estos días asola Gaza, lógica a la vista de la cantidad de banderas palestinas que poblaron la manifestación; en ese sentido, el texto exigió medidas activas para poner fin a un «genocidio» del que Occidente, «con su pasividad internacional», es cómplice». Y Galán concluyó la lectura refiriéndose al aspecto que, este año, ha hecho el Orgullo especialmente polémico: la postura del Gobierno gijonés, que rechazó la declaración institucional de apoyo al colectivo LGTBI+, y se negó a enarbolar oficialmente la bandera multicolor en su sede. Preocupado por la constatación de que «se están dando pasos atrás en el apoyo a las políticas de visibilización de la diversidad y de la lucha contra la ‘LGTBIfovia'», Galán alertó de que «normalizar la homofobia en las instituciones» equivale a «normalizar en esta sociedad esa enfermedad que es la intolerancia y el aumento de las agresiones». Y concluyó llamando a que «no dejemos que Xixón, el Xixón de Rambal, el Xixón de la diversidad, desaparezca desde políticas que fomentan la equidistancia entre las víctimas y los verdugos«.
Con el manifiesto ya completo, el clima festivo regresó a la Plaza Mayor. Esta vez, de la mano de Rodrigo Cuevas y de su tema ‘Cómo ye’, a cuyo son bailaron los cientos de personas que aún permanecían en el lugar. Poco a poco, mientras los últimos irreductibles mantenían la folixa, el grueso de los participantes comenzó a regresar a sus hogares. Y, eso sí, la caída de la noche regaló a la ciudad una estampa de conciliación: la iluminación de la fachada de la Casa Consistorial con haces de luz multicolor. Un guiño municipal a un Orgullo que, tal vez, como es deseo general, el año que viene entierre el hacha de guerra y se acerque más a ese soñado momento en que ya no sea necesario salvo para recordar…
Qué asco.
Fdo una persona gay