Tras el parón obligado por la pandemia, el festival veraniego vuelve a Poniente cargado de literatura, encuentros, fotografía y música
Llevamos ya treinta y cinco años de Semana Negra. “Una parte insustituible de nuestro verano”, según Ana González, alcaldesa de Gijón. Para la regidora, el mérito de que la Semana Negra resista pese a las “crisis económicas, coyunturas políticas, migraciones forzosas, mentiras, campañas de acoso y derribo, y hasta pandemias globales”, mostrándose “fiel a lo que la hizo nacer: concentrar en Gijón una cita literaria de primer orden”.
Luis García Montero, para el que el Ángel de la Calle, director de la Semana Negra pidió “tres aplausos”, Noemí Trujillo, Lorenzo Silva, Manuel Vilas o Carlos Bardem son algunos de los escritores de referencia que poblarán los antiguos astilleros desde este fin de semana.
Sin embargo, la Semana Negra no es sólo literatura. En el programa de este año aparecen encuentros con políticos como el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, varias exposiciones fotográficas o una presencia importante del mundo del cómic. Un batiburrillo cultural que ha sido enseña y orgullo del festival desde su nacimiento. “Nos decían que no podíamos poner una noria al lado de los escritores, y ahora todo el mundo lo hace”, destacaba Ángel de la Calle.
Pero la pandemia no nos ha abandonado del todo y aún dejará alguna que otra secuela en las calles de Naval Gijón. Se eliminan del programa los grandes conciertos, sustituidos por acústicos más recogidos, dentro de las carpas. El Chivi o Aurora Beltrán (ex de Tahúres Zurdos), son dos de los nombres más conocidos. Tampoco habrá Tren Negro, “por recomendación de Renfe”, anunciaba de la Calle.
También se descubrió el Rufo de esta edición, obra del escultor Quique Herrero. “Este año no lleva el panamá, sino una gorra como la de un emperador antes de conquistar otro país, pero a la vez está haciendo el símbolo del corazón, del amor con las manos como hacen tantas instagarmers”.