«Una vez que se han deshecho de una marca como Vox, en caída libre y que además no da la mejor de las imágenes, deciden quedarse con un señor de ultraderecha, al que no ha votado nadie. Y esto es importante»
Dejadme que os cuente una historia. A ver cómo la veis vosotros. Empecemos.
El 28 de mayo de este año, en las elecciones municipales de Gijón salieron elegidos dos representantes del partido Vox. Tras los resultados electorales se propició un gobierno de derechas con ocho concejales de Foro, cinco del PP y estos dos de Vox, una suma de quince concejales de los veintisiete que hay en el pleno municipal de Gijón. El resto son nueve del PSOE, dos de IU y uno de Podemos.
Si, ya sé que esto lo sabéis, pero creo que es importante tenerlo presente para dar más sentido a la resolución de esta breve historia.
Este gobierno de derechas arrastró, desde el primer momento (menuda sorpresa), el lastre de haber permitido la entrada en los órganos de gobierno municipales de un partido ultraderechista que, pronto, a través de sus declaraciones en contra de la riqueza cultural, la llingua y, en general, de todo lo que ellos no consideran puro y castizo; dejaron claro que eran lo que eran. Un partido sin nada más que proclamas de épocas pasadas y rancias.
Pero pronto esto da un cambio brusco. El pasado cuatro de octubre la titular de festejos, y concejala de Vox, realizó unas declaraciones sobre lo que quería hacer con el Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX) que podríamos calificar como horripilantes (nada nuevo, por otro lado). A tenor de ellas, la actual alcaldesa Carmen Moriyón, manifiesta que da por roto el gobierno con Vox. Es decir, hay dos concejales que dejan de sumar en la cuenta con la que empezamos este artículo y por tanto esta decisión conllevaría dotar de cierta inestabilidad (más aparente que real) a su gobierno.
Entre medias el segundo concejal de Vox, el señor Oliver Suárez, despotrica un poco de su partido, su partido despotrica un poco de él y sin más, este señor decide salirse de Vox, pero, y aquí viene lo que genera la mala imagen de la cosa política, dice que «se queda» con el acta de concejal. Lo cual, siendo legal, no es ni ético, ni decente, ni presentable.
Hasta aquí podría ser solo una mala historia con un final feo. El asunto es que este no es el final, sino el principio. Es, a tenor de las declaraciones de la portavoz del PP, Ángela Pumariega, y la líder de Foro, Carmen Moriyón, la clave del próximo gobierno municipal. Es el inicio de un gobierno un poco trampantojo.
Una vez que se han deshecho de una marca como Vox, en caída libre y que además no da la mejor de las imágenes, deciden quedarse con un señor de ultraderecha, al que no ha votado nadie. Y esto es importante. Porque él está ahí porque la gente votó a Vox, no a él. Pero a los partidos de la derecha les viene bien para no tener que preocuparse de ahora en delante de ninguna votación, puesto que él, que estará bien agradecido y como además no tiene ni programa político, ni afiliados a los que dar explicaciones, hará lo que le da la gana. Que básicamente es, como ha dicho públicamente, apoyar a un gobierno que seguro le mantendrá el sueldo y sus condiciones y quién sabe si además en 2027 un sitio en sus listas electorales.
Y esto, amigos, es el inicio y el final de la triste historia de cómo dimitir y renunciar a un cargo público parece más difícil de ver en nuestro entorno político que un urogallo cantábrico pavoneándose.
Ya lo he dicho con anterioridad. Lo de éste individuo no es más que otro caso más de transfuguismo y prostitución política para sacar beneficio personal. En esta ocasión el tránsfuga Oliverio Suarez se pasa a concejal no adscrito para conservar su sueldo y la presidencia de la empresa Divertia en el Ayto. de Gijon con el beneplácito de la Alcaldesa. 50.000 € al año es el precio de la supuesta dignidad del sujeto
Este articulo es un reflejo de la mentira en defensa de salvar los chiringuitos: Festival de cine, llingua, semana negra. VOX yo creo que es coherente con valores y la honestidad del dinero publico.