A menos de un día de que Edmundo González acuda a Caracas a tratar de tomar posesión como presidente, y a pocas horas de las manifestaciones convocadas en todo el mundo para brindarle apoyo, la comunidad venezolana en la región tiene claro que el punto de ruptura con el régimen de Maduro es este
El mundo entero vuelve hoy a dirigir su mirada hacia Venezuela. Prácticamente seis meses después de aquellos comicios por la presidencia de la República Bolivariana que, el 28 de julio, ampliaron la herida entre defensores y detractores del régimen de Nicolás Maduro valiéndose del bisturí del presunto fraude electoral, en apenas veinticuatro horas, este mismo viernes, tanto el mencionado Maduro como su principal opositor, el desde septiembre exiliado en España Edmundo González Urrutia, volverán a coincidir en Caracas para tratar de protagonizar, cada uno por su lado, la toma de posesión como presidente de la nación. Son, por tanto, momentos tensos los que se viven tanto dentro como fuera del país sudamericano, tomado por agentes policiales y efectivos de las Fuerzas Armadas desde hace semanas, y en guardia por los enfrentamientos que pueda desatar el cumplimiento de la amenaza lanzada por el actual Gobierno: si González pone un pie en territorio venezolano, será detenido. Una opción que no parece amedrentar al aludido, ni a sus millones de compatriotas que hoy jueves, en distintos puntos del mundo, se echarán a las calles para mostrarle su apoyo incondicional. Esa marea de solidaridad también ha llegado a Asturias, por supuesto. Aquí, a más de 6.860 kilómetros de Caracas, nada menos que tres concentraciones han sido convocadas en Gijón, Oviedo y Avilés, separadas en lo físico, sí, pero unidas por una convicción común: la de que, veintiséis años después de la Revolución Bolivariana, a Venezuela le ha llegado la hora del cambio. Natural o por la fuerza. Pero le ha llegado.
«Estamos en una situación de calma tensa; no sabemos qué va a pasar en las próximas horas«, reconoce Indirath Coronado, fundadora y coordinadora general de la delegación asturiana de Vente Venezuela, el partido político de Edmundo González y María Corina Machado. Y es que ni las noticias que llegan desde su patria son abundantes ni fiables, ni los precedentes invitan a bajar la guardia. Más allá de la amenaza de arresto sobre el candidato opositor a la presidencia, sí se sabe que Caracas, al igual que las restantes grandes urbes de la nación, se halla en estado de asedio, con unidades de la Guardia Nacional Bolivariana, del Ejército, de la Armada, de los cuerpos policiales y de fuerzas paramilitares desplegadas en los ‘puntos calientes’, a la espera de acontecimientos. Nada halagüeño, pues en la memoria colectiva de los venezolanos están las fuertes represiones orquestadas en el pasado por Maduro y por su predecesor, Hugo Chávez, valiéndose de ese brazo armado, siempre leal al régimen. Ahora bien, esa lealtad de los uniformados no es la misma de antaño, y no escasean las filtraciones sobre deserciones masivas de militares desafectos con el actual sistema. Al mismo tiempo, tampoco la convicción entre quienes abogan por un cambio se ha percibido tan fuerte como ahora… «Lo que nos llega, y mira que estamos lejos, es una energía y una fuerza increíbles«, asegura Coronado, convencida de que «es el momento. Ahora. Seremos el punto de inflexión del que empezarán los cambios. Y lo de hoy va a ser sólo una pequeña parte«.
Ese ‘lo de hoy’ hace referencia a las tres concentraciones convocadas para esta tarde en Gijón, Oviedo y Avilés, respectivamente, para solidarizarse con la cruzada de González y de Machado. La primera de ellas comenzará en suelo gijonés entre las 18 y las 19 horas, en la plaza del Marqués, y a los participantes, ya sean venezolanos nativos o simpatizantes europeos, se les ha pedido que acudan portando cacerolas, sartenes y pedazos de tela con los colores de la bandera de Venezuela (rojo, azul y amarillo). Una consigna análoga a las difundidas en Oviedo y en Avilés, donde las protestas se iniciarán a las 19.30 en la plaza del Carbayón y en la de España, respectivamente. «El miedo a la represión ya no existe, se nos agotó, y si en casa hay barrios enteros movilizados que saldrán a las calles, nosotros también tenemos que hacerlo«, comenta, rotunda, Coronado. De ahí que espere que los apoyos a las tres concentraciones vayan a ser nutridos, una forma de contribuir a que González y los suyos tomen conciencia de la ola de apoyos con que cuentan. «Es lo que queremos transmitirle: que no está solo, como tampoco lo están nuestros hermanos que siguen allá. Que somos cerca de ocho millones los venezolanos exiliados que votaron, y muchos más los que no pudimos votar, y que creemos que ahora es posible. Y, luego, una vez se haya conseguido… A reconstruir Venezuela«.
No obstante, el entusiasmo de Coronado y de esos casi 5.000 venezolanos en Asturias que, muy probablemente, hoy alzarán su voz no oculta que, en los meses transcurridos desde las elecciones del 28 de julio, se han vivido momentos, como mínimo, polémicos. Uno de los más comentados fue la decisión de González de abandonar el país y buscar asilo en España, decisión que, con o sin razón, en varios sectores de la comunidad internacional fue visto como un ejercicio de cobardía. En especial a la vista de que el segundo gran puntal de la oposición, María Corina Machado, también con amenaza de prisión sobre sí, optó por permanecer en la clandestinidad. Pero el tiempo aporta perspectiva, y ahora los adeptos a la causa de ambos líderes creen que aquella partida hacia Europa fue una buena maniobra. «No habría servido que se inmolase«, analiza una Coronado segura sin ambages de que el aspirante a la presidencia, «desde que salió, ha logrado mucho más de lo que hubiera conseguido quedándose: ha llevado la voz de Venezuela a las Naciones Unidas, ha estado en Estados Unidos, ha recibido premios y reconocimientos… Ha conseguido todo lo necesario para, ahora, volver a donde tiene que estar, a donde se le necesita«.
Por el momento, las quinielas internacionales no revelan un optimismo similar. Pocos dudan de que Nicolás Maduro seguirá tratando de aferrarse al poder con uñas y dientes; el secuestro este martes de Rafael Tudares, yerno de González, a manos de unos encapuchados identificados, presuntamente, como agentes del Gobierno lo prueba. Además, aún goza del favor de amplios, aunque decrecientes, sectores de las Fuerzas Armadas, a menudo gracias a la financiación obtenida del narcotráfico. Detalles todos que no impiden que sí se perciba un ‘algo’ indefinible, un sensible cambio en la marea. Y las noticias que llegan de otras naciones alientan la confianza; en especial, esa inminente llegada a la Casa Blanca de Donald Trump temida por la Unión Europea y por no pocos en Sudamérica, pero que, a juicio de Coronado, «puede ser muy positiva para nosotros, particularmente por la gente que viene con él, y por las medidas que se podrán adoptar». De ahí que el sueño de una Venezuela sin Maduro se acaricie como un posible, y no como una simple entelequia. «Después de más de un cuarto de siglo, y aunque muchos ya tengamos nuestras vidas hechas fuera, seguimos creyendo en ello, y muchos más atesoran las ganas de regresar y rehacer el país», comparte. Y no esconde que «será un proceso duro y largo», pero también que «dará sus frutos. Por ejemplo, servir de ejemplo a otras naciones. Lo que ocurra hoy y mañana será el golpe para que nosotros, como latinos, podamos ver resurgir países con otras enterezas. Por eso es por lo que pelearemos desde Asturias«.