Con esta decisión sobre el premio 2022, entiendo que las mujeres trans de Gijón nunca serán consideradas y bienvenidas como comadres. ¿Era esto el feminismo?


“No somos CIS, somos mujeres”; “Ser mujer no es un sentimiento”; “Las mujeres existimos, supéralo”; “La propaganda de la ‘identidad de género’ amenaza los cuerpos sanos de niños y niñas’; “Transgenerizar la infancia supone un abuso infantil”. Las frases anteriormente citadas son obra del elegido premio Comadre de Oro 2022, la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, formada por “feministas contrarias a eliminar la categoría sexo de la legislación y la estadística”.
Como todos los años, son las componentes de la Tertulia Feminista Les Comadres las encargadas de elegir el galardón en votación secreta. La clara alineación del colectivo con políticas y, por qué no decirlo, partidos de izquierdas, está fuera de toda duda y ha definido, para bien o para mal, gran parte de su actividad, tanto en el reconocimiento de figuras y asociaciones como en el señalamiento de aquellos “contrarios al feminismo”, con el célebre anti-premio Felpeyu, copado desde hace años por una gran cantidad de figuras del Partido Popular. La Tertulia es libre para escoger sus premios y así debe ser. No obstante, la relevancia pública de sus acciones y su estatus de embajadoras de Gijón, elevado a raíz de su papel crucial en el Tren de la Libertad, la marcha en protesta del intento de reforma de ley del aborto en 2014, hacen levantar ciertas reflexiones sobre la elección de este año.
Tiempo de comadres es tiempo de Carnaval y, al igual que este último, es un periodo en el que el ambiente festivo destila libertad e inclusión. Sobre el papel, ese no parece ser el discurso que promueve la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, y que la propia Tertulia ha querido premiar. ¿Por qué son tan peligrosas las iniciativas por extender derechos a las personas trans? Recuerdo cuando se aprobó la ley del matrimonio homosexual y muchas voces clamaron con que era el fin de la familia tal como se había conocido. El silogismo no había por dónde cogerlo: que los homosexuales tuvieran derecho a casarse “perjudicaba” a los heteros. Un sinsentido que el paso del tiempo ha dejado para los restos.
No estamos hablando aquí de estar de acuerdo o no con la ley de la ministra Montero y todos sus puntos y epígrafes. Todo admite debate. Hablamos de que una asociación gijonesa, reconocida a nivel nacional como una de las más influyentes del feminismo patrio, avala y premia a mesa puesta a un colectivo cuyo propósito manifiesto es limitar los derechos de las personas trans, con tajante espíritu biologicista, que no las diferencia en nada de otros discursos integristas. Llama la atención que, con apenas más de 10.000 personas trans en España, se priorice este asunto por delante de otros grandes problemas de desigualdad que sufren las mujeres. Con esta decisión sobre la Comadre de Oro, entiendo que las mujeres trans de Gijón nunca serán consideradas y bienvenidas como comadres. ¿Era esto el feminismo?
Pues si, esto es feminismo. Efectivamente, llama la atención que el gobierno priorice lis intereses de un colectivo de unas 10.000 personas en todo el estado sobre los de la mitad de la población femenina. Esto nos alarma. Pregunta el artículo que «porque son peligrosas las iniciativas para extender derechos a las personas trans»? Y lo compara con el matrimonio homosexual. Bien, el matrimonio homosexual es efectivamente un derecho. Dígame, señor articulista, cuáles son esos derechos que, se quieren extender a personas trans? El de ser considerada mujer sólo con manifestarlo, y así poder invadir espacios reservados a mujeres, es decir, espacios seguros para cuerpos biológicos femeninos, espacios en el deporte, en el trabajo en prisiones, gimnasios, etc, en los que las mujeres biológicas podemos sentirnos seguras y hallar un trato justo. Una mujer trans puede acceder al feminismo, igual que un hombre, para defender la agenda feminista.. Pasa que, la agenda feminista, lucha contra los estereotipos de género. Pasa que la agenda trans, consagra los estereotipos de género y niega relevancia al sexo (eso que nos ha definido como mujeres y por lo que hemos sido discriminadas y violentadas y lo seguimos siendo, las mujeres. Negar la importancia del sexo en la discriminación, la lucha y la identidad femenina, es misoginia. Sencillamente. Buena decisión las de las Comafres, y merecido premio.