RENFE prevé que cerca de 2.200 pasajeros recorran este jueves la Variante de Pajares en ambos sentidos, y ya ha expedido más de 70.000 billetes desde la activación de la venta el 2 de noviembre
Dos décadas de espera, casi cincuenta kilómetros de longitud, una docena de túneles, diez viaductos en su trazado, más de una hora de tiempo ahorrado… Las cifras que envuelven la construcción de la Variante de Pajares entre León y Pola de Lena, inaugurada oficialmente este miércoles, marean casi tanto como impresionan. Sobre todo, si se piensa en el impacto de su entrada en servicio para el Principado, que ve aliviado su tradicional aislamiento con la Meseta. Una trascendencia que no ha pasado desapercibida para la mayoría de los 93 pasajeros que a las 10.22 horas de mañana han llegado a Gijón a bordo del primero de los servicios de alta velocidad que conectan Madrid con Asturias. Con el cielo gris y la llovizna de este jueves como romántico fondo, esos viajeros han puesto pie en la estación de Sanz Crespo sin pompa ni celebración, cierto, aunque sí conscientes de haber sido, por espacio de las tres horas y 46 minutos que ha durado el trayecto, parte de un hecho irrepetible en la historia del ferrocarril español.
El reloj marcaba las 6.37 de la madrugada, un minuto más tarde de lo indicado en la programación de RENFE, cuando el convoy, un tren eléctrico de la serie 130, apodado cariñosamente ‘Patito’ por los ferroviarios por el característico aspecto de su morro, abandonaba la madrileña estación de Chamartín y ponía rumbo al norte, cruzándose a medio camino con su homólogo que, a las 6.30, partía de Gijón en dirección sur… Y en el que, detalle curioso, viajaba el presidente autonómico, Adrián Barbón. A bordo de sus once vagones viajaban 163 pasajeros, dieciocho menos de los previstos, cantidad que fue fluctuando conforme se encadenaban las paradas. De hecho, fue en León, destino de Barbón, donde se subió la mayor cantidad de viajeros, de los que no pocos habían adquirido su billete sólo para poder ser parte de ese viaje para el recuerdo, un hecho muy comentado por la tripulación. A partir de ese punto, el tren enfiló la Variante, poniéndose a 200 kilómetros por hora hasta alcanzar Pola de Lena. Con lo temprano de la hora de salida, no fueron los pocos los que, tras pasar el recorrido durmiendo, abrieron los ojos al entrar en Gijón.
«Es súper rápido y súper puntual; lo único malo es que en los túneles no hay conexión a internet», bromeaba, visiblemente contento, Daniel Ordieres, de 24 años. Estudiante de Interpretación y residente en Madrid desde hace dos años, para este joven la llegada de la alta velocidad al Principado sí que va a marcar un antes y un después, ya que, «cuando el trabajo me lo permita, intentaré venir más a menudo, porque el tiempo que te ahorras es muy guay». Más expeditiva en su efusividad se mostraba Isabel Guerrillot, peruana de origen y nacionalizada francesa, quien, al iniciar la que es su primera visita a la región, se confesaba «encantada; ya somos historia sobre raíles», y celebraba que el de esta mañana ha sido un viaje muy placentero, rápido y tranquilo. Con esta facilidad, ahora que voy a descubrir Asturias, y que me va a gustar, os visitaré más a menudo».
Hubo otros, sin embargo, que no se dieron cuenta de la importancia del trayecto hasta que pusieron pie en tierra… O hasta que la prensa se lo hizo saber. Ese ha sido el caso de Diego Frament, de Cabezón de la Sal, y de Candela Vera, de Leganés. Llegados a Gijón para pasar sus vacaciones, y tras proferir más de un enternecedor «¿Pero qué está pasando aquí, sinceramente?», sólo entendieron el por qué de la marabunta de periodistas cuando miGijón les dio a conocer su condición de pasajeros del primer convoy que cruzaba la Variante. «¿En serio? Pues… ¡Es muy emocionante!», apuntaba entonces Vera, sin perder su expresión de incredulidad. Más calmado, Frament reconocía que «ha sido un golpe de suerte, pero nos alegramos mucho de que, por fin, llegue hasta aquí. Es mucho más cómodo que el coche, y a norte siempre merece la pena volver». A pocos metros de ellos, para sorpresa de muchos de los presentes, se registraba un momento igualmente inolvidable: Ignacio Eiriz Vilpido, quien fuera maquinista del primer AVE que enlazó Madrid y Sevilla en 1992, y Ricardo Durán, que en 2008 se puso al timón del primer servicio de alta velocidad entre Barcelona y Madrid, se fotografían para la ocasión ante la imponente locomotora del primer ‘Patito’ llegado al Principado.
Mientras se vivían tales escenas en el andén, y un pequeño ejército de técnicos se afanaba en dejar a punto el convoy para su regreso a la capital española, en el interior de la estación gijonesa aguardaban los pasajeros del segundo trayecto en dirección sur. Entre ellos estaba el ingeniero de minas Miguel López, quien esperaba el momento del embarque en compañía de su pareja, la topógrafa Icíar Martínez. No obstante, López no es un viajero cualquiera, pues durante los últimos dieciséis años ha tomado parte activa en la construcción de la Variante; primero, en la asistencia técnica de dos de los tramos, y después, en la programación de su puesta en servicio. Su propia voz traslucía la emoción que le embargaba. Imagínate… Prácticamente todo mi currículum profesional está en la Variante, y veo que supone algo importante para mí, para los asturianos y para la gente de Gijón. Es un hito». ¿El premio? «Un mes y medio de vacaciones en Chile, que ya tocaba, después de estos años tan duros».
Por fin, alrededor de las 10.45, con los vagones limpios y el convoy aprovisionado, el personal de tierra de RENFE dio la orden de embarque. Con paso lento y mucho selfie, a fila comenzó a cruzar el control de seguridad y a repartirse por los vagones del que sería el tercer servicio del día, y el segundo con parada en la estación de Madrid Chamartín-Clara Campoamor. Una pequeña parte, empero, de los cerca de 2.200 pasajeros que la operadora ferroviaria pública confía en que viajen hacia y desde la capital este jueves, y minúscula de los cerca de 70.000 billetes expedidos desde que el 2 de noviembre se activase la venta. A media fila, oculta bajo una gran mochila y una maleta de colores, una sonriente Delia Pagudo miraba con anhelo el tren. «No seremos los primeros, pero somos, y eso es lo que cuenta», reflexionaba poco antes de desaparecer en el interior del convoy. «Para Asturias empieza una nueva era».