«Tabacalera es muy importante para el barrio, y debe ser centro sociocultural más allá de brindis abúlicos por ese maná deshidratado llamado turismo»
Titulaba mi compañero Borja Pino (hace unos días) en este mismo diario: ‘Cimavilla, a los Reyes Magos: «Queremos que en Tabacalera haya un hueco para el barrio»‘. Pues bien, cabe contar que sus Majestades de Oriente pasaron de largo otro enero más, dejando en el olvido la petición de ArteFakto Project, que por quinto año consecutivo volvió a movilizar a un buen grupo de vecinas y vecinos pidiendo lo que ya se aportó en aquellas reuniones, en 2017, entre la vecindad, antiguas trabajadoras de la Fábrica de Tabacos y esos ediles que hacían las veces de Príncipe Aliatar para la alcaldesa, Carmen Moriyón.
En la lista de peticiones, el centro de salud era una de las que ocupaba los primeros lugares. También se necesitaban, y se necesitan, diferentes servicios culturales: salas donde organizar talleres, ensayos, cursos, charlas, presentaciones y exposiciones; biblioteca y hemeroteca, servicios administrativos… La activa Comisión de Festejos debería tener un espacio en Tabacalera, y no estaría mal poder escuchar las propuestas deportivas del Cimadevilla Club de Fútbol y del Cimavilla Basket. La Casa del Chino y la Asociación Vecinal no pueden ser una suerte de centro integrado, teniendo en cuenta que los horarios dependen siempre del esfuerzo de afanosos seres humanos que regalan su tiempo después de sus quehaceres o trabajos, mientras el Ayuntamiento se pone de perfil y sigue apostando por el atajo museístico como catalizador de la nada más absoluta.
Tabacalera es muy importante para el barrio, y debe ser centro sociocultural más allá de brindis abúlicos por ese maná deshidratado llamado turismo. Mandamases, negociadores de lo asequible y voceros de la faltriquera europea, quédense con la copla: «Tabacalera Centro Social», «Tabacalera Centro Social», «Tabacalera Centro Social». Y, si hay que repetir, abran sus orejas: «Tabacalera Centro Social». Se lo piden Jenifer, Sandra, Yago, Isabel, Elba, Lucas, Paloma, Covi, Iván, Vicky, Rocío, Roberto, Adriana, Menchu, Carlos, Ana, Elena, Jorge, Patri, Alioune, Insa, Elia y Rambal. Un lisonjero Rambal que luce, desde el Campo las Monjas, un mandil con la siguiente leyenda: «Les vecines queremos ser y formar parte de Tabacalera».
Que suenen a toda potencia, en las plazas y balcones del barrio alto, las canciones de rock mestizo del grupo mexicano ‘Maldita vecindad y los hijos del Quinto Patio’. Más pronto que tarde serán otras voces, de otra ‘Maldita vecindad y las hijas de Tabacalera’, las que podrán escucharse en la Casa Consistorial.