Veterana de la palestra política, la que es uno de los puntales más sólidos y conocidos del grupo socialista gijonés aborda con miGijón la situación del partido, la dinámica del actual Gobierno y las necesidades que urge atender en la ciudad
«No gobierna quien más obtiene, sino quien más apoyos consigue». Desde que los resultados electorales del pasado 28 de mayo la encumbraran de nuevo a la alcaldía de Gijón, alianza con PP y Vox mediante, Carmen Moriyón ha hecho de esa frase un verdadero mantra para justificar su liderazgo del actual Gobierno local, y las medidas tomadas en estos meses para conservarlo. El argumento, no obstante, aún hoy sigue sin convencer en las filas de la que fuera lista más votada de aquellos comicios, la del PSOE gijonés, partido que ha vuelto a confiar en Marina Pineda González (Luanco, 1967) como uno de sus principales puntales en el Pleno municipal. Crítica, como sus compañeros, con la inclusión en aquel pacto de los de Sara Álvarez Rouco, al igual que con su posterior expulsión y, para colmo, con el mantenimiento en el Ejecutivo del que fuera su número dos, Oliver Suárez, esta abogada laboralista, bregada durante décadas en el cuerpo jurídico del sindicato UGT y que, pese a la localidad de nacimiento que figura en su DNI, «gijonuda hasta la médula», personifica el rechazo de los socialistas a una forma de gobernar, la de la Moriyón del presente, «muy distinta a la que le conocimos en sus otros dos mandatos», como también la voluntad de su grupo de seguir presentándole batalla en la oposición en pos de mantener viva la herencia de tantos y tantos gobiernos de izquierda en la urbe, y reivindicando «una ciudad mejor» para todos los gijoneses.
Lo primero de todo, hay una cuestión trascendental que debe usted aclarar… ¿Luanco o Gijón?
¡Gijonuda! Mi madre madre es de Luanco y, cuando mi hermana mayor nació, la inscribieron allí. A partir de ahí, creo que con los otros cuatro hermanos que somos hicieron lo mismo, aunque nos diesen a luz aquí… ¡Y eso que mi padre era muy de Gijón, y de los de pata negra! A veces, todavía me pregunto por qué accedió…
Y ligada al sindicalismo desde muy temprano, si los datos no son erróneos…
Empecé en UGT a finales de 1991, estuve en Gijón como laboralista hasta 2000, y desde entonces hasta a 2015 ejercí en UGT Asturias, como jefa del Servicio Jurídico Regional. Llevaba conflictos colectivos, las elecciones sindicales… Así que sí. Ha sido una trayectoria larga.
Y, entonces, en 2012 da el salto al terreno político…
¡Ojo! Muchos sindicalistas dicen siempre que no son políticos pero, en realidad, lo son. Es otra forma de hacer política.
En todo caso, fue hace once años cuando se implicó realmente con el PSOE, el partido en el que llevaba años afiliada. Enlazándolo con lo dicho antes, ¿curte la experiencia sindical a la hora de hacer esa transición?
Sí que curte. Primero, porque te da una visión de la realidad muy fidedigna. Además, tanto el sindicalista como los técnicos del sindicato, como lo era yo, estamos todos los días escuchando los problemas reales de la gente. Vemos lo que pasa en los centros de trabajo, atendemos a personas a las que acaban de despedir, que se quedan en la calle y no pueden pagar sus hipotecas… Eso aporta una idea muy clara y realista del mundo, de los problemas de las personas, lo que propicia una sensibilidad muy especial hacia ellos. Además, te hace ser muy consciente de la estructura social, de la diferencia de clases y de la necesidad de trabajar para conseguir alcanzar una verdadera justicia social.
«Mucha gente me decía que cómo iba a cambiar ser diputada por concejala, que es menos glamouroso… Pero la política local es la más cercana al ciudadano»
Así las cosas, ¿qué la decidió a dar ese giro de timón?
En 2012 me propusieron desde el PSOE, después de varios intentos, ser diputada en la Junta General del Principado, con el compromiso de poder compatibilizarlo con mi trabajo. Y, efectivamente, en esa legislatura, que recordemos que duró hasta el 2015, pude hacerlo así. Pero entonces me gustó esto de la política, porque es otra forma de seguir trabajando en lo que ya estaba haciendo… Y hacerlo desde las instituciones, que, al final son las que tienen las llaves para cambiar las cosas. Así que José María Pérez me ofreció venirme a Gijón como número dos de la candidatura… Y ahí estamos.
¿Nunca se ha arrepentido?
Siempre hay momentos en que una piensa «¿Por qué me he metido en este lío?». Efectivamente, hay veces que sientes frustración porque quieres hacer cosas que no salen bien. El trabajo en la Administración es mucho más lento de lo que gustaría, las normas son más restrictivas… Y siempre estás sometido al escrutinio público, a la crítica personal. Así que claro que me he preguntado por qué no vuelvo a mi trabajo. Que tampoco es ni más cómodo, ni menos estresante que la política. Económicamente, yo no gano dinero siendo concejala.
Sí, pero, en su caso, llegó, incluso, a cambiar la Junta General del principado por el Ayuntamiento de Gijón. Hay quienes lo verían como un descenso de categoría…
Sí, mucha gente me decía que cómo iba a cambiar ser diputada por concejala, que es menos glamouroso y entraña más trabajo… Pero es verdad que la política local es la más cercana al ciudadano, a los problemas, y desde donde más cerca ves los resultados de tu labor. Me apetecía, creía que había llegado el momento de mostrar el compromiso con mi partido y con mis ideas, y lo asumí. Ahora estoy más o menos equilibrada. No estoy aquí porque gane o no gane dinero. Y así y todo, creo que son más los pros que los contras. Es una cuestión de satisfacción personal, de estar haciendo lo que te gusta.
Y llegamos a uno de esos momentos que, tal vez, no fueron tan satisfactorios: la la noche del 28 de mayo, cuando el PSOE, aun siendo la lista más votada de la ciudad, perdió el control del Consistorio. Ha pasado medio año desde entonces; echando la vista atrás, ¿qué fue lo que les ocurrió?
Confluyen muchas circunstancias. Primero, una tendencia general en todos los Ayuntamientos de España. En todos el PSOE, como la izquierda en general, perdió una parte muy importante de los Consistorios en los que gobernaba, por la irrupción de Vox con unos planteamientos que, si los tuviera que calificar, diría que son antidemocráticos. Ahora bien, tal vez supo tocar esa fibra sensible del descontento, fundamentalmente por la situación económica, en un momento en que las familias lo estaban pasando mal. El discurso fácil y populista de las derechas en general, y de la ultraderecha en particular, a veces, cala. A eso se suman cuatro años de gobierno difícil en la ciudad; no sólo con el desgaste propio de la gestión en un muy difícil, con la pandemia, la crisis de materiales, la subida de precios… También, quizá, porque no supimos explicar claramente a la ciudadanía qué estábamos haciendo.
¿Secunda la idea, planteada a escala nacional, de que la pérdida de poder de la conocida como ‘izquierda a la izquierda del PSOE’ les pasó factura?
Lógicamente. Nosotros perdimos dos concejales, pero pensemos en Izquierda Unida y en Podemos, de los que siempre hablamos por separado, pero que se han reorganizado en esa convergencia de izquierdas que es Sumar, por lo que creo que el resultado tiene que verse en la suma del resultado de ambos. Y esa suma deja que tenían cinco concejales, y ahora tienen tres. Porcentualmente, han perdido mucho más que nosotros. Tampoco se puede olvidar que las derechas no se presentaron a las elecciones anunciando una coalición de gobierno, y esto es importante. Cuando los ciudadanos van a votar, lo hacen a su opción política preferida; pero si la ciudadanía vota pensando en a quién van a gobernar, resulta que Carmen Moriyón no dijo en ningún momento de la campaña que fuese a pactar, o a gobernar, con Vox. Por tanto, sin ese pacto, el PSOE hubiera seguido gobernando como lista más votada.
«Estamos viendo a una Moriyón que lo que quiere, y lo que ha hecho, es garantizarse que no necesite dialogar. Todas las decisiones son impuestas»
Claro, pero, por esa regla de tres, tampoco Pedro Sánchez anunció que fuese a hacer determinadas cesiones ante los partidos del independentismo catalán para revalidar su mandato como presidente de España… Y, sin embargo, lo ha hecho.
Son situaciones distintas. En el plano nacional, hubo un primer intento del PP de gobernar, que fracasó. Por tanto, Sánchez tenía la responsabilidad y la obligación de buscar el acuerdo con todos los partidos posibles para gobernar. Eso no tiene nada que ver con lo que pasó aquí. En Gijón, desde un primer momento, y pese a lo dicho, Moriyón se apoyó en la ultraderecha, y lo sigue haciendo.
¿Se refiere al presidente de Divertia, el ahora concejal no adscrito y, hasta mediados de octubre, segundo de Vox en la ciudad, Oliver Suárez?
Exactamente. Y ahí sigue, en Divertia. Lo que evidencia eso es la realidad de Foro y de la alcaldesa, que se nos vende siempre como una persona dialogante, de consenso, democrática, defensora de los derechos sociales, de la igualdad… Cuando sus hechos contradicen todo eso. Foro evidencia que es un partido que incumple sus promesas y no le importa, que manipula la realidad y no le importa, que retuerce la legalidad y no le importa…
¿Podría poner algún ejemplo de ello?
Se ha visto clarísimamente. Primero firmaron un pacto con Vox que era clarísimo que no iban a cumplir. Recordemos que esa firma fue un viernes, y el lunes siguiente ya advertían de que no se pensaba revisar la Ordenanza de Igualdad. ¿Cómo puede ser que el viernes firmes y que el lunes digas que no vas a hacerlo? Porque la única finalidad era ocupar el sillón de la alcaldía. Creo que todos éramos conscientes de que ese pacto se rompería en poco tiempo. Moriyón sólo necesitó a Vox un día: el de la investidura. Logrado eso, le dejó de ser útil. Ahora bien, gobernar con mayoría absoluta es mucho más cómodo que hacerlo sin ella; para eso tiene a un tránsfuga.
Moriyón ha reiterado por activa y por pasiva que no considera a Oliver Suárez como tal; que no le encaja en la descripción de tránsfuga.
De la Comisión de Seguimiento del pacto antitransfuguismo forma parte el Jefe de Gabinete de la Alcaldía. Que ahora nos nieguen la condición de tránsfuga alegando que no es un término legal, que es un concejal no adscrito, es, cuanto menos, surrealista. De acuerdo, el Tribunal Constitucional indica que un concejal, al ser elegido, obtiene esa condición con carácter personal, y sólo esa persona puede disponer de ella. Lo tenemos que asumir. Pero el mismo Constitucional también dice que hay cosas que se pueden regular en la ley, y cosas que no. Por eso la Ley de Bases de Régimen Local dice que la persona que abandona su partido no puede obtener ningún tipo de beneficio, ni ser nombrado y designado para ningún cargo de gobierno que no tuviera antes de pasar a esa situación. Y eso es lo que, en mi opinión, ha generado todas estas extrañas maniobras de Foro para conseguir que Suárez siguiera siendo presidente de Divertia. Por cierto, el, pacto antitransfuguismo dice que es tránsfuga el que se aparta de su partido, pero también el que se beneficia de ello. Así que tan tránsfuga es Oliver Suárez como Carmen Moriyón. Y lo legal puede ser interpretable, pero lo ético, no.
En estos meses son varias las personas que han afirmado que la Moriyón de esta legislatura no es la misma de sus dos mandatos anteriores. ¿Lo comparte?
Totalmente. Creo que todos lo percibimos. Y habría que preguntarse si es una evolución, o si nos tuvo engañados durante aquellos ocho años. Estamos viendo a una Moriyón que lo que quiere, y lo que ha hecho, es garantizarse que no necesite dialogar, ni consensuar, ni pactar con nadie. Lo vemos en la tramitación de los presupuestos. En la Comisión de Hacienda conseguimos, después de más de una hora debatiendo, que se retrasasen las comparecencias, pero no ha habido ni llamadas a los grupos políticos para hablar de las cuentas, ni reuniones, ni ningún intento de consensuar ni siquiera el calendario de tramitación. Todas las decisiones son impuestas, sin ningún tipo de diálogo con nadie.
Ya que lo menciona, ¿qué le parecen los presupuestos para el ejercicio de 2024?
Irreales. De entrada, se ha dicho que tienen un fuerte componente técnico, pero los firma una directiva, que es un cargo de confianza de un partido político, no un técnico municipal. Después, Foro ha presentado unas cuentas que suben a 300 millones de euros, con un incremento de 31 millones respecto a las previsiones de 2023. Eso parte de los proyectos de la Clínica Quirón y de Arcelor, y creo que ninguno son la alcaldesa… El Quirón viene del mandato del PSOE, y el de Arcelor, evidentemente, no viene de las gestiones de Moriyón. Pero es que hay otro asunto: no sabemos aún qué cantidad calcula el Ayuntamiento que va a recaudar por la obra de Arcelor, pero basar un presupuesto en un aumento de ingresos por una obras que ni tienes claro cuándo va a empezar, ni el proyecto real y el montante a cobrar, no deja de ser una fabulación. Eso es engañarnos a todos. Y si, después, miras los informes, la propia dirección económico financiera ya dice que, si no se cumplen esas previsiones, harán ajustes en el gasto; o sea, recortes. ¿Es algo que ya están viendo para mitad de año? Si es así, eso es un auténtico fraude.
También han puesto sobre la mesa la posible bajada de los impuestos…
Sí, la derecha está empeñada en ese mensaje populista de que van a bajar, o a congelar, los impuestos, pero hemos visto muchos gobiernos de la derecha que, en realidad, los subían, y creo que este no va a ser diferente. Eso será muy popular en una campaña electoral, pero ahora mismo es una auténtica irresponsabilidad. Si tu intención es bajar impuestos, pero subes el presupuesto sobre la previsión de que tendrás un ingreso extraordinario, ¿qué pasará el año que viene? ¿Habrá otra obra que justifique las cuentas, o tendremos que dejar de atender las necesidades de la ciudadanía? Si los ingresos ordinarios no alcanzan para pagar los gastos ordinarios, eso no lo resuelve una obra.
Ha puesto el dedo en una cuestión capital: las necesidades de Gijón. Rebasado con creces el primer medio año de este mandato, ¿cuáles son, a juicio del PSOE, las más acuciantes para la ciudad?
Hay muchísimas, aunque eso no significa que Gijón esté peor. Siempre ha sido una ciudad pionera en muchos aspectos, y un buen lugar para vivir. Al final, las necesidades generales de una ciudad son la suma de las de quienes la habitan. Parece que, al hablar de necesidades, nos olvidamos de las personas, cuando esa debería ser la prioridad absoluta. Por tanto, la primera prioridad es que todas las personas tengan atención, que todo el mundo tenga vivienda, alimentación… Uno de los primeros problemas en esta ciudad es la vivienda. Los jóvenes tienen muchas dificultades en acceder a ella, porque los precios de los alquileres están en una escalada permanente. Creo que tenemos la obligación de trabajar para poner en marcha medidas que faciliten ese acceso. Es evidente que hay que destinar más recursos a viviendas para personas desfavorecidas, o en riesgo de exclusión.
Pensé que, en primer lugar, hablaría de la contaminación.
Junto con la vivienda está la salud, sí, que tiene que ver con la contaminación. Gijón es una de las ciudades más contaminadas de Europa, y todos debemos trabajar para hacer de la nuestra una urbe más saludable. Y es complicado, porque Gijón es una ciudad industrial, y debe seguir siéndolo. Pero la industria tradicional tiene que ir transformándose hacia industria limpia. Tenemos el ejemplo de Arcelor. Los servicios no sobreviven si desaparece la industria, y el turismo no va a ser nunca el pilar de nuestra economía. Y si en Asturias, y en Gijón, tenemos el salario medio que tenemos, o las pensiones media de las más altas de España, es por ese empleo industrial, de mejor calidad y mejor retribuido. No sólo porque son empresas con más beneficios, sino por la presión sindical que se ejerce desde ellas. Ahora bien, el de la actividad verde es un tren al que se tiene que subir toda la industria, incluido El Musel, que se va a ver afectado por la descarbonización y va a perder una parte de sus tráficos. No puede convertirse en un mero almacén para la distribución de carbón. Dicho esto, el otro elemento para reducir la contaminación son unas políticas de movilidad y de desarrollo urbanístico que vayan hacia una ciudad más verde, hacia un centro menos masificado, hacia un transporte público mejor…
«Que en enero paseemos por Asturias sin abrigo no se había visto nunca; tampoco que se llene de turistas porque en el sur es difícil estar. Hay a que repensar la ciudad»
Y ahí entra en juego, aunque en sentido inverso, según la oposición, la restitución de plazas de aparcamiento, la supresión de los ‘ciclocarriles’…
Partiendo de la base de que, ahora, la que ostenta Pelayo Barcia es una concejalía de Tráfico, se ocupa sólo de los coches. Y su objetivo no es mejorar las formas de moverse de la ciudadanía, sino regular el tráfico rodado. Por tanto, los peatones no somos de su competencia, y estamos los últimos en su escala de prioridades. Me parece que la ciudadanía es perfectamente consciente de la emergencia climática, y eso hace que reclamen esos espacios verdes, esas zonas estanciales, estar más en la calle… Desde la pandemia, la gente ha vuelto a usar el coche, pero sigue pidiendo más espacios peatonales. Tenemos que compaginar el desarrollo con unos modos de vida más saludables y, desde luego, con la lucha contra la emergencia climática, que empieza a dar un poco de miedo. Que en enero podamos pasearnos por Asturias sin abrigo no se había visto nunca, como tampoco que la región se llene de turistas porque en el sur es difícil estar. Todo eso nos lleva a que repensemos la ciudad, lo que no quiere decir proscribir el coche.
De todos modos, hay algo en lo que tanto la izquierda como la derecha parecen coincidir: en que otro de los grandes focos de atención, y no sólo dentro de las fronteras de Gijón, es el envejecimiento de la población.
Lógicamente, es un problema general de todos los países más desarrollados, pero no sólo es consecuencia de la economía. A veces, nos quedamos conque la gente se marcha únicamente porque aquí no tiene trabajo. Bueno… O porque los jóvenes tienen otra forma de ver el mundo mucho más global, ¿no? Y, sobre todo, porque hay un cambio cultural: no queremos tener cinco hijos. Yo tengo cuatro hermanos, y no era una cosa extraña, pero ahora mismo los jóvenes quieren tener un hijo, como mucho dos, o ninguno. Quieren vivir de otra manera, y todo eso contribuye al envejecimiento, lo cual nos coloca ante dos escenarios. Primero, la atención a las personas mayores. Cada vez vivimos más y con buenas condiciones, afortunadamente, pero eso sigue generando problemas de atención y de soledad no deseada, para los que hemos de pone recursos. En los últimos cuatro años el servicio de ayuda a domicilio prácticamente se ha duplicado, aunque la realidad tiene que llevarnos a concebir nuevos espacios que les permitan mantener su independencia, pero a la vez disponer de aquellos servicios que necesitan.
Ha hablado de dos escenarios. ¿Cuál es el segundo?
Necesitamos incrementar la base poblacional. Tener más niños, y que la gente joven se quede. ¿Eso cómo se consigue? Desde las políticas de empleo. Tenemos que generar puestos de trabajo atractivos, y en eso no sólo podemos estar las instituciones públicas, atrayendo empresas; también esas mismas empresas, que deben ofrecer calidad en el empleo. Y añadiría un tercer frente a estos dos: la calidad de vida. Hoy vivimos ese fenómeno de los nómadas digitales. Cada vez es más posible que los trabajos se realicen a distancia, y eso ha dado un salto cualitativo importantísimo con la pandemia. Ahí tenemos una ventaja competitiva , que es la calidad de vida de que gozamos no sólo en Gijón, sino en toda la región. En los últimos años hemos practicado una política de desarrollo urbanístico que ha tenido muy en cuenta esa necesidad de preservar los espacios naturales, y eso es muy atractivo para que la gente se venga a vivir aquí.
«Promover Gijón como destino turístico barato atrae despedidas de soltero. Y no podemos convertirnos en la Magaluf del norte»
Se ha hablado mucho de las ventajas que la reciente apertura de la Variante de Pajares ofrecerá en esa cruzada contra el envejecimiento, y en pos de un mayor desarrollo del Principado. Sin embargo, otras personas ven en ella una mayor facilidad para gentrificar Asturias, para que el turismo desborde la región, incluida Gijón; sobre todo, a la vista del aumento de las temperaturas en el sur. ¿Cómo ven Marina Pineda y el PSOE gijonés este hecho?
La Variante, y la llegada de la alta velocidad a Asturias, es una buena noticia, sin fisuras. Nos abre un mundo de posibilidades para atraer población, actividad y a empresas que tendrán una salida para sus mercancías. No olvidemos que son posibilidades para todos los asturianos. Bien que también deberíamos tener plenamente activa la Zona de Actividades Logísticas e Industriales (ZALIA), y mejorar El Musel, pero no deja de ser un aliciente para fijar población y para generar actividad económica. Una vez apuntado eso, es cierto que Gijón tiene que ser muy cuidadosa con la calidad del turismo que quiere atraer, pero eso no sólo es cosa sólo de la alta velocidad. Son las políticas de promoción turística que haga la ciudad. La facilidad para llegar hasta aquí no puede ser un problema de atracción turística; de hecho, el turismo no puede verse como un problema, sino como una oportunidad.
¿Cree que el actual Ejecutivo municipal es consciente de ello?
Recuerdo que, en el último mandato de Foro, el concejal Jesús Martínez Salvador promovía campañas que hablaban de Gijón como destino turístico barato. ¿Qué consigues atraer con eso? El turismo de despedidas de soltero. Y esto no puede convertirse en el Magaluf del norte. Si proliferan alojamientos asequibles, tendremos un turismo que contribuirá menos a mejorar la calidad de vida en la ciudad. Hagamos algo por revertir eso. Desde el PSOE hemos pedido medidas previstas en la nueva Ley de Vivienda para favorecer que los pisos salgan al mercado con alquileres estables, y no como pisos turísticos, y el Gobiernos local se ha negado rotundamente. Creo que es un error.
Entonces, ¿qué hacer?
Ahora hablan de una regulación de lo pisos turísticos. Habrá que verla, pero si, efectivamente, sirve para reducir ese turismo de baja calidad, bienvenida sea. El turismo de calidad se logra, precisamente, ofreciendo paquetes turísticos de calidad. Hace días se abordaba la cuestión del turismo de cruceros, y el Puerto decía que hay que conseguir trae más cruceros de gran tamaño; alegaban que los barcos pequeños traen viajeros de más alto poder adquisitivo, pero que se van a Covadonga o de excursión, en vez de quedarse en Gijón, por lo que son preferibles naves con 2.000 o. 5.000 pasajeros. Tendrán menor poder adquisitivo, pero como son más… Pues bien, pienso sinceramente que eso es falso. Deberíamos atraer esos cruceros pequeños con turismo de calidad, ofreciéndoles paquetes para que permanezcan en la ciudad, y tengan deseos de volver a ella.
Retomando la cuestión, y a modo de reflexión final, tras veinte años, al fin, en Asturias tenemos la Variante. ¿Cuál debería ser el siguiente paso?
Lo que nos queda ahora es mejorar las Cercanías, y urgentemente, pero también seguir con el AVE para que la alta velocidad llegue de verdad a Gijón. Y el AVE llegará. A la velocidad que sea, pero llegará. A partir de ese punto, no podemos centrarnos exclusivamente en eso. Hay que mejorar el resto de conexiones. Y el servicio de Cercanías es prioritario. Uno de nuestro grandes problemas para el desarrollo de la región es no tener unas cercanías adecuadas. Debemos poner recursos y esfuerzos en esa dirección.
Marina es muy válida y espero que busque una ciudad más verde,cómoda y atractiva para el empleo,industria verde y turismo.
Ánimo.