La joyera Marta Ortiz es una mujer de vida apasionante. Nacida en Sevilla y criada en Guinea, tiene marcadas raíces africanas. Su padre fue gerente de la plantación de cacao que sirve de carátula del libro (y luego película) ‘Palmeras en la nieve’. Sus recuerdos de esa época de infancia y adolescencia siguen presentes en cada minuto de su vida, y siempre se han visto reflejados en sus creaciones. Y ahora que felizmente se jubila, y cierra su tienda de la calle Los Moros esta semana, comparte algunos momentos de su interesante vida.
¿Y ahora qué?
Ahora muchas cosas. Esa idea de que con la jubilación se acaba la vida… Se cierra un ciclo y se abren otros.
¿Cuantos años se cierran?
Muchos. Aquí en Gijón treinta y pico. Primero en la Plazuela San Miguel, luego en la esquina de la calle Los Moros y en esta última ubicación, también en Moros.
¿Se despide con tristeza?
Ni con pena ni con alegría. Es un ciclo que se cierra. Cuesta un poco tomar la decisión.
¿Es lo más difícil?
Sí, tienes que pensar en llega el momento de que cambiar de vida, tomar una serie de decisiones y hacerlo.
¿Cuándo pone esa idea de jubilarse en marcha?
Hace un año. De todas formas, yo tengo una suerte muy grande porque hay muchas cosas que me gusta hacer. Fundamentalmente yo soy pintora y con premios tanto regionales, nacionales e internacionales.
De ahí la facilidad para diseñar joyas. Pero ¿y porqué decide dejar la pintura y dedicarse al diseño?
Por dinero. De la pintura no vivía por muchos reconocimientos y buenas críticas que tuviera.
Así que ahora va a estar bien ocupada.
Además de pintar y esculpir, haré sin duda un curso de Ikebana que es el arte florar japonés. Me fascina. Todo gira alrededor de lo mismo…
¿Y sus clientas que opinan de este adiós?
Me sorprendieron para bien porque me han demostrado muchísimo cariño. Me han reconfortado la verdad, por eso me voy muy contenta. He sido una gran privilegiada.
Desde pequeña, porque me han contado que desde pequeña su vida ha sido, vamos a decir, inusual.
(Se ríe). Pues sí.
Cuente.
Nací en Sevilla y me crie en África.
¿Y eso?
¿Usted vio la película o leyó el libro de Palmeras en la nieve?
Sí ¡claro!
Pues esa casa, era mi casa de Malabo.
¿Cómo dice?
Mi padre era el gerente de esa plantación, de Sampaka. Imagínese el susto que me llevé cuando veo una carátula de un libro y reconozco mi casa, lo abro y veo en él las felicitaciones que mandaba mi padre…
Pero…
Nosotros vivíamos en la capital en Santa Isabel, pero la finca y, digamos mi casa de vacaciones era Sampaka. Yo me crie correteando por allí.
¿Y cuantos años estuvo allí?
Dieciséis, soy muy africana. Se ve en mi pintura y en el diseño de las joyas.
Me deja…
Dese cuenta que quién me cuidaba a mí era un ser muy especial, podríamos decir que un mago, se llamaba Fili. Cuando el Congo estuvo tan mal, él y su mujer se trasladaron a Guinea y empezó a trabajar para mi familia, cuidándome.
Me ha dejado sin habla.
Ese sentido de la magia que tengo y respeto, es por él.
¿Qué recuerda de Fili?
Su dulzura y protección y el sentido de la vida, el orden, la magia …
A la gente ahora le falta magia…
Totalmente, nos puede lo material, que no quiero decir que no sea importante, pero la magia es la que te da aceptación para estar continuamente aprendiendo.
Es el origen.
Correcto. Ellos están muy poco contaminados de la cultura occidental y tiene muy arraigado lo que está detrás de tú poder como persona. África sí cree en ese poder, en los espíritus…
¿Qué pensarán los espíritus de esa evolución tan brutal de lo digital?
Que nos hemos deshumanizado, que nos estamos aislando. Ahora no hay tribu. ¿Cuántas personas viven solas? El tener una persona a tú lado te quita las paranoias.
¿Está sola?
Sí, no porque quiera. Encontrar a una persona que te sume a estas alturas, es muy difícil. Y de verdad, me gustaría tener un compañero de vida, pero…quiero un compañero, no una carga.
Pero estar sola no está mal.
No, pero igual estaríamos mejor de la otra manera. Somo seres emocionales, necesitamos compañía. Yo soy femenina, esa energía nos da poder.
Las feministas son…
Las más alineadas… ya no hablo de la pareja. Por ejemplo… de sus hijos…de las amistades…la libertad está en ti.
¿Y de esto se puede hablar?
Cuando la ideología, sea la que sea, te nubla la razón, ya no se puede hablar. Eres una esclava.
Volviendo a su futuro inmediato, ¿no le apetece ir a África?
Ya fui.
En su último viaje donde estuvo.
En Lanzarote, es una isla mágica. Ahora me iré seguramente a descansar un poco a Formentera y luego a Sudáfrica.
Y yo le deseo que lo disfrute tanto cómo lo ha hecho hasta ahora en su fascinante vida.